Reseñas de festivales
E agora? Lembra-me
E agora? Lembra-me es un diario filmado que Joaquim Pinto llevó de los meses en los que se sometió a un tratamiento experimental para la enfermedad que padece desde hace veinte años: hepatitis C agravada por el sida. Y es también una crónica del amor del realizador por su esposo y colega, Nuno Leonel, y un ensayo sobre la lucha de la vida contra la muerte, que comprende un relato de los esfuerzos para proteger a los árboles plantados y a la naturaleza de los estragos de la sequía, y meditaciones sobre temas que van desde la religión y los virus, y los esfuerzos de la ciencia para combatirlos, hasta los recortes presupuestarios a la salud pública en Europa y la incertidumbre sobre el futuro.
El filme del sonidista portugués, quien ha trabajado con Raúl Ruiz, André Techiné, Alain Tanner, Manoel de Oliveira y Rita Azevedo Gomes, entre otros cineastas, tiene como correlato visual del tema de la vida y la muerte una cámara con la que el realizador se filma a sí mismo, bien sea postrado en la cama o en movimiento, y con la cual transmite el sufrimiento y la angustia que le causan la enfermedad y las medicinas para las cuales es conejillo de indias. Se combina con primeros planos de insectos y otros pequeños animales en su ambiente, y abundantes planos abiertos de la pareja retozando con sus perros, tanto en el campo como en el hogar. Ellos son una celebración de la vida y del universo entero reflejado en pequeños lugares. Pinto también recurre en un par de secuencias a la animación, con dibujos y en stop motion. Es una técnica cuyo mismo nombre indica que consiste en dar vida a lo que no la tiene, lo que es otro correlato del tema del filme.
Si bien las meditaciones no alcanzan la profundidad ni la agudeza de las de un Chris Marker, por citar una referencia básica del género del ensayo, el manejo de la cámara, además del trabajo con el sonido, tanto del realizador como de su pareja, les permiten crear imágenes de sencilla belleza con los mínimos recursos de un relato íntimo. Esa es la principal fuerza que hace que la película se sostenga durante 164 minutos, con un nivel merecedor del Premio Especial del Jurado y del galardón de la crítica internacional en el Festival de Locarno en 2013. Y esa extensión es quizás también una manera de aproximarse en el tiempo al alcance que tiene la afirmación del ser de la vida sobre la nada de la muerte en la película. Puede incluso prolongarse más allá del fin, tal como sugiere el “lembra-me” del título, que significa “recuérdame” en español.