Críticas
Un esfuerzo por la culpa liberada
A propósito de Elly
Otros títulos: About Elly.
Darbareye Elly . Asghar Farhadi. Irán, 2009.
Si bien, no el mejor, uno de los filmes más importantes del realizador iraní. Trunco retrato, de una tímida visitante, en microclimas veleidosos que tensan relaciones desde la tragedia inesperada. Farhadi nos hace saber de circunstancias penosas teñidas por un deseo de ajenidad que resiste su concreción.
Elly es invitada a un paseo en convivencia con amigos. Lo inesperado pondrá en jaque los vínculos habituales. La tensión encontrará una permanencia reticente a elucubraciones liberadoras; permanecerán amparadas en un marco de incertidumbre. Juego de especulaciones en ausencia de rumbo fijo, la razón apela a un alivio jamás alcanzado; la cámara en mano se encarga de preservar un nerviosismo reforzado por la torpeza. Los golpes contra objetos coexisten con las dificultades para encender un anafe. El caos se desata en la mente de los participantes, la alegría del compartir abre paso a oscilaciones, es el temor por la responsabilidad. La presencia se transforma en ausencia, una búsqueda que intenta desarticular la imagen de quien no alcanza a registrarse ante tanta alteración de lo cotidiano.
Todo sucede “a propósito de Elly”, eje de la trama carente de relevancia en participaciones directas. La implicancia, desde lo que no importa, se traduce en la gravedad, hechos de los que todos pretenden permanecer alejados. Es lo interesante de la condición humana: el “yo no fui”. La expansión cala hondo en la moral, es ajenidad en la tragedia.
Juego de justificaciones, tentativa para el alivio en medio de sucesivas intencionalidades ocultas, que nos van legando la comprensión en cuenta gotas. El guion se las ingenia en un progreso paulatino, no devela reacciones, caen por su propio peso, de modo relacional, espontáneo; grotescos trazos comienzan a afinarse en medio de realidades familiares, lo humano está de por medio.
Lo inconsulto mimetizado en el bien común, abuso de lugares de “poder” ingenuamente usufructuados; Sepideh, en su postura desgarbada, es artífice oculto, referencia para cada punto álgido.
La historia ofrece mojones, comunicaciones dosificadas a manera de evolución, los silencios descansan en la confianza de un liderazgo tan impulsivo como pseudoredentor.
Farhadi sabe abrir el abanico a una incertidumbre plagada de temerosas hipótesis necesitadas de aval. La mecánica deja al espectador ante lo incierto, el proceso de los personajes se filtra en la desesperación por su acceso a la verdad absolutoria. El condicional campea ante una llave esquiva, inimaginable por momentos. Catástrofe vislumbrada que se rinde ante la lógica, múltiples tentativas de justificación resbalan frente al rompecabezas de la vida. Cosas que suceden, en marcos habituales, se recortan en perfiles que complican lo cotidiano en situaciones de “emergencia”. Es el momento, el sentido cae sobre nosotros en pequeñas, pero firmes dosis, podemos saber qué está ocurriendo.
Cine sin transiciones, puntos colgados al disimulo, las pistas se ocultan mediante pequeñas discontinuidades que se pierden de vista a la interna de un guion bien estructurado. Elly, la cometa, nada más…qué pasó…el espacio es mínimo, aunque alcanza para generar incertidumbre. De la algarabía y goce se pasa a la angustia y desesperación derivadas de la incertidumbre en contexto de catástrofe. Se desata la crisis, la otra cara de los vínculos humanos.
El autor llega a justificar la “violencia de género”, en medio de coordenadas que la posibilitan, para trasladarla a un segundo plano ante una trama que necesita atender cuestiones más urgentes. Todo queda en el lamento, la palabra y la imagen nos trasmiten lógicas atenuantes, movimientos nerviosos adosados a una racionalidad de guion que permite comprender lo humano en varias facetas. Casi podría decirse que nos reconocemos en la ausencia de control, en la fragilidad ante estados de ánimo incapaces de transitar hacia la calma.
El epílogo define una resolución redentora, solo accesible a último momento. Farhadi no pretende indagar en el personaje que otorga título a su obra; solo es un instrumento al servicio de la exploración, genera un intríngulis grupal, una persistente tensión que es respuesta humana ante la culpa;.
Ambiente “familiar” recreado a la perfección, los constantes movimientos de cámara imprimen un continuo dinamismo al vínculo. De la alegría a la tensión, la culpa y la redención, bajo el paraguas de una moralidad que pretende ser rescatada desde argumentos y teorías. Las “malas conciencias” oscilan entre tragedia y asunción.
Puesta en escena hacia la naturaleza y precariedad del mundo y las relaciones; siempre sucede lo que no parece que fuese a suceder: un alojamiento con cambio de rumbo, las implicancias del accidente, lazos familiares que semejan lo que no son. Un circuito de “engaños”, manipulaciones y calamidades transita por el progresivo hilo conductor tironeado desde un personaje del cual solo sabremos lo necesario. Elly existe, es una misión, un “a propósito de” alguien que tironea de la trama en presencia o elisión; un fuera de campo persistente en el discurso, una asociación a proyecciones constantes que definen la necesidad de un personaje, no diríamos enigmático, pero sí fragmentario, desconocido para sus anfitriones.
Vidrios rotos que denuncian la torpeza en las comunicaciones, recordamos la escena en la que Elly pasa, a través del agujero en la ventana, una pala con vidrios rotos que Ahmad, en un fallido intento por colaborar, desparrama en el suelo.
La cinta es un drama que crece a medida que se asocia a un formato de “thriller moral”; la tensión se traslada de los peligros reales a los existenciales. En el ojo de la tragedia está el humano y las repercusiones en el deber ser. Elly encierra la razón de las incógnitas, interpela desde lo enigmático.
La excusa retorna, una y otra vez nos situamos ante una dinámica generadora de expresividad, sobreviene el caos en la prolijidad de una cámara inquieta, aunque efectiva, y en conjunción con las precisas labores de los actores.
Un sentir de estados despunta con exactitud, circula por fuera de exabruptos que puedan fomentar cualquier tipo de grandilocuencia ajena a la trama. La historia no tiene más vericuetos que los que transitan las conciencias, allí está el motor del “thriller”, la acción externa es consecuencia, no hay motivación que sobrevenga en desesperación ante el desastre. La muerte no es la pérdida, sino la dificultad de aceptarse a sí mismo, de ajustarse en adecuación a un marco de tragedia.
Sepideh será otro motor, los descubrimientos están amarrados a elecciones y promociones secretas que juegan en presencia y ausencia de Elly. Esa articulación funciona, empuja el progreso de un guion que se las ingenia para mantener alerta al espectador. Un juego de “secretos” develados, en tiempo y forma, dosifican avances que anticipan la avidez; jamás sentimos huecos que estropeen el necesario in-crescendo en la tensión.
Un ejercicio puramente cinematográfico que se impulsa en austeras e impecables puestas en escena anudadas a movimientos de cámara que articulan la precisión para dar la idea de desorden. Paradoja esencial que demuestra las habilidades de uno de los mayores talentos cinematográficos del siglo XXI.
A propósito de Elly fue galardonado, en los Festivales de Berlín (2009) y Tribeca (2009), con los premios al mejor director y película respectivamente. Ya se vislumbraba la impronta de un autor que sabría consagrarse a futuro; Nader y Simin, una separación (2011) y Un héroe (2021) serán los puntos más altos en la carrera del realizador iraní.
Ficha técnica:
A propósito de Elly / About Elly (Darbareye Elly ), Irán, 2009.Dirección: Asghar Farhadi
Duración: 119 minutos
Guion: Asghar Farhadi. Historia: Azad Jafarian, Asghar Farhadi
Producción: DreamLab Films
Fotografía: Hossein Jafarian
Música: Andrea Bauer
Reparto: Golshifteh Farahani, Taraneh Alidoosti, Mani Haghighi, Saber Abbar, Shahab Hosseini, Merila Zarei, Peyman Moaadi, Rana Azadivar, Ahmad Mehranfar
Excelente comentario que agradezco y comparto.