Críticas
Familia, consumo y diversión
Amor de calendario
Holidate. John Whitesell. EUA, 2020.
Nos encontramos frente a una comedia directa y de ritmo vertiginoso, fiel reflejo de tiempos en constante cambio, donde la tradición se cuela bajo el formato actual de lo explícito.
La velocidad de los diálogos, los movimientos de cámara, con travellings que se detienen para panear velozmente y ampliar al cuadro los detalles de puestas en escena festivas, son factores que trasmiten esa sensación de ansiedad, de vértigo; la vida rápida que expresa la tradición del matrimonio como deseo familiar impuesto socialmente. Punto de unión entre lo actual y lo convencional, como algo que se mantiene más allá de transformaciones sociales en las formas de comunicación.
A pesar de la futilidad de contenidos, la narración logra hilvanar una historia que admite juicios, más allá del consumo de un producto comercial. Los contenidos parodian la permanencia de valores despojados de recato. Lo privado se hace público y va a la búsqueda de la sonrisa, justamente por eso, por lo absurdo de una transgresión, como tal, carente de sentido. La barrera social de las formas y lo no dicho, es objeto de burla que no remite a prohibición alguna, sino a algo explicitado, naturalizado. El sexo es uno de los ingredientes que ingresa en este registro, juega en doble posición: se declara la relación sexual ante los padres, pero se entiende que no debería ser en una relación informal, aunque, por otro lado, igualmente es aceptada como dato de la realidad.
El filme realiza este tipo de planteos desde múltiples vericuetos, que no aluden a complejidad sino a variedad temática.
Lo interesante es como logra generar un clima de aceleración y ansiedad, por intermedio de la forma de los diálogos, los movimientos de cámara y el montaje. Intercambios verbales, permanentes e intensos, dinamizan los discursos, junto a amplios movimientos de cámara que persiguen la acción. El montaje anticipa el futuro, sortea pasajes irrelevantes que restarían vértigo al relato: un infarto, en el traslado del enfermo es obviado el trayecto en ambulancia, rápidamente se salta a la sala de espera. Se genera un clima de gran ansiedad, que contribuye a un absurdo por exageración, dado por vicisitudes planteadas por un guion que, en sus diálogos, se esmera en subrayar intenciones obvias, haciéndolas públicas: la amiga que, delante de sus padres, reclama compromiso por haber practicado sexo oral. Lo que se piensa, se hace, se acepta, pero no se dice, es llevado al ámbito público a través del vértigo que remarca y exagera. El resultado es un absurdo que termina provocando hilaridad; un exceso de tontería, que sin embargo deja entrever algunas ideas interesantes.
Jackson y Sloane son dos “fiestamigos”, que deciden juntarse en diferentes festividades, para evitar la soledad y los comentarios ante la falta de pareja. La familia de la chica presiona, y ella lamenta no encontrar un candidato para casarse. Lo ridículo de la insistencia y sus repercusiones, conforman ese absurdo por la exageración y explicitación, que termina asignándole un valor permanente a la institución matrimonial como base de la familia, modelo de vida para todos. La parodia solo subraya este punto; desde el humor lo relanza y lo visibiliza más allá de cambios culturales. Es algo que perduraría independientemente de la época, por eso, la persistencia lo vuelve figura, hasta entronizarlo en un lugar de privilegio: el matrimonio como valor.
Una comedia que juega entre las presiones y las contradicciones, entre el discurso y los hechos; hay un orden de lo explícito, un como si no interesara pero en realidad interesa. El matrimonio implica eso. Las personas deben aspirar a casarse y formar familia, es una realidad del pasado y del presente, y hoy debemos expresarla y asociarla a todas sus connotaciones, de manera trasparente. Todo lo que rodea al fenómeno es mostrado por exceso de acción o verbalización, el resultado es un absurdo que asigna opinión sobre algo que es considerado una realidad.
Una comedia sin sutilezas. Dice las cosas por su nombre y transforma las tradiciones y realidades de la vida, en un cóctel posmoderno, donde predomina un ritmo constante, que no deja de imprimir vértigo a la acción. Es lo grotesco por la exageración, sin llegar a herir la sensibilidad del espectador, sigue un camino que, en términos convencionales, se cierra en clave de “felicidad”. Los elementos del trayecto hacia una relación de pareja formal, son diseminados por toda la narración, es más, diríamos que, buena parte del guion se apoya en esto para brindar la ideología de un modelo que aun no ha caducado. Sigue siendo importante que la mujer proyecte su vida hacia la conformación de una familia, y para eso, necesita un hombre al lado con el cual proyectarse; lo que sortea la norma, es víctima de insistencia y constante autopresión.
La velocidad marca el rasgo central de una cultura presente, que no por eso desintegra su identidad. Hay ciertos valores que no se destruyen fácilmente, a la interna de la vorágine social, es posible la subsistencia de lo tradicional, de lo convencional que se deja percibir directamente, mediante la invasión del discurso público por el privado que, a pesar de su existencia, supo albergar contenidos inaceptables e indecibles. La película adopta ese posicionamiento con la clara intención de entretener y filtra mensajes directos, más desde la forma que desde el contenido.
Sensaciones encontradas para una obra que puede a la vez gustar y no gustar.
Desde lo racional caben análisis que nos sitúan frente a un interesante trabajo del director John Whitesell, no obstante, queda la duda acerca de si lo pensado es fiel reflejo de una intención o si se desprende de un ejercicio mental.
El cambio en la modalidad del discurso juega un papel central, es necesario promover ideología descargando, desde la conciencia, el “software” aprendido; es lo que vuelve interesante al producto cinematográfico. De otro modo, habría sido otro banal divertimento típico de la industria.
Un filme menor desde la intención, pero interesante en connotaciones directas, valga la aparente paradoja.
https://youtu.be/MN5uyyRX2mw
Ficha técnica:
Amor de calendario (Holidate), EUA, 2020.Dirección: John Whitesell
Duración: 103 minutos
Guion: Tiffany Paulsen
Producción: Netflix, Wonderland Sound and Vision. Distribuida por Netflix
Fotografía: Shane Hurlbut
Música: Dan Nakamura
Reparto: Emma Roberts, Luke Bracey, Frances Fisher, Kristin Chenoweth, Jessica Capshaw, Jake Manley, Andrew Bachelor, Manish Dayal, Mikaela Hoover, Cynthy Wu, Kurt Yue, Meeghan Holaway, Alex Moffat, Billy Slaughter, Jessejames Locorriere, Olaolu Winfunke, Rahiem Riley, Adam Drescher, Jonathan Baron, Serene Lee-Sng