Críticas
Todas las desconfianzas
Al otro lado del muro
Westen. Christian Schwochow. Alemania, 2013.
Berlín Este, finales de los años 70. Una mujer, Nelly, junto con su hijo Alexej, cruzan la frontera que los separa del Oeste, con el derecho que les otorga la celebración de un matrimonio con un ciudadano de esa zona, enlace falso y remunerado, con la esperanza de iniciar una nueva vida y olvidarse del pasado.
Así comienza esta película del director alemán Christian Schwochow, con un guion realizado por su propia madre, Heide Schwochow, y basado en una novela de Julia Franck, Zona de tránsito (Lagerfeuer). Parece que también se mezclan sentimientos y recuerdos personales del realizador, quien, junto a su familia, consiguió atravesar el muro y tuvo que pasar largos y penosos días, casi confinados en un pequeño piso, sin trabajo y sin dinero.
La situación es mostrada a través de una cámara nerviosa, acorde con el estado de ánimo de los que consiguieron dar el salto, pero permanecieron en un centro de acogida, una especie de campo de refugiados, a la espera de superar los trámites burocráticos para acceder definitivamente al “paraíso”. Son necesarios doce sellos para llegar al cielo, y cada uno de ellos los va acercando más y más a la sospecha de que la diferencia entre ambos “Berlines” no es tan abismal. Los recelos, desconfianzas, espionajes o ultrajes hacia la dignidad de las personas se repiten en el lado occidental, y las esperanzas puestas en un futuro diferente van tomando tono amargo y difuso. Christian Schwochow persigue a sus personajes de cerca, por las calles, los pasillos de los centros oficiales o del campo de acogida con sus inmensas alambradas, y lo hace de una manera intensa, no perdiendo detalle, mostrando la cara de los protagonistas o configurando la escena por detrás del personaje, posiblemente intentando mostrar la fragilidad de los refugiados y las poderosas sospechas de que, es muy posible, que alguien esté vigilando.
El film relata un aspecto de la situación de aquel momento, bastante desconocida y poco tratada cinematográficamente: el estado prácticamente policial que aguardaba a quien osaba intentar entrar en el mundo libre, represión practicada fundamentalmente por parte de las fuerzas aliadas vencedoras de la Segunda Guerra Mundial, en especial estadounidenses, así como de servicios secretos propios de la República Federal Alemana, casi tan expeditivos como la ampliamente denostada Stasi, los servicios secretos de la zona oriental. También relata con solvencia la mirada o trato, en cierta medida despreciativo, del occidental frente a aquellos que les tocó en la zona oscura, a quienes consideraban más pobres, tanto económica como intelectualmente hablando. Resulta muy clarificadora la escena de los niños, inocentes en su reflejo de la perversidad de los mayores, que no dudan en maltratar físicamente al chico venido del otro lado, calificándolo como “tonto del Este”. También sobresalen los comentarios de un supuesto empleador para un puesto de investigador de ciencias químicas, aventurándose a afirmar que al otro lado del muro las investigaciones estaban más retrasadas.
La fotografía resulta ser uno de los mejores aciertos de la película, retratando una vida en tonos muy grises, pálidos, en consonancia con esa peregrinación de los refugiados por el centro y por las oficinas y espacios en donde deben conseguir sus “sellos”. En contraste, el color se transforma en vivo, muy saturado, en ciertos instantes en que parece que el mundo occidental nos ofreciera lo esperado, el colorido de la ciudad, de sus jardines otoñales, del recogimiento y calor ambiental de los cafés y restaurantes, del encanto de las floristerías, bien repuestas de surtidos y tonalidades. La banda sonora, muy discreta, igualmente destaca acertadamente, combinando música clásica, alguna diegética, de Bach, Beethoven o Schubert, con música contemporánea, reservándola para momentos de tránsito muy concretos.
La actriz protagonista, Jördis Triebel, consigue ir dibujando un personaje, que de la alegría y esperanza inicial, se va transformando prácticamente en una mujer paranoica, casi desquiciada, recelosa de todo y de todos, desubicada, pero a la vez arrogante y convencida de su propia estima. Obtuvo con esta interpretación en el año 2013 el premio de mejor actriz del cine alemán. Junto a ella, la acompaña en el peregrinaje su hijo en la ficción, Tristan Göbel, que vaga, atónito, por esa senda en la búsqueda de un futuro distinto, trasladando a la pantalla la personalidad de un niño que se ha amoldado a las carencias que le han tocado, y que intenta también seguir adelante, llevando consigo el trauma del padre ausente. Reveladora la colección que inicia en el Oeste: la de latas vacías de bebidas, latas que para él son un tesoro hasta entonces inalcanzable, mientras que para los niños occidentales son pura basura.
La película va transformándose en un thriller, generando un mayor suspense a cada paso y creando muchas expectativas por posibles vidas paralelas, pasados oscuros, espionajes muy encubiertos o duplicados, personalidades ambiguas y confusas motivaciones de actuación. Es ahí, precisamente, donde creemos que falla el film, en el remate de su guion, resultando demasiado pobre para las posibilidades sugeridas. Excesivos interrogantes se abren y prácticamente ninguno se cierra, dejando al espectador un tanto desilusionado ante la supresión de la resolución sobre muchos misterios. Hablando de supresiones, cabría también referirse a la linealidad del relato, a las elipsis, a la que, por cierto, sabe muy bien recurrir el realizador en determinados momentos, como cuando nos muestra, sin hacerlo, un ahorcamiento a través de su dibujo. En otra escena no recurre exactamente a la elipsis, pero casi consigue un parecido efecto, evitando parte de la crudeza de un linchamiento con una cámara en movimiento alocado.
En cualquier caso, la obra de Schwochow acierta plenamente en mostrarnos un universo casi desconocido, esas penalidades que tuvieron que soportar los alemanes del Este que intentaron ser aceptados “al otro lado del muro”, un calvario que empezaba con la propia desconfianza de las autoridades de la República Democrática Alemana, cuya primera e inmediata medida, cuando se enteraban de que habían solicitado el traslado, era despojarles de su trabajo, y seguía, sorprendentemente, en el Oeste, con casi el mismo clima de hostigamiento, prepotencia y hostilidad, ofuscados todos en luchar contra esa guerra fría, sucia y encubierta de secretos y contra-secretos, que intentaba retener los propios y robar los ajenos.
Tráiler:
Ficha técnica:
Al otro lado del muro (Westen), Alemania, 2013.Dirección: Christian Schwochow
Guion: Heide Schwochow
Producción: ö Filmproduktion. Zero One Film. Terz Filmproduktion
Fotografía: Frank Lamm
Música: Lorenz Dangel
Reparto: Jördis Triebel. Alexander Scheer. Tristan Göbel. Jacky Ido. Anja Antonowicz