Reseñas de festivales
Algunas chicas
Llegó al 16º Bafici precedida por su inclusión en la Sección Horizontes del pasado Festival de Venecia. Cuenta la historia de Celina, una médica que luego de una crisis matrimonial visita a Delfina, una amiga que hace tiempo no ve. Sus conflictos se suman a los de las otras mujeres que se encuentran en el lugar: Paula, Nené y María. Celina no encontró peor lugar para ir a aclarar sus dudas existenciales. El pasado la abruma y sus fantasmas se propagan en el ambiente, contaminando con sus sentimientos negativos a las otras jóvenes. Los dos personajes masculinos, Sergio y Esteban, sólo funcionan como decantadores de estados anímicos de las mujeres y desencadenantes de sus momentos críticos.
En una entrevista realizada en Venecia, Santiago Palavecino contó que envió un ejemplar de “Entre mujeres solas”, de Cesare Pavese, a sus actrices para que construyeran su personaje con total libertad. Luego ajustó el guion a las propuestas de las protagonistas y dejó que su director de fotografía, Fernando Lockett (a quien le debemos las imágenes más poéticas) las siguiera cámara en mano. Consiguió filmar un thriller, cuyos personajes se internan en una atmósfera cada vez más opresiva, a medida que se van desintegrando psicológicamente.
Narrada como una serie de pesadillas entrelazadas que no encuentran el momento de despertar, Algunas chicas nos introduce en un ambiente donde los fantasmas abruman a las protagonistas (y hay que decirlo: también al espectador), donde existe la constante referencia al suicidio como única manera de escapar a la angustia y donde las reiterativas recorridas de un espacio abierto al campo luce paradójicamente, como un laberinto con pasillos que solo llevan hacia la oscuridad.
Con un ritmo moroso y una cierta mirada misógina, la historia se pierde ante la representación de los estados anímicos femeninos, dejando la sensación de haber tenido una pesadilla sin conclusión, con los ánimos absorbidos por la angustia de los personajes y con la certeza de que en menos tiempo, Palavecino podría haber ofrecido una propuesta mucho más efectiva, que no alterara la paciencia del espectador.
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