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Béisbol y cine

Béisbol y cine

El béisbol es un deporte que tiene ciertas características que lo distinguen de los demás deportes de pelota que se practican masivamente en el mundo. Quizás la más significativa es que los dos equipos se van alternando en sus posiciones de ataque y de defensa, lo cual hacen durante nueve oportunidades, denominadas entradas. Ocurren en este deporte nueve posibilidades para demostrar las capacidades de los equipos. En este sentido se podría decir que es un deporte que permite el desarrollo sistemático de habilidades basadas en la repetición y en la práctica constante. Cada uno de los nueve jugadores tendrá, como mínimo, la oportunidad de tener tres turnos de batear y de anotar puntos, además de contar con nueve turnos de apoyar al equipo defensivamente, evitando que el contrario anote puntos. Es obvio que el concepto de turno y el de entrada confieren un sentido de orden al juego, lo mismo que las posiciones que ocupan los jugadores en el campo defensivo, claramente definidas y zonificadas.

Pero en medio de todos estos ordenados conceptos, se crean unos espacios explosivos y creativos que le confieren un sentido de aventura y de sorpresa al juego. El mayor de ellos es el enfrentamiento entre dos hombres: el lanzador y el bateador, enfrentamiento que ocurre siempre nuevo, inesperado. Actúan como testigos directos el receptor o catcher, en unión íntima con el lanzador y el juez o umpire, ser supremo que señala si los lanzamientos fueron o no acertados. El enfrentamiento entre lanzador y bateador es supremamente tensionante para ambos y se dirime a base de fuerza, velocidad, atención, ganas, habilidad y cierta dosis de malicia y de suerte.

Este deporte, a pesar de que se practica en un buen número de países, es típicamente estadounidense, sin importar que Cuba haya sido el que más campeonatos ha ganado o que en Japón sea el que mayor difusión tiene entre sus escolares. El fenómeno de las grandes ligas y de los campeonatos anuales por zonas o conferencias, que culmina en la “serie mundial”, tiene un gran sentido comercial y arrastra multitudes en Estados Unidos. No es de sorprender entonces que el cine de este país y el béisbol tengan una larga historia de contactos y amoríos, que se manifiesta en unas doscientas películas en las cuales este deporte tiene protagonismo. Tampoco es extraño que cuando tales películas se convierten en éxitos de taquilla, lo normal sea que los ingresos grandes se den en dicho país y muy poco por fuera de él. De hecho puede suceder que una buena película, como Moneyball, no sea adecuadamente apreciada en el resto del mundo, ya que se refiere a una historia de un gerente de un equipo de béisbol, tema que puede antojarse como poco interesante para los no iniciados.

El cine es esencialmente creativo y los temas pueden ser escenarios en los cuales se desliza la totalidad de la vida. En principio todos los temas se pueden colar a través de la puerta del béisbol en el cine. En cualquier lista de películas relacionadas con el béisbol se aprecia que la mitad al menos es del género comedia y buena parte de los demás son dramas. Otras más cuentan las biografías de beisbolistas, varias referidas al más famoso de todos, Babe Ruth. Otras tantas son del género documental, referidas a personajes o historias de equipos, entre ellas las filmadas en los dos últimos años para una serie de TV de ESPN.

Béisbol y cineEl deporte, naturalmente, es un eje transversal de todos los espacios de la vida. Incluso, tratado con la magia del cine, puede llegar a trascender la vida misma y convertirse en un asunto del más allá, como se aprecia en Charlie St. Cloud (Más allá del cielo, Burr Steers, 2010). En esta curiosa cinta, Charlie, una joven promisoria figura del deporte de las regatas se ve involucrado en la muerte accidental de su pequeño hermano, a quien le había prometido entrenarlo en el béisbol. A raíz de esta tragedia, Charlie pierde el rumbo y pasa sus días como empleado de cementerio por años, manteniendo un misterioso contacto con su hermano que supera a la muerte misma. Diariamente, al sonar un disparo de cañón que convoca a los veleros del puerto, los dos se reúnen, se dedican a practicar su juego preferido y conversan entre lanzamientos de pelota. Curiosa imagen de lanzamientos de béisbol en una especie de diamante que enlaza el mundo de los vivos con el de los muertos.

Béisbol y cineSiguiendo con esta singular línea trascendente-deportiva-espiritual vale la pena referirse a Field of Dreams (El campo de los sueños, Phil Alden Robinson, 1989). En este filme, nominado a cuatro premios de la Academia, incluido el de mejor película, Kevin Costner hace el papel del granjero Ray Kinsella, quien inesperadamente oye una voz que le dice: «si lo construyes, él vendrá». Los que le sugiere la voz es construir un campo de béisbol en sus campos de cultivo. Cuando se decide a seguir la voz, a pesar de las dudas que lo asaltan y de los consejos de los que lo rodean, desata la visita de una legión de famosos personajes del béisbol ya muertos que vienen a jugar en este campo de los sueños en que se convierte su diamante rural. También aparece su padre, admirador de una de esas viejas glorias. Entonces queda claro que todos estos eventos suceden para que Kinsella (Costner), quien estaba enemistado con su padre en el momento de su muerte, consiga aliviar sus pesadillas espirituales y sanar la relación con su progenitor. Curiosa imagen del béisbol como pretexto de sanación de viejos complejos y bálsamo curativo para desuniones familiares y traumas personales.

Béisbol y cinePasando del drama a la comedia, pero todavía rozando lo espiritual, ya en modo definitivamente divertido, que se adentra en lo mágico-erótico, está la magnífica película Bull Durham (Búfalos de Durham o La bella y el campeón, Ron Shelton 1988), también protagonizada por Kevin Costner, quien hace el papel de “Crash” Davis, un receptor ya veterano contratado para entrenar a un lanzador novato en su avance hacia las grandes ligas. Aparece entonces una tal Annie Savoy (Susan Sarandon), autoproclamada sacerdotisa de la “Iglesia del Béisbol”, quien se dedica cada año a entregarse a un jugador del equipo de los Bulls y a entrenarlo como su estudiante, en medio de romances sagrados. Eventualmente, Annie se enamora de Davis, motivada en buena parte por un memorable discurso en el cual éste declara cuáles son las cosas en que cree, y deja sus prácticas promiscuo-vestales para dedicarse solamente a él. Así, los dos personajes dejan una fase de sus vidas y entran en una más madura y equilibrada, mientras danzan quietamente en una sala en medio de velas encendidas. Curiosa visión del béisbol como templo de las vicisitudes del amor, que oscila entre lo cortesano-pagano y lo hogareño. Esta combinación de deporte con suave erotismo llevó a Bull Durham tanto al éxito comercial como a la aceptación de la crítica, a pesar de su bajo presupuesto.

Béisbol y cineDejando los planos esotéricos, nos encontramos con la cinta referida al béisbol que más ingresos ha registrado, A League of their Own (Ellas dan el golpe o Un equipo muy especial, Penny Marshall, 1992). En los años cuarenta, mientras Estados Unidos estaba en la guerra y el béisbol a punto de desaparecer, un grupo de mujeres (entre ellas Madonna, como Mae Mordabito, jardinera central) forma un equipo femenino. Además de demostrar de qué son capaces, se las tienen que haber con un entrenador más bien fastidioso y borrachín, Jimmy (Tom Hanks), que intenta a duras penas hacer de todas las chicas verdaderas jugadoras de béisbol. Jimmy se debe enfrentar a ciertas singularidades femeninas en un deporte bien dominado por los hombres. Curiosa oportunidad para crear escenas de contraste entre lo masculino y lo femenino, como aquella en que señala el entrenador que en el juego del béisbol no hay espacios para llorar; en cambio, sí se permite cierta agresividad, aunque sea entre entrenadores y entrenados; no importa que el umpire pueda expulsar a los culpables.

Béisbol y cineEn The Rookie (El Novato, John Lee Hancock, 2003) se cuenta una magnífica historia de persistencia y de retorno. Jim Morries (Dennis Quaid) fue promesa en su juventud, pero una lesión puso fin a su carrera. Ya casado y con hijos, es profesor de química y entrenador de béisbol en un colegio. De pronto la fantasía del cine lo arrastra a una espiral de pruebas y hazañas y su brazo de lanzador veloz lo lleva hasta las grandes ligas, contra todas las probabilidades. Curiosa fantasía la del béisbol, que puede hacer que un oscuro y veterano profesor de química se convierta en el novato del año, algo reservado a las jóvenes promesas. Esto solamente es posible es un deporte que centra toda su potencia en un acto singular: lanzar una bola a gran velocidad, en un big bang creador.

Como se aprecia en las estadísticas, el cine sobre el béisbol abunda en las comedias. Esto es fácil de entender si se observa la estructura del juego y los varios espacios que pueden generar risas y bromas: los umpires, vestidos con trajes negros ceremoniosos, de aspecto serio, juzgando sin apelación y sin perder la compostura jugadas que ocurren en apenas un parpadeo del tiempo, con decisiones que pueden significar desastre o gloria para el equipo; el diálogo entre lanzador y receptor, basado en extraños gestos, y la expectativa del bateador y el movimiento de la bola, que puede golpear gente, desviarse locamente o caer entre el público, generando mil posibilidades; el comportamiento del público, en general obsesionado, con una mezcla muy norteamericana de desparpajo, fanatismo, humor y alegría; las relaciones entre el entrenador y los jugadores, siempre sujetas a extremos que oscilan entre la adoración y la desobediencia que se burla y que sabotea.

Béisbol y cineCuando se habla de comedias, hay de todo. The benchwarmers (Los calientabancas, Dennis Dugan, 2006) es un cinta que aprovecha el clásico recurso de un grupo de amigos impopulares y poco hábiles que salen adelante cuando nadie lo espera. Esta especie de pandilla de tres se abre paso en forma poco ortodoxa, venciendo a base de trucos y bromas a sus sorprendidos rivales, no sin contar con la ayuda y los consejos de una de las glorias del deporte, Reggie Jackson, que aparece en persona en la cinta. Como sucede con frecuencia con las comedias, el filme recibió críticas negativas de los especialistas, pero tuvo una recepción positiva del público.

En Sandlot (Nuestra pandilla o Prohibido pasar, Hércules vigila, David Mickey Evans, 1993) se trabaja el tema de los amigos de barrio que disfrutan del béisbol en un lote del vecindario, atormentados por el feroz perro que atrapa las bolas que caen en el lote adyacente. De nuevo aparece, como tantas veces, el espíritu de algún famoso jugador, en este caso el del mítico Babe Ruth, para traer sabiduría y proponer metas a los jóvenes amigos, que terminan haciendo alianzas humanas y deportivas con el perro y con su dueño.

Béisbol y cineLa comedia romántica no podía faltar. Fever Pitch (The Perfect Catch, Amor en Juego, Peter y Bobby Farrelly, 2005) trata el tema de la obsesión de los fanáticos, especialmente los hombres, por el deporte, que los lleva a centrar su atención en los partidos por encima del amor mismo. En este caso la historia, que está basada en una obra inglesa similar referida al fútbol, ocurre en Boston, sede de los famosos Medias Rojas. Buena parte de la acción ocurre en el tradicional Fenway Park y su “monstruo verde”, imponente muro desde el cual se desliza la protagonista enamorada para atravesar el parque en una escena inesperada. En las escenas del estadio se refleja todo ese ambiente especial del béisbol, con momentos muy bien logrados, divertidos y reveladores de la magia de este deporte tan singular. Magia que en esta cinta logra armonizarse con la del amor, que finalmente sale triunfador.

Béisbol y cineEl deporte siempre será un tema atractivo para el cine. En él se combinan las emociones, la inteligencia, el cuerpo y la mente. El béisbol es un deporte muy particular y seguramente irá invadiendo esos espacios y países que todavía no lo entienden o lo disfrutan, quizás de la mano del cine, ese arte, ese medio que todo lo penetra y que todo lo puede.

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