Críticas
Amas el concepto más que a la persona
Los amores imaginarios
Otros títulos: Heartbeats.
Les amours imaginaires. Xavier Dolan-Tadros. Canadá, 2010.
No hay más verdad en el mundo que el delirio amoroso.
Alfred De Musset
Los amores imaginarios es el segundo film del director Xavier Dolan, en el que sus protagonistas, Francis (Xavier Dolan) y Marie (Monia Chokri), se ven envueltos en una competencia por conquistar el amor de Nicolás (Niels Schneider), quien se deja querer por ambos; su ambigüedad sexual no es un obstáculo, al contrario, es su fortaleza, una particular condición humana que desencadena sentimientos, emociones y malos entendidos, fincando amores imaginarios.
Los amores imaginarios es un film de ficción pero también es testimonial. La cámara convierte al espectador en testigo, en algunas ocasiones, ocular; en otras, haciéndolo partícipe al escuchar monólogos de personajes quejumbrosos que buscan respuesta al desamor y al rechazo que han experimentado. Personajes parcos, que viven del pasado, sin la capacidad de atender las oportunidades que el presente les ofrece.
Dolan muestra cómo el estado de enamoramiento puede concebirse tan sólo por el concepto que de la representatividad de alguien se tiene, es decir, una persona se enamora de una imagen, de un estilo de vida, de una forma preconcebida mentalmente, y tal vez inexistente, condición que marcará la naturaleza de las relaciones que se establecen, en donde las expectativas entre cada una de las partes difieren, fragmentando el alma a través del rechazo, derramando lágrimas como la única evidencia tangible de esa alma consignada al purgatorio.
Los personajes, aunque en su mayoría jóvenes, manifiestan un estado emocional que los hace parecer envejecidos, víctimas, utilizados y engañados, que no logran comprender que el amor es transitorio, que tan sólo puede durar un instante. El amor es dinámico, libre, no está condicionado a las ataduras y a la exclusividad. Los amores imaginarios se plantea como un juego de conquistas amorosas, en el que sus personajes, valiéndose del engaño y las contradicciones, utilizan las actitudes como la mejor arma para salir vencedores.
A través de planos cortos, cámara lenta y la música pop se magnifica la presentación del personaje de Nicolás, joven bisexual, adonis, poseedor de una carga erótica que lo rodea como una aureola, desde el primer momento ante el espectador. Y que nunca lo abandona. Ante esta representación apolínea, quién podría dejar de doblegarse; Nicolás lo sabe y lo utiliza.
La música es un factor que predomina en la narrativa y ritmo del film, los protagonistas se erotizan por medio de las notas musicales, escenas alternadas que generan una atmósfera de miradas desafiantes y, a la vez, motivantes, y que permite al espectador percibir seres que se deslizan; el amor los hace marchar de una forma como si apenas tocaran el suelo.
La invitación de Nicolás genera y preconiza el mejor de los encuentros, todo tiene que ser perfecto. A ritmo de Bang bang y en cámara lenta, Francis camina por la calle con una vestimenta que alude a un marino de la película de Fuegos artificiales (Fireworks, Kenneth Anger, 1947), con actitud reveladora de icono sexual alcanzable, al estilo James Dean, con un porte que homenajea a Marlon Brando y a Paul Newman, personajes lúdicos, mágicos, ambiguos e irreales. Escena alternada, de igual manera, con la llegada de Marie, que también camina por la calle encarnando a la siempre diva Audrey Hepburn con su vestido vintage en color rosa intenso, muy al estilo de Givenchy, que emana elegancia y estilo, una feminidad idolatrada por toda una generación.
Las difuminaciones prolongadas en negro, entre una y otra escena, dan al espectador una sensación de narrativa romántica contada en pequeñas historias, que se van hilando poco a poco y son aderezadas con paletas monocromáticas y tonos pastel. Un montaje cinematográfico de lo imaginario con insertos testimoniales: zooms y alejamientos bruscos, que provocan que el espectador se mueva entre lo real y lo fantástico, imágenes fundidas entre monólogos, sarcasmos y un canto al amor.
Deseos, afectos, pasiones y amor de Marie y Francis son vertidos con extraños, consumados en el sexo como única válvula de escape, para evitar que se conviertan en ira y frustraciones ante la indiferencia de Nicolás. Las escenas de Francis, con silencios prolongados, los planos cortos, la contemplación de su rostro sempiterno en el espejo, las cuentas en la pared del baño de los días transcurridos, no es más que evidencia de la desesperación interna incontenible que vive él por esperar tan sólo la oportunidad de volver a ver a Nicolás. Dos hombres en la intimidad, una paleta monocromática en verde, representando la frialdad de una relación fortuita, sin lazos emotivos que los una, se erotizan, cada quien con sus propias razones, sin que uno comparta los motivos del otro. Deseo y amor van juntos, por lo que no podía faltar el fetichismo, la ropa sucia de Nicolás le provoca excitación a Francis, que se masturba inconteniblemente. Al final, cuando la balanza se inclina, se desbordan las emociones, la atmósfera se hace tensa, los celos y los resentimientos se hacen presentes.
«Profunda insatisfacción guarda mi alma, nunca me mirarás como yo a ti. Amas el concepto más que a la persona, en lo cotidiano ya nada funciona». El juego de seducción no ha concluido.
Trailer:
Ficha técnica:
Los amores imaginarios / Heartbeats (Les amours imaginaires), Canadá, 2010.Dirección: Xavier Dolan-Tadros
Guion: Xavier Dolan-Tadros
Producción: Alliance Atlantis Vivafilm
Fotografía: Stéphanie Anne Weber Biron
Reparto: Xavier Dolan-Tadros, Niels Schneider, Monia Chokri.
Muy buen análisis, Me encanta la película. Una pequeña correción: las marcas del baño de Francis no marcan los días que pasan sino de los hombres que le han rechazado.
En total acuerdo con Miguel. Las marcas dibujadas sobre la pared del baño de Francis son la cantidad de hombres que le han rechazado, de ahí en más es un buen análisis.–