Reseñas de festivales
A vingança de uma mulher
Rodada en espacios teatrales, con una fuerte carga literaria y extensos monólogos, la adaptación del cuento homónimo de Barbey d’Aureville, A vingança de uma mulher, fue la obra más destacada por los organizadores, de la retrospectiva dedicada a Rita Azevedo Gomes.
El cine de la directora portuguesa tiene una impronta estética romántica, con una puesta en escena pictórica y largos textos retóricos. La cámara acompaña con morosidad, como un pincel que acaricia el lienzo, mientras los personajes adoptan posiciones de modelos vivientes, cuyos trajes de telas gruesas los aprisionan en situaciones sin retorno. Se nota tras la mano de Azevedo Gomes un riguroso tratamiento del guion, una apasionada mirada sobre la composición del encuadre y un conocimiento literario de peso, que sabe transmitir al espectador. Teatro, pintura y literatura puestos al servicio del cine en una obra cargada de oscuro romanticismo.
A vingança de uma mulher consta de un prólogo y un epílogo. Lo demás es un monólogo que se extiende largamente, mientras la figura de la mujer se desplaza en escasos espacios de la estancia. Estamos ante uno de los pocos casos en que el cine se apoya más en los parlamentos que en las imágenes. Todo lo que sucede se desgrana del extenso discurso de la dama.
Hay influencias de Manoel de Oliveira en su obra. Lo constatamos en el homenaje que Azevedo Gomes realizó al director con motivo de su 98º cumpleaños, Parabens Manoel de Oliveira, que también se vio en el Festival. Un recuento de imágenes seleccionadas de su filmografía, como si fuera una composición musical, que daba cuenta de una obra extensa, coherente y poética.
Los registros artísticos de Azevedo Gomes también pueden constatarse en el cortometraje A Coleção Invisível, una pequeña obra inspirada en el cuento homónimo de Stephan Sweig, en homenaje a la alicaída Cinemateca Portuguesa. La historia cuenta los últimos días de un hombre que ha guardado por años una colección de estampas pintadas, largamente codiciadas por los expertos. Su hija se ha debido deshacer de ellas para poder mantener al padre ciego. Un coleccionista visita al hombre, presionado por la hija para que simule estar ante la verdadera colección que ya no existe. Azevedo Gomes logra mantener el suspenso durante todo el tiempo, mientras los protagonistas van internándose cada vez más en un callejón sin salida. Hermosa metáfora para hablar de la colección fílmica perdida o deteriorada por la inoperancia oficial en el archivo fílmico de su país.
Esta sí ha sido una verdadera sorpresa del Festival. Y se agradece.
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