Críticas

Trampas al solitario

La trampa

Trap. M. Night Shyamalan. EUA, 2024.

Póster promocional de La trampa M. Night Shyamalan, cómo te gusta hacer lo que haces. Cómo eres capaz de lo mejor y de lo peor en tan solo 98 minutos, cómo has convertido en seña de identidad el hacer trampas al solitario. Cómo haces que dude en cada escena si lo que tengo delante en la pantalla es una obra maestra o un bodrio de proporciones gargantuescas. Cómo conviertes la falta de sorpresas en un camino continuo de confusión, cómo dominas el arte de sacarte cosas de la manga y tirar para adelante con confianza suicida aunque nada funcione; aunque la película hace tiempo que perdió el rumbo y la coherencia, aunque el universo tenga que hacer malabares con la entropía para que tus juegos de trilero funcionen. 

En cierto modo, eres un genio. Has convertido la falta de vergüenza en arte, en un enorme todo me da igual. La confianza total con la que manejas tus productos es digna de aplauso, y vas a ir a muerte con esa idea de cine hasta las últimas consecuencias. Y lo peor de todo es eso, precisamente, que cine hay mucho en tus películas. Hay sentido del ritmo brutal, manejo del espacio digno de maestro, planteamiento de la tensión como alfa y omega de la propuesta, hasta que los corazones del público tamborilean al unísono, sin que puedan desclavar las uñas de la butaca. Conoces tu oficio como pocos, y por eso sabes las teclas que hay que apretar.

En La Trampa (Trap,M. Night Shyamalan, 2024), la última entrega de esos espectáculos a los que nos tienes acostumbrados, está lo mejor de ti. Ese ojo magistral capaz de tener en cuenta hasta el último detalle, compinchado con el espectador, que hace que nos sintamos cómplices de la historia, entregados a la acción trepidante y sin respiro, casi a tiempo real, que sucede vertiginosa. La cámara juguetona que se adueña de la situación, movida con la gracilidad de un baile siniestro en el que decenas de personas forman parte de un todo ruidoso en el que hacer tu magia. Dirigir las miradas para que no vean el truco, Shyamalan, qué bien se te da. 

Y es que la primera hora de La trampa roza lo brillante. Mezclas sin complejos la estética de videoclip con la concepción más clásica del suspense. Juegas con esa idea tan hitchcockiana de caza al hombre. Pero subviertes el tropo, ya que en Hitchcock normalmente veíamos la huida del inocente acechado por las fuerzas del orden. Aquí, el protagonista tiene poco de inocente. Es un monstruo, que se descubre desde el minuto uno como un desequilibrado capaz de hacer cualquier cosa por sobrevivir. No duda en hacer daño, en engañar, en manipular incluso a los que dice querer. La humanidad del asesino es un espejo distorsionado, otro de los tantos que usas para tus trucos de trilero. La contradicción entre héroe-villano hace que nos posicionemos de formas extrañas, sorprendidos de nosotros mismos y nuestras reacciones.

Los protagonistas de La Trampa

El espacio es protagonista, y el camino del infame protagonista por las distintas etapas del concierto es de aplauso. El espectáculo musical de fondo es una superproducción por sí mismo, pero tú lo usas como anécdota, como motivo, como espacio casi mítico que se transforma en la única salida del monstruo. Mientras esquiva el cerco, entre la multitud se crea la extraña intimidad entre asesino y público. El no sabe que nosotros sabemos. Somos pieza indispensable del show, porque usted, Mr.  Shyamalan, ahí nos ha colocado. 

Pero, como decía al principio, La trampa tiene lo mejor y también lo peor de tu cine. Porque llega un momento en el que todo se va de las manos. Resulta que, cuando acaba el ruido y cambia el escenario, en esos instantes en los que la intimidad debería ser más visible por los personajes implicados, la cosa se vuelve más impersonal, desatada, imprecisa e inverosímil. Si la acción ya era desenfrenada, llegamos a cotas de auténtico vértigo, de mareo, de pedir oxígeno. Todos esos detalles de soslayo, fuera de cámara o apenas perceptibles por el rabillo del ojo, pasan a ser trucos demasiado previsibles, y empiezan a verse las costuras de la historia.

Cuando intentas meternos en la psique del asesino, ya rizamos el rizo en lo que a manipulación y vueltas de tuerca yo me puedo permitir. Me he rendido, estoy exhausto, nada se sostiene a no ser por la fe inquebrantable de un director obsesivo por su película. Lo que era sofisticado y elegante llega a extremos de telefilm en algunas de las resoluciones que rubrican la película.

El rostro del asesino

Aún así, me quedo con algo positivo. De todas sus películas,  señor Shyamalan, me llevo algo positivo. En pocas ocasiones puedo decir que el resultado de sus ideas sobre la pantalla sean un desastre absoluto, y reconozco que La trampa es una película difícil de olvidar tras el visionado, que tiene escenas realmente potentes y que, si te pilla con la guardia baja, es notable. Lástima que, de tanto estirar el chiste, al final pierda la gracia. 

Tráiler:

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Ficha técnica:

La trampa (Trap),  EUA, 2024.

Dirección: M. Night Shyamalan
Duración: 98 minutos
Guion: M. Night Shyamalan
Producción: Blinding Edge Pictures
Fotografía: Sayombhu Mukdeeprom
Música: Herdís Stefánsdóttir
Reparto: Josh Hartnett, ArielJoy Donoghue, Saleka, Alison Pill, Hayley Mills, Jonathan Langdon, Marnie McPhail, Vanessa Smythe, Malik Jubal

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