Críticas
El lado oscuro del País de las Maravillas
Alice
Neco z Alenky. Jan Svankmajer. Checoslovaquia, 1988.
En 1865, Lewis Carroll regalaba al mundo una de las historias más alocadas, divertidas, originales y traviesas de la historia de la literatura. Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas jugaba con el absurdo y la ensoñación, y dejaba para el recuerdo la inolvidable galería de extravagantes personajes que ya son parte incuestionable de la cultura popular.
Por supuesto, el cine no podía permanecer ajeno a la cantidad de imágenes esperpénticas sugeridas por los textos de Carroll, y son incontables las películas que se han basado o inspirado en las correrías de la joven Alicia a través de mundos de fantasía. Quizá la más recordada sea la adaptación perpetrada por los estudios Disney en uno de sus más celebrados largometrajes animados, que forjaron la imagen mental que muchos tenemos de los protagonistas de la novela original. Incluso en tiempos recientes parece que la manida peripecia todavía tiene algo de interés cuando directores punteros como Tim Burton realizan un giro de tuerca a la historia de siempre (no con mucha fortuna, para ser sinceros, con el despeinado director en horas bajas).
Hoy me gustaría dirigir su atención, querido lector, a la interpretación de las aventuras de Alicia en manos del director checo Jan Švankmajer, cineasta de personalidad incuestionable y armado de un extraño y desasosegante universo visual. Alice (Jan Švankmajer 1988) es todo un carnaval de lo grotesco, repleto de criaturas extirpadas de pesadillas infantiles, cercano a los cánones del cine de horror, pero mezclado con la inocencia del cuento.
Švankmajer es atípico en las formas y el fondo. Su cine es mezcla concienzuda de influencias e intenciones, pero presentado con claridad perturbadora. En las películas del director checo paseamos por las profundidades del subconsciente, por la frontera que separa la realidad del sueño, un espejo donde se distorsiona lo cotidiano y se amolda a lo absurdo e incomprensible. Casi siempre deja a libre interpretación del espectador la reflexión acerca del contenido visual y filosófico de su obra, defendiendo el posicionamiento surrealista hasta las últimas consecuencias.
En el brebaje que resulta de la experiencia cinematográfica propuesta por el director checo encontramos especial predilección por la técnica del stop motion, mezclando sin tapujos la imagen real con la animación de criaturas deformes, cadavéricas, ecos de putrefacción y abandono. De Buñuel a Kafka, pasando por la tradición del teatro de marionetas de su país natal y el Grand Gignol, Švankmajer asoma al espectador a rincones ocultos de nuestra propia psique.
En Alice recurre a todos estos elementos para dar otra curiosa variación sobre el mismo tema, sin apartarse un ápice del texto original. De hecho, acepta sin tapujos la naturaleza de cuento y acerca la narración a la forma más pura de este, la tradición oral. Asistimos a un espectáculo casi mudo, que solo se ve alterado por la voz humana, a través de una niña que lee la historia de Carroll en algunos momentos puntuales. Los ruidos alucinógenos, enervantes y desconcertantes son el único apoyo sonoro que necesita el director para el toque extra de sordidez sensorial que añade desconcierto al espectador.
Nadie espera lo que Švankmajer ofrece en Alice. Es evidente el carácter onírico de la obra original, pero el artista checo multiplica las posibilidades de esa esencia del relato y transforma el sueño en pesadilla, que comienza desde la extravagante «resurrección» del conejo blanco, horrible criatura monstruosa arrancada de cuajo desde la fantasía perversa de un taxidermista. Estas emociones se intensifican con la posterior bajada de la niña Alicia a los infiernos, a través de la madriguera, testigo a su paso de todo un purgatorio de seres deformes, esqueletos y restos de lo que un día fue vida. En el camino de Alicia por el País de las Maravillas, olvidamos los coloridos parajes de otras versiones. En esta película priman los espacios cerrados, habitaciones decadentes, lugares olvidados y en declive. El sentimiento de opresión, de inevitable claustrofobia, enfatiza la odisea enfermiza de la niña, sin perder ni por un segundo el espíritu infantil original.
Por ello resulta todo más alucinado e hipnótico, porque el lugar común, ese país imaginario que debería resultar entrañable y conocido, es ahora amenazante, vacío, desconchabado, proyección oscura de la aventura cómoda y dicharachera que teníamos incrustada en la memoria.
Carroll, en su obra, apelaba al ingenio y al absurdo. La traducción de ese cosmos por parte de Švankmajer utiliza intenciones parecidas, incluido el afán experimentador, en este caso a través de la imagen. Eso sí, el atrevimiento del director se aparta de los elementos luminosos y abraza el tétrico componente sádico que, de manera sutil, esconde el viaje de Alicia. Los espectadores con cierto gusto por lo macabro encontrarán, en este rocambolesco viaje, una experiencia difícil de ignorar. La mirada del desprevenido visitante a este perverso País de las Maravillas queda envuelta en el desbarajuste trastornado de Švankmajer, provocador e ingenioso maestro de marionetas.
Alice es una adaptación tan fidedigna en lo literario como desafiante en el universo cinematográfico creado para la ocasión. El primitivismo lleno de fuerza perturbadora en las técnicas de animación de Švankmajer provoca sensaciones incómodas de irrealidad pesadillesca. En las fronteras del horror, el cuento de Carroll halla confortable sorpresa.
El camino de Alicia es de sobra conocido, pero nunca habíamos tenido un guía como Jan Švankmajer. Disfruten, pues, de este tenebroso paseo por lo imposible.
Ficha técnica:
Alice (Neco z Alenky), Checoslovaquia, 1988.Dirección: Jan Svankmajer
Duración: 86 minutos
Guion: Jan Svankmajer (Basado en el libro de Lewis Carroll)
Producción: Condor Films / SRG / Hessischer Rundfunk (HR) / Channel Four Films
Fotografía: Svatopluk Maly
Reparto: Kristyna Kohoutová, Camilla Power
yo quiero en video
Solo fui al cine, por las ganas locas que tenía de hacerlo. Alice. No leí la sinopsis y pensé era una peli de woody allen. No.
Me atrapó y me atrapé en el viaje de la niña, viví esa experiencia que se acercó en muchos sentidos a lo que describiste: experiencia difícil de ignorar aún habiendo llegado como una simple espectadora desprevenida. Me dejé estar en la butaca y me derretí en las imágenes, los detalles, sonidos, la voz de alice, sus lágrimas, lenguas de vaca, cartas luchando.
Me encantó la peli y me encantó leerte.