Críticas
Un gnomo viajero, varios amigos imaginarios y el extraño desconocido
Amélie
Le fabuleux destin d'Amélie Poulain. Jean-Pierre Jeunet. Francia, 2001.
La extraña anomalía espacio‑temporal que ha provocado la pandemia mundial en curso ha tenido consecuencias devastadoras en la asistencia de público a las salas de cine, pero extraordinarias en cuanto a la programación de las mismas. El cine siempre ha sido un espacio de evasión, pero es que ahora, además, se ha convertido en una máquina del tiempo, de manera que las mejores películas que hemos podido ver en salas durante 2021 son las que se estrenaron hace veinte o veinticinco años. Títulos como El señor de los anillos: la comunidad del anillo (The Lord of the Rings: The Fellowship of the Ring, Peter Jackson, 2001), Crash (David Cronenberg, 1996), El viaje de Chihiro (Sen to Chihiro no kamikakushi, Hayao Miyazaki, 2001), Deseando amar (Fa yeung nin wah, Wong Kar-Wai, 2000) o Amélie han vuelto a los cines para revitalizar la exhibición en unos momentos realmente complicados. En el verano de 2021 ya se han normalizado más o menos los estrenos, pero este ha supuesto un año muy interesante en lo que respecta a la exhibición, pues ha demostrado que sigue habiendo público para películas clásicas en salas comerciales, y no solo en cineclubes, filmotecas o locales de arte y ensayo.
El reestreno de Amélie ha supuesto el regreso de un personaje entrañable que, aunque parezca increíble, se había puesto en duda, ya que, en los tiempos que corren, veinte años es toda una vida y era posible que el personaje interpretado por Audrey Tautou no se ajustara a las convenciones actuales. Nada más lejos de la realidad, pues Jeunet planteó una fábula y, como tal, su historia resulta atemporal, y su protagonista, eterna. De hecho, Amélie sigue siendo la obra cumbre de Jeunet y la mejor interpretación de Tautou (ella es Amélie Poulain). Jean-Pierre Jeunet no es un realizador de muchas películas, pero ha sabido crear, sin duda, todo un estilo visual, forjado en los dos magníficos largometrajes que codirigió junto a Marc Caro, el título de culto Delicatessen (1991) y la incomprendida pero magnífica La ciudad de los niños perdidos (La cité des enfants perdus, 1995).
Curiosamente, su primer largometraje en solitario fue la cuarta entrega de una franquicia que todavía está coleando, Alien: Resurrección (Alien: Resurrection, 1997), donde, a pesar de todo, Jeunet logró dejar su impronta. Ahora bien, cuando deslumbró al gran público fue precisamente con Amélie, un milagro que repitió con Largo domingo de noviazgo (Un long dimanche de fiançailles, 2004), una historia de amor ambientada en la Primera Guerra Mundial que, desafortunadamente, obtuvo una recepción mucho más tibia de la que merecía. Sus títulos posteriores han sido escasos y discretos, pero fieles a su estilo visual: Micmacs (Micmacs à tire-larigot, 2009) y El extraordinario viaje de T. S. Spivet (The Young and Prodigious T. S. Spivet, 2013).
Pero regresemos a París, que es el lugar donde acontece la historia de Amélie Poulain, uno de esos personajes bigger tan life que te hacen reconciliarte con el mundo, con la existencia y, sobre todo, con el cine y las historias verdaderas. Un narrador externo nos cuenta la vida de Amélie, una joven que trabaja en un café, vive en una pequeña comunidad de vecinos y, a su manera, trata de hacer del mundo un lugar mejor. Esa voz en off (en la versión original, a cargo de André Dussoulier) marca muy bien el tono, porque nos ayuda a contextualizar la historia y a construir al personaje a lo largo de su vida, desde el mismo momento de su nacimiento.
Resulta muy difícil no enamorarse del París en el que vive Amélie, porque es, al mismo tiempo, un París muy reconocible por los turistas pero también un París de barrio, muy humano, y a ello contribuyen, en buena medida, la propia protagonista y, sobre todo, la fotografía de Bruno Delbonnel y la música de Yann Tiersen, sin las cuales Amélie no sería lo mismo.
Una magnífica galería de personajes secundarios acompaña a Amélie en sus aventuras parisinas, desde el joven Nino Quincampoix (Mathieu Kassovitz) hasta el estrafalario Joseph (Dominique Pino, auténtico actor fetiche de Jeunet), pasando por su padre (Rufus), Lucien (Jamel Debbouze), Madame Suzanne (Claire Maurier), Georgette (Isabelle Nanty), Collignon (Urbain Cancelier), el señor Bretodeau (Maurice Bénichou) o el señor Dufayel (Serge Merlin), su cómplice y confidente. En cierto modo, Amélie supone la sublimación del cine de Jeunet.
En cuanto al argumento, se trata de un relato bastante convencional de encuentro/desencuentro entre los protagonistas, pero construido de una forma brillante, de manera que tiene algunos hallazgos realmente líricos, como cuando Amélie le devuelve a un antiguo vecino de la finca una cajita de lata con sus recuerdos de la infancia, o cuando vemos en la tele cómo un caballo salta la valla de su cercado para galopar junto a los ciclistas del Tour. Billy Wilder decía que entre el París de Hollywood y el París de Francia, él elegiría el París de Hollywood, pero nosotros, sin duda, nos quedamos con el París de Amélie.
Premios: Cinco nominaciones al Oscar (película de habla no inglesa, guion, fotografía, sonido y dirección artística); nominada al Globo de Oro en la categoría de mejor película de habla no inglesa; dos premios BAFTA (guion original y diseño de producción) y otras nueve nominaciones; cuatro premios César (Película, director, música y diseño de producción) y otras trece nominaciones; cuatro premios del Cine Europeo; Goya a la Mejor Película Europea…
Tráiler:
Ficha técnica:
Amélie (Le fabuleux destin d'Amélie Poulain), Francia, 2001.Dirección: Jean-Pierre Jeunet
Duración: 122 minutos
Guion: Guillaume Laurant, Jean-Pierre Jeunet
Producción: Claudie Ossard
Fotografía: Bruno Delbonnel
Música: Yann Tiersen
Reparto: Audrey Tautou, Mathieu Kassovitz, Rufus Magloire, Lorella Cravotta, Serge Merlin, Jamel Debbouze, Claire Maurier, Clotilde Mollet, Isabelle Nanty, Dominique Pinon, Artus de Penguern, Yolande Moreau, Urbain Cancelier, Maurice Bénichou