Críticas
El querer y el merecer
Cónclave
Conclave. Edward Berger. Reino Unido. EUA, 2024.
Nada más controversial y problemático que hablar de religión, sea en una reunión, en un ascensor o en el cine. Todos tenemos opiniones y creencias diferentes, y creo que jamás lograremos ponernos de acuerdo. Si fuera así, casi todas las guerras y conflictos de este mundo llegarían a su fin y finalmente podríamos vivir en paz. Mientras llega ese momento, el genial Edward Berger nos deleita con una deliciosa obra de arte, su más reciente cinta, Cónclave (Conclave, 2024), basada en el libro de Robert Harris y adaptada por el libretista Peter Straughan, un experto en convertir libros al audiovisual con ejemplos como El jilguero (The Goldfinch, John Crowley, 2019) y El topo (Tinker Tailor Soldier Spy, Tomas Alfredson, 2011).
El cardenal Lawrence (Ralph Fiennes) es designado para dirigir el cónclave que elegirá al nuevo Papa de la Iglesia católica tras la muerte inesperada del Sumo Pontífice. Mientras los cardenales que harán parte de este antiguo ritual van llegando, se van revelando enredos, mentiras, manipulaciones y secretos que esconden las sagradas y majestuosas paredes del Vaticano, el país más pequeño del mundo y uno de los que más influencia tiene.
Todo se convierte en un delicado juego de estrategia, un ajedrez repleto de jugadores mezquinos e interesados, que en 72 horas eligen a un nuevo Papa que lidere la Iglesia católica, y los giros que da la historia son para alquilar balcón. ¿Quién merece ser Papa? ¿Quién quiere serlo? ¿Dónde está el verdadero mérito del líder de la Iglesia católica en el mundo? ¿Y las mujeres, dónde quedaron? ¿Por qué no cuentan en la Iglesia católica como debieran? ¿Acaso no son mayoría en el mundo? Todo este tipo de preguntas va apareciendo a medida que este emocionante thriller avanza y nos tiene al borde de la silla.
A veces se siente como la serie británica Downton Abbey (2010-2015), donde se mostraba a la aristocrática familia Crowley y todos sus sirvientes, cuyo trabajo hacía que la gran casa funcionara a la perfección. En Cónclave, vemos a los altos círculos del Vaticano, compuesto por los cardenales, obispos, sacerdotes y todo los hombres que organizan este magno evento, así como a los que realmente hacen que la magia suceda: las personas de seguridad que revisan minuciosamente cada rincón, los ingenieros que revisan la Capilla Sixtina para evitar filtraciones y proteger la votación, las monjas que se encargan de organizar las habitaciones de todos los invitados, los que preparan la comida para tantos religiosos hambrientos, y solo de comida… Todo con un detalle y un orden impecables, es un deleite para el espectador ser ese espía silencioso que presencia algo que se ha mantenido en secreto desde siempre.
Abundan los preciosos planos secuencia, elegantes, fluidos, que nos dejan ver el gran trabajo de producción para reproducir lo más fielmente posible el Vaticano y sus salones privados, empezando por la Capilla Sixtina. La fotografía es precisa, con planos que hablan por sí solos y abunda el silencio, solo tenemos que abrir los ojos y deleitarnos. Los detalles son clarísimos, los primeros planos de caras y manos nos hablan más fuerte que las propias palabras. La música es maravillosa, es otro personaje más, que le aporta el ambiente necesario a lo que vemos y alimenta, especialmente, el suspenso y la tensión que se maneja alrededor de la elección de un nuevo Papa.
El sonido es una herramienta clave para esta historia. Los silencios son importantísimos, claro está, reflejan la profunda solemnidad del Vaticano y el momento de transición que conlleva la elección de un Papa nuevo, pero también está presente todo lo que está fuera de las paredes de este recinto. Aunque no se ve una sola persona fuera de los “empleados” de la Iglesia católica, siempre escuchamos al público en la Plaza de San Pedro, que se llena de curiosos y creyentes hasta que el humo blanco indique la elección de un nuevo Pontífice, así como ambulancias, policía, noticias, gente hablando… Se crea un universo gigante allá afuera que únicamente escuchamos, son sugerencias para que el espectador deje volar su imaginación. Y, al final, esto tiene una razón, claro: nada de lo que sucede afuera importa. Estamos en el Cónclave, acá es donde debe estar centrada nuestra atención.
Sobran las razones para estar pendiente de la pantalla: Ralph Fiennes está mejor que nunca, quizás sea uno de los mejores roles de su carrera y el favorito para llevarse el Premio Oscar que tan esquivo le ha sido hasta ahora (aunque Adrien Brody puede sorprender con su segundo galardón). Stanley Tucci, John Lithgow, Isabella Rossellini (nominada al Oscar por esta interpretación), Brian F. O’Byrne y Sergio Castellitto complementan el reparto principal, con interpretaciones que se roban la atención cuando llenan la pantalla. Son pocos sus momentos, pues Fiennes lleva toda la carga dramática, pero sus apariciones son memorables, contenidas, poderosas, complementadas con un guion muy delicado, que nos muestra ese microcosmos del Vaticano como una realidad universal de las influencias del poder y cómo realmente funcionan los hilos de este mundo.
Sorprende que las críticas aseguren que el final es “disparatado”. Para mí, fue claro desde el comienzo hacia donde se encaminaba la historia y su propósito, por ello, el final que nos presenta es adecuado y consistente con lo que se ofreció, y hasta con varios de los diálogos que se presentan a lo largo de la cinta: «La Iglesia no es la tradición. La Iglesia no es el pasado. La Iglesia es lo que hagamos en adelante». En la vida real, sabemos que el resultado sería otro. En la ficción, el que más se esfuerza con trabajo y dedicación (sea este honesto o no) es quien puede recibir el premio, el que realmente “lo merece”.
En el mundo en el que vivimos, tanto esfuerzo a veces no lleva a nada, solo a decepciones y a descubrir que las cosas son como los poderosos quieren (llámense jefes, directores, políticos, adinerados, etc.). Esta es casi una lección de resiliencia, una fábula en la que el dark horse, como dicen en inglés, o el as bajo la manga (aunque no sea esa la traducción más adecuada, pero para el ejemplo funciona) es el que puede ganar. Lo hemos visto en la elección de presidentes, mandatarios, reinas de belleza y hasta en los premios Oscar.
Y hablando de premios, Cónclave ya recibió, a comienzos de 2025, el Globo de Oro a Mejor Guion, además de doce nominaciones a los Premios BAFTA, dos nominaciones a los premios del Sindicato de Actores de Hollywood (SAG) y ocho nominaciones en los Premios Oscar 2025, inlcuyendo Mejor Guion Original, que es mi apuesta segura. Debería llevarse más galardones, pero, por alguna razón, los críticos están obnubilados con la desastrosa Emilia Pérez (Jacques Audiard, Francia, 2025). ¡Qué despropósito! Dejar pasar esta deliciosa joya en la temporada de premios por elogiar la visión de un francés sobre un conflicto latinoamericano del que no tiene idea y ni siquiera investigó. ¿Qué le pasa a la industria del cine? Solo Dios sabrá…
Tráiler:
Ficha técnica:
Cónclave (Conclave), Reino Unido. EUA, 2024.Dirección: Edward Berger
Duración: 120 minutos
Guion: Peter Straughan
Producción: Edward Berger, Peter Straughan, Ralph Fiennes, Robert Harris, Alice Dawson, Juliette Howell, Michael Jackman, Tessa Ross
Fotografía: Stéphane Fontaine
Música: Volker Bertelmann
Reparto: Ralph Fiennes, Stanley Tucci, John Lithgow, Brían F. O'Byrne, Isabella Rossellini, Sergio Castellitto, Carlos Diehz, Jacek Koman, Lucian Msamati