Críticas
El adiós a una época
Adiós a la reina
Les adieux à la reine. Benoît Jacquot. Francia / España, 2012.
La historia de María Antonieta y de su esposo, el rey de Francia Luis XVI, será siempre tema para el cine. Al fin y al cabo, se trata de revivir y de contar esos momentos de drama y de tragicomedia en que la Revolución Francesa arrasó con la vieja y orgullosa corte de Versalles. Acá los acontecimientos se cuentan desde la perspectiva del batallón se sirvientes y de cortesanos que acompañan a la bella reina durante cuatros ominosos días de julio de 1789, previos al desastre real.
En dos fugaces escenas se podría percibir el ambiente que quiere dibujar Jacquot en el filme. Muchos de estos seres humanos se comportan como si fueran ratas asustadas que luchan por sobrevivir, mientras abandonan un barco que se hunde. En una de ellas, Sidonie Laborde (Léa Seydoux), quien representa el papel de lectora de la reina (Diane Kruger) observa cómo su amiga, criada de la cocina, le muestra maliciosa una rata muerta que pende de su mano por la cola. En la otra, la joven lectora roza con su mano otra rata muerta que flota en las aguas, mientras pasea distraída en una barca por el lago del palacio. Son símbolos, también, de la muerte que flota en las aguas aparentemente bellas y tranquilas de los jardines palaciegos y que pende de manos aparentemente fieles y serviciales.
Es el comienzo del final de una época. Se nos muestra, en un par de escenas, a un rey débil, atropellado por las circunstancias, alejado e indiferente de su esposa, que es incapaz de tomar las decisiones correctas; si bien, acá aparece bien intencionado y opuesto a la violencia, incluso valiente para aceptar su suerte. La reina vive en un mundo irreal, ocupada de la moda y en otros asuntos más bien superficiales, con su atención desenfocada, caprichosa y variable. La corte y los sirvientes son especies de marionetas, haladas por un destino que no alcanzan a comprender, tan superficiales y vanas como sus señores. No es este un grupo de seres capaces de enfrentarse a una revolución, no hay en ellos heroísmo ni brillo, ni análisis profundo.
Es el ambiente del Palacio de Versalles, tal como nos lo imaginamos cuando se avecina el desastre: enormes corredores que se comunican con decenas de habitaciones y salas; los patios con soldados que marchan y los fastuosos lagos y jardines; lujosos cortinajes y vestimentas; conversaciones cargadas de chismes en todos los niveles; sirvientes que se dedican a miles de pequeñas cosas sin mayor sentido y, en medio de ello, nada, nada profundo o realmente interesante o medianamente estratégico. Es en este ambiente que se nos cuenta un asunto de lesbianismo real, un enamoramiento apasionado que atormenta a la reina en estos momentos fatales.
Todo lo vemos desde los ojos preciosos e inteligentes de Sidonie, que observa para que nosotros también lo observemos. Cuando ella se detiene, también lo hace la cámara; cuando ella se agita y se mueve, se apresura el filme. Así nos convertimos en espectadores privilegiados, penetrando en los aposentos de la reina, de forma siempre respetuosa, a veces furtiva; otras, siguiendo apresurados sus llamados caprichosos, inquietos ante sus cambios de genio, preocupados por la suerte que le espera. Nos enteramos de lo que piensa Sidonie por sus diálogos y apreciamos en ella a una extraña criatura, amorosa, atenta, un animal extraño en este tragicómico zoológico.
Hay que destacar el manejo absolutamente discreto que se da a la sensualidad en Adiós a la reina. No se cae en la tentación de filmar escenas de desnudez y de amor apasionado entre la reina y sus amantes mujeres, basta con registrar miradas, pequeños detalles y gestos y deslizar uno que otro diálogo entre escena y escena para darse cuenta. Las miradas de Sidone son enamoradas y silenciosas; las de la reina, inquietas, temerosas, huidizas; las de su amante, la duquesa Gabrielle de Polignac (Virginie Ledoyen), condescendientes y enigmáticas. Las tres forman un extraño trío amoroso que le da un sabor único e inesperado a la película, sorprendiendo al espectador, que quizás espera ver escenas de terror revolucionario y de cabezas nobles y reales que ruedan en las calles de París.
Bueno, es el adiós de una época, que si bien todavía da coletazos y retorna por momentos a las escenas del poder, se puede dar como cosa concluida en los anales de la humanidad. Es la época de las cortes y de sus círculos de poder, generalmente despóticos e ignorantes. La ilustración y la racionalidad en las esferas del Estado, promesa no cumplida de la Revolución Francesa, de todas formas llegó para quedarse, a pesar de las continuas resistencias de los distintos pequeños y grandes tiranos que todavía engatusan a algunas naciones del mundo.
Trailer:
Ficha técnica:
Adiós a la reina (Les adieux à la reine), Francia / España, 2012.Dirección: Benoît Jacquot
Guion: Benoît Jacquot, Gilles Taurand
Producción: GMT Productions, Les Films du Lendemain, France 3 Cinéma
Fotografía: Romain Winding
Música: Bruno Coulais
Reparto: Diane Kruger, Léa Seydoux, Virginie Ledoyen, Xavier Beauvois, Noémie Lvovsky, Vladimir Consigny, Julie-Marie Parmentier, Michel Robin
Interesante de netflix
Bon film
No está probado que la reina Maria Antonieta fuese lesbiana.No es seguro que esta pelicula narre un hecho historico.
Apasionante. Un suceso histórico con algo de imaginación agregada.