Aquaman y el reino perdido

Esta es una película de aventuras y superhéroes. En mi niñez leíamos a veces las revistas de comics de Aquaman, que nos atraían por el encanto que siempre generan el océano y las leyendas de los reinos perdidos. Ya pasados los años, es el cine el que atrae con esa capacidad cuasi infinita para crear y explorar mundos y para demostrar mágicamente, en vivo y en directo que los superpoderes son reales y connaturalmente coherentes y realistas en los mundos donde se desarrollan las desafiantes epopeyas.

Atlantis es un reino perdido que se ha escapado por eras al contacto real con el mundo superficial que conocemos. Tienen que ser distintos los dos mundos, pero no tanto que impida que se asemejen en multitud de cosas: las luchas por el poder, los conflictos de gobierno, la existencia de regiones variadas, la historia y las tradiciones. Una semejanza y un contacto especial y realmente increíble es que exista un personaje como Aquaman, capaz de sobrevivir con ventaja en los dos mundos. Es un superhéroe que se desplaza a velocidades enormes en el agua, tiene fuerza extrema, habilidades de luchador y guerrero excelso, enmarcado todo ello en una mente simple e inocente que está alucinada con las maravillas de la paternidad y de la vida familiar. Aunque es rey en el mundo perdido, poco interés tiene en meterse en temas de administración y de política, entretenido como está en la tierra, cerca del mar y del hogar.

También hay malos entre Atlantis y la tierra y hay que intervenir en un conflicto que se avecina, dando lugar a que vayan despertando gradualmente las potencias latentes del héroe, que se ve obligado a luchar por la vida y la de su familia, y por la patria misma, arrastrado por los arteros villanos que nada perdonan en busca del poder.  Con estos elementos se traza una entretenida epopeya de movimientos, viajes, luchas, traiciones y aventuras. Es lo que es de esperar en estas películas: mucho movimiento, velocidad, agilidad, herramientas y símbolos de poder que amenazan, que triunfan y pierden; un ambiente narrativo que puede ser confuso, pero que se va decantando en la dirección esperada, la del triunfo del héroe.

Pero estamos en una modernidad y unas tendencias en la actualidad de las cuales Hollywood poco se aparta, siendo más bien entusiasta divulgador. Se trata del ambientalismo y del globalismo. Los villanos se distinguen por impulsar la explotación de un producto que confiere poder abundante y energía a la sociedad. Se trata del oricalco, cuya explotación da lugar a grandes cantidades de gases de efecto invernadero, que ha contribuido a elevar las temperaturas planetarias, que provoca cambios climáticos extremos y acidificación de los océanos. Se dice que esta sustancia ya había dado lugar a extinciones planetarias en un reino de la antigua Atlántida y ahora los villanos la quieren impulsar. Así que Aquaman viene al rescate, con su efectiva oposición a la minería en las profundidades del mar. Y en el otro extremo, el del aislacionismo del continente perdido, bajo el influjo de Aquaman, se hace la transición hacia el globalismo, poniendo a los pies de la ONU a las naciones del Atlantis, como posible y eficaz promesa de paz y protección contra los villanos y amenazas de la tierra. Es en el puerto de Nueva York y bajo la divulgación noticiosa del periodismo mundial que se registra este hito.

Globalismo, evolución hacia el gobierno planetario, protección contra el calentamiento global, consumo de insectos como parte de la dieta y prohibición de la minería, son mensajes sutiles o evidentes, que estarán en las mentes de los nuevos consumidores de los comics, efectivas banderas de la ideología prevalente en el cine.

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