Críticas

Righteous Men

Pulp Fiction

Quentin Tarantino. EUA, 1994.

Hay obras que traspasan el valor temporal de su existencia y se convierten en símbolos de toda una generación o hasta de lo que su género (o también su medium) puede producir. Obras que, en otras palabras, funcionan en cuanto demostración de lo que se puede llegar a producir una vez se haya analizado el instrumento y se lo haya llevado a cimas que parecían imposibles de alcanzar. Por supuesto, en la totalidad de un universo que se expande y que contiene billones de estrellas, satélites y planetas, lo que un simio sabe hacer para que sus hermanos y hermanas puedan tener cierto placer intelectual poca importancia tiene, y, como siempre se ha sabido, todo es arena y todo se consume hasta la desaparición. Sin embargo, mientras tanto hay que gozar y disfrutar de lo que se nos ofrece entre nosotros, en una especie de auto-imposición de un valor estético (o lo que sea) gracias al cual poder decir “¡qué vida me he pasado!” (para algunos la cuestión no es así sencilla, por supuesto, ya que el grito este funciona sobre todo si nuestro cuerpo no tiene problemas, mientras que parte de nuestra humanidad sí los tiene, y no hay que olvidarse de ella).

La de Pulp Fiction, entonces, es una experiencia necesaria, una especie de bautismo laico que nos invita a analizar el valor de la obra de arte fílmica y el de los productos de los años noventa. Posmoderna, quizás, según algunos autores, aquí se prefiere utilizar otro tipo de análisis y se subraya el efecto increíble de la estructura episódica de la película en su puro bizantinismo irónico. Y es así que lo que parece tener un momento inicial y un momento final se desvela en su complejidad narrativa, capaz de ir más allá del flujo temporal, abriéndose y cerrándose sobre su propia arquitectura, proponiendo al espectador la necesidad de convertirse en un sujeto activo para darles sentido a las imágenes que ve moverse en la pantalla (grande o pequeña, da lo mismo). Todo esto porque, efectivamente, la propuesta narrativa no es lineal y juega tanto con los flashforward como con los flashback, otorgándole a la película un sentido que va más allá de la simple cuestión del desarrollo de un cuento de por sí preciso y claro. Si de interactividad se puede hablar, es aquí donde tenemos que darle un sentido a cada momento que se superpone al otro.

Verdad es que este desfase del montaje se traslada también a la estructura de los personajes, todos horribles en cuanto seres humanos, pésimos ejemplos y por esto, quizá, perfectos para el tipo de curiosidad que nace en nosotros para ver qué tipo de vida pueden llevar los parias de la sociedad burguesa o media. Cada cual, obviamente, con sus ademanes, su manera de hablar, de moverse, de respirar, llegando así a construir un cuadro general de diferentes matices, claroscuros y pinceladas, el cual nos permite ver cuán grande puede ser el abanico del ser humano dentro del marco de un mundo obviamente pulp. Se convierten, entonces, los personajes en seres mitológicos para el mundo del cine, seres que logran ser lo que son no por cuestiones de profundidad de su mensaje, sino porque están bien escritos y encajan perfecta y cuidadosamente en el mundo que se nos propone delante. Agudeza psicológica, por supuesto, pero también conocimiento del cine, del arte de narrar y de cómo lo horrible, lo grotesco, llega muchas veces a tener más atracción que lo hermoso, lo limpio.

Pulp Fiction es, entonces, una película que ha sido creada para ser una película. Tautología para algunos, juego lingüístico para otros, esta definición quiere subrayar cómo Tarantino y Avary han intentado hablarles a los que aman el cine creando una obra cuya estructura sepa utilizar los recursos que el ojo de la cámara le ofrece al director. Y es también una película que sabe ser basura en cuanto elemento del cual extraer un valor no tanto virtuosamente artístico, sino (lo cual es mucho más importante, Ford docet) concretamente artesanal, como el de los escritores de cuentos de poca profundidad capaces de atrapar a un gran público con sus personajes elementales y atípicos. Es, por supuesto, una obra imprescindible para entender la historia del cine y no puede sino ser vista una y más veces para analizar el don narrativo-estructural del que está llena hasta su médula. Una obra capaz de ser un producto tanto de su tiempo como también, absurda y obviamente, de cualquier otro, en la larga y finita (si bien nos parece imposible que termine) historia de la futura humanidad.

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Ficha técnica:

Pulp Fiction ,  EUA, 1994.

Dirección: Quentin Tarantino
Duración: 154 minutos
Guion: Quentin Tarantino
Producción: Lawrence Bender
Fotografía: Andrzej Sekuła
Reparto: John Travolta, Samuel L. Jackson, Uma Thurman, Harvey Keitel, Tim Roth, Amanda Plummer, Maria de Medeiros, Ving Rhames, Eric Stoltz, Rosanna Arquette, Christopher Walken, Bruce Willis

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