Críticas
Una perspectiva diferente acerca del Holocausto
A Real Pain
Jesse Eisenberg. EUA, 2024.
Comedia dramática de contenido agridulce; nos introduce en el universo de dos primos judíos de características disímiles. Jesse y Benji deciden viajar a Polonia en una excursión. El motivo es conocer la casa donde vivió su abuela recientemente fallecida. Recorrerán algunos sitios del país en grupo, para apartarse, al final del trayecto, con la intención de conocer la vivienda. Durante el viaje podremos apreciar, no solo las diferencias, sino también las maneras de concebir y afrontar el sufrimiento que ambos padecen.
Los personajes se roban la escena, en especial Kieran Culkin; su hiperactividad arrastra a su benévolo primo (Jesse Eisenberg) hacia “audaces” momentos, donde la improvisación resulta molesta para alguien que siempre pretende tener el control. Ellos son Benji y David; perfiles claros: un bipolar en fase de permanente euforia y un obsesivo presto a detener siempre la acción. La paradoja es que quien no controla es quien mantiene el control, Benji siempre obtiene la complacencia de su primo.
La cinta no deja de establecer paralelismos entre los sacrificios del Holocausto y el buen pasar de los judíos del presente que, pese a las recorridas y homenajes, se conservan bien distantes de los padecimientos del pasado. El esfuerzo por generar un clima de empatía culmina en sobrias frases que contrastan con la sensibilidad de Benji, quien se empecina en experimentar la emoción de primera mano.
Una vez, los nazis tuvieron el control, ahora, el control versa sobre las propias emociones; Benji advierte la necesidad de un respeto ancestral traducido en acciones de beneplácito hacia la memoria. No viajar en primera clase, participar de la puesta en escena de un monumento, colocar piedras sobre una lápida; rituales improvisados necesarios en el combate al dolor. Por eso, la película es también una muestra acerca del manejo del sufrimiento. La hiperactividad de Benji oculta el desasosiego interno ventilado en el discurso y los temores de David. Ese personaje afable, emotivo, cariñoso, emocionalmente expuesto, intentó suicidarse con fármacos. Detrás de la euforia se esconde la fragilidad. Ducho en las relaciones sociales, y hasta con fuerte cualidad emotiva, Benji es prisionero de su propia vulnerabilidad. El temperamento inestable envuelve las relaciones, contagia perspectivas que intentan trasladarse hacia la butaca. Se trata del legado del dolor en sus aproximaciones vinculadas a modos de ser y momentos vitales.
Fuertes chispasos de profunda intimidad denotada por Benji y explicitada por David; la atrevida complementariedad nivela la comedia con una justa dosis de drama. Benji es osado, emocional, sociable; de su comportamiento se desprende mucha sensibilidad y la sospecha de un reservado sufrimiento que se traslada a la reciente pérdida de la abuela. David es desbordado por las demandas de su primo, a la vez, vive el prejuicio por la vergüenza en el exceso de confianza. En medio de las disculpas se siente en la obligación de dar explicaciones innecesarias. Es el eje que permite conocer más acerca de Benji.
La cinta juega con los vestigios de lo que fue y los monumentos recordatorios, como forma de generar un cordial relacionamiento con el pasado.
Los símbolos contribuyen a procesar el dolor, lo lúdico atraviesa los horrores de la guerra en el simulacro de un acto heroico del cual todos participan liderados por Benji. El homenaje es compartido, la escena oficia a modo de ritual confeccionado en el momento; la identificación suprime el dolor por los horrores en un artificio necesario. Luego, vendrá la tumba judía más antigua, la piedra salva el momento en el sentido homenaje a los ancestros. El punto culminante es la visita al campo de concentración, allí no hay como sostenerse, los amplios espacios inoculan la tragedia, no existen símbolos o rituales a mano, la experiencia impacta. Aflora la vulnerabilidad de Benji, el llanto no ofrece escapatoria. Momento clave, rescata la ausencia de lo imprescindible, la vulnerabilidad que expresa el ser humano tras la carencia de una defensa eficaz a partir del “como si”. La desolación del lugar supera cualquier tipo de narrativa, el impacto de la muerte golpea sensibilidades.
Eisemberg encuentra el equilibrio exacto entre drama y comedia, el desconcierto emerge ante una experiencia elocuente, difícil de poner en palabras. El sufrimiento alcanza a sensibilizar levemente, podemos imaginar lo que sucede a los personajes, pero siempre hay un matiz que introduce el freno, no alcanzamos a sufrir porque Benji, en su jovial accionar, matiza la tragedia. Sus penas se divisan mediante el filtro de una inferencia que recoge el testimonio sumado a un accionar expuesto en la amplia sensibilidad que reivindica su valía en la experiencia de la vida. La importancia de algo, a lo que no se nos permite acceder, es el pudor de un personaje delatado en el intento de suicidio. Su equilibrio es nuestro equilibrio, está diseñado para interceder con un halo de distancia acorde al respeto necesario para hacerse eco de horrores y sufrimientos mayores como los del Holocausto. La experiencia de Benji nos enseña que nuestros problemas pueden estar enlazados con catástrofes y activar emociones de descarga, pero su magnitud jamás puede compararse con lo que sucede en nuestros pequeños mundos. Es así, como el llanto se permite aflorar luego de la experiencia en el campo de concentración. La diferencia entre lo personal y lo colectivo, entre el dolor de la pérdida y la barbarie del genocidio, hay puntos de contacto, más no de comparación.
Un filme superior que debió estar nominado al Óscar con amplias posibilidades de obtener la estatuilla. La armonía del planteo resume un tema de capital importancia en 90 minutos de una obra profunda y disfrutable, con un guion rectilíneo pero eficiente, a cargo del protagonista y realizador Jesse Eisenberg. La actuación de Kieran Culkin pone los pelos de punta, se apresta a dar batalla frente Guy Pearce (El brutalista) y Jeremy Strong (El aprendiz), los otros puntos altos que compiten en la categoría. La espontaneidad hace carne en el dolor para poner sobre el tapete la esencia de lo humano en la asunción de una sensibilidad plena y carente de temores. La exposición es el intento de entender en el compartir, la razón es solo una caja de herramientas auxiliar que sostiene la emoción en la posibilidad de comprender.
Ficha técnica:
A Real Pain , EUA, 2024.Dirección: Jesse Eisenberg
Duración: 82 minutos
Guion: Jesse Eisenberg
Producción: Coproducción Estados Unidos-Polonia; First Look, Extreme Emotions, Fruit Tree. Distribuidora: 20th Century Studios
Fotografía: Michal Dymek
Reparto: Jesse Eisenberg, Kieran Culkin, Will Sharpe, Jennifer Grey, Kurt Egyiawan, Ellora Torchia, Liza Sadovy, Olha Bosova, Banner Eisenberg, Jakub Gasowski, Daniel Oreskes, Piotr Czamiecki, Krzysztof Jaszczak, Marek Kasprzyk, Jakub Pruski