Aliados

Cuando se trata de evocar un evento tan importante como lo fue la Segunda Guerra Mundial, podemos encontrar obras cinematográficas de las más variadas. Desde historias que abordan la temática estrictamente bélica, como Salvar al Soldado Ryan (Saving Private Ryan, Steven Spielberg, 1998), pasando por las que se inclinan por representar los horrores del Holocausto, como La Vida es Bella (La Vita é Bella, Roberto Benigni, 1997), e incluyendo en algunas el toque de Tarantino, como en Malditos Bastardos (Inglorious Basterds, 2009). Aliados es de esas películas que mezclan una historia romántica con espionaje, agregando el contexto de una de las guerras más significativas de la historia contemporánea.

Robert Zemeckis se ocupa de la dirección de Aliados, tratándose de la primera película que dirige, tocando la temática bélica, pero no dejando de hacer algo a lo que nos ha ido acostumbrando a lo largo de su filmografía: el cine de época. Ya desde sus inicios, con Regreso al Futuro (Back to the Future, 1985) ha viajado al pasado, logrando una puesta en escena insuperable, algo de lo que también  se puede jactar con otra gran película de su carrera: Forrest Gump (1994).

El espía canadiense Max Vatan (interpretado por Brad Pitt), llega a Casablanca, Marruecos, para ejecutar un plan de inteligencia de los aliados, que consiste en infiltrarse en las filas nazis para concretar un atentado. Es entonces cuando encuentra a su socia, una espía de la Resistencia Francesa llamada Marianne Beausejour (Marion Cotillard), quien para ese momento ya se encontraba infiltrada entre los altos rangos nazis y la high society alemana que vivía en el país del norte de África.

Todo gira alrededor de un dilema que debe enfrentar el personaje principal, Max Vatan, quien repentinamente se encuentra en una encrucijada. Miembros de la RAF (Royal Air Force o Fuerza Aérea Real) le indican que existen indicios de que su nueva esposa, Marianne, sería en realidad una espía alemana, enviando información de Londres a Berlín. Sobre este giro, la película toma otra dinámica completamente diferente, siendo esto una cuestión de vida o muerte para el canadiense. Si trasladamos este tipo de conflictividad a la filmografía de Zemeckis, podemos encontrar similitudes con los protagónicos de Lo que la verdad esconde (What Lies Beneath, 2000), Náufrago (Cast Away, 2000) y El Vuelo (Flight, 2012). Todos sus protagonistas presentan un enfrentamiento contra un factor externo o interno, como Michelle Pfeiffer enfrentándose contra los fantasmas de su casa en Lo que la verdad esconde; Tom Hanks debe superar la caída de su avión en una isla solitaria o Denzel Washington, un piloto que lucha contra sus adicciones y los problemas que las mismas acarrean.

Además de las excelentes interpretaciones de Pitt y Cotillard, acudiremos a un excelente trabajo de Jared Harris (como nos tiene acostumbrados), quien personifica a un General del Ejército Británico y que junto a otro oficial de Operaciones Especiales, interpretado por Simon McBurney, son los encargados de darle directivas a Vatan para concretar la difícil misión de desconfiar de su propia esposa.

En cuanto al apartado sonoro, Alan Silvestri se presenta nuevamente en una película dirigida por Robert Zemeckis, como lo hubiera hecho en otros filmes ya citados anteriormente, como los casos de Forrest Gump y Náufrago. Logra diferenciar muy bien ambas partes de la película, dándole la relevancia necesaria a la romántica primera parte, para luego, en la segunda, apoyarse en la trama que apunta más al suspenso, característico de los filmes sobres espías.

Zemeckis, quien ha participado en numerosas producciones junto a Steven Spielberg (alguien que sí ha dedicado gran parte de su filmografía a historias bélicas), explora un campo nuevo, demostrando, como nos tiene acostumbrados, un nivel excelente.

Tráiler: