Investigamos
Beautiful Girls (1996): Encuentro plural e individual
A mediados de los 90 apareció una obra cinematográfica que, inicialmente, presentaba ciertos aires comerciales disuasorios, sin embargo, bajo las capas protectoras de la comercialización publicitaria, Ted Demme brindó una obra cálida y muy bien elaborada que obtuvo la Concha de Oro en San Sebastián. El sobrino de Jonathan Demme dejó muchos bodrios filmados, pero también unas pocas obras cinematográficas más interesantes y que auspiciaban un desarrollo artístico que se vio truncado a sus 39 años, al caer desplomado y muerto en una cancha de baloncesto con ciertas sustancias en el cuerpo.
El apartado Investigamos de este mes se ocupa de los “Encuentros / Desencuentros” como eje vertebrador del guion, consecuentemente, nuestro análisis otorgará preeminencia a la fábula y sus personajes, marco en donde hallamos tanto un encuentro plural, el reencuentro del protagonista con sus amigos, como uno individual, el encuentro de solo él con la niña Marty -gran logro del filme. Dejaremos, pues, a un lado el habitual análisis de la música, fotografía e iluminación, uso de la cámara, elementos aquí no especialmente singulares. La puesta en escena trata de representar la vida y las relaciones de la clase trabajadora en una pequeña localidad norteamericana como hay miles.
El guionista y coproductor, Scott Rosenberg, harto de escribir guiones de cine de acción, en un retiro invernal en su pueblo afirmó hallar entre sus amigos de siempre más acción e interés que en ningún otro lugar -problemas de compromiso, resistencia a admitir la llegada de los 30, etc.-. Así creó su guion más humano e inspirado, aunque también fueran muy dignos Things to Do in Denver When You’re Dead (1995) y High Fidelity (2000).
El afán por plasmar los entresijos del encuentro en amistad verdadera les resultaba tan importante, que Ted Demme proyectó para todo el equipo The Deer Hunter (1978) por considerar su primera mitad como la muestra perfecta de una amistad verdadera. Los personajes importaban también mucho y por ello la elección de actores fue tan excepcional: así como Coppola en The Outsiders (1983) logró un elenco que alcanzaría cumbres de éxito inimaginables, aquí, desde la fama ya apoteósica de algunos de sus actores, Demme consigue poner a trabajar juntos tras Pulp Fiction (1994) y Mighty Aphrodite (1995) a Uma Thurman, Mira Sorvino y Michael Rapaport, además de los consagrados desde casi niños Matt Dillon, Timothy Hutton, Martha Plimpton, David Arquette, Max Perlich y Annabeth Gish, con Lauren Holly tras el éxito de Dumb and Dumber (1994), Rosie O’Donnell tras el de The Flintstones (1994), Noah Emmerich y Pruitt Taylor.
Así, era difícil no atinar artísticamente y, además, comercialmente. Casi todos venían de cosechar grandes éxitos fílmicos y eran buenos actores. Y se les une con 13 años, tras Leon, el Profesional (1994), una Natalie Portman que esplende en una interpretación memorable por la que logró una nominación a la Mejor Actriz Secundaria de la Asociación de Críticos de Chicago.
En cuanto al Encuentro Plural, Willie Conway (Timothy Hutton) llega a su típico pueblo nortemericano, “Knight’s Ridge” (rodada en Stillwater, Minnesota) para asistir a la común reunión de antiguos compañeros, donde busca abrir un ámbito espacio-temporal de reflexión acerca de su vida: la elección profesional, la disyuntiva entre el idealismo (el Arte) o lo práctico (el dinero), esto es, ser pianista o comerciante. Con 29 años debe asumir que los sueños más ansiados se han desmoronado y hay que afrontar la realidad. También debe decidir si termina de comprometerse más con su novia.
El encuentro plural nos proporciona un interesante tópico para indagar en la naturaleza humana. Somos seres tribales, somos manada, nos realizamos en el grupo. Un ser humano criado solo en una cabaña no desarrolla sanamente su inteligencia ni su capacidad emocional. Necesitamos del otro para desarrollarnos. Por eso Will vuelve a su pueblo para tomar una importante decisión acerca de su vida, vuelve a los suyos porque aprendió a SER entre ellos. Necesita resituar sus prioridades vitales y su grupo originario lo confronta con su más genuina identidad.
También el encuentro plural proporciona un espacio fílmico delicioso y muy humano, la gregarización ligada al ocio seduce a todo espectador. Todas las situaciones en torno a la amistad masculina se trazan con encanto: ir a beber al pub y terminar cantando juntos Sweet Caroline, pescar en el lago helado, hablar de mujeres hermosas y ponerles nota, patinar sobre hielo, competir por la prima buenorra del amigo… Todo ello ilustra el vínculo incomparable que establecemos con los amigos que lo son desde la infancia, el poso de solidez que gramo a gramo y año a año va adquiriendo la amistad. Las viejas bromas compartidas, los chistes, los motes, el humor ácido y sarcástico que únicamente a ellos admites.
Ciertamente, este sexismo escora un tanto el guion hacia giros o momentos machistas: el personaje de Mat Dillon tiene novia y se acuesta con una señora casada, a la señora casada se la despelleja y llama Serpiente Retorcida, mientras que a él se le hacen llamadas de atención cariñosas e incluso se le defiende ante los amigos del marido engañado. A la mayoría de las mujeres se les presenta como desesperadas por conseguir que su hombre se comprometa y les pida matrimonio, incluso la niña Marty quiere que Will sea su novio y llora desconsolada (oh, impresionante la Natalie Portman niña aquí) cuando él le explica al final que no puede ser y se despide de ella.
Pero solo son momentos, afortunadamente, y la película tiene treinta años, así que juzguemos sincrónicamente. Por contra, aparece el personaje de Rosie O’Donnell, la moderna feminista que define Penthouse como “una burla, una farsa, una gilipollez. Implantes, colágeno, plástico, fundas dentales. Grasa aspirada, extensiones de pelo, nariz operada, eso afeitado. ¡No son mujeres de verdad, son monstruos!”. Decididamente genial, así que lo uno por lo otro.
En cuanto al Encuentro Individual entre Willie Conway y Mity constituyó uno de los más notorios logros de la película, hay algo entrañable en esta amistad que, en nuestra opinión, no debiera en ningún caso ser malinterpretada. “¡No es algo sexual!”-Le dice él claramente a un amigo. Él es un adulto joven pasando un mal momento y ella es una niña chispeante e ingeniosa que lo hace reír. No más. Pero la química interpersonal entre los actores, la ternura de ese vínculo tan liviano, las conversaciones, etc. Encandilaron al gran público. La interpretación de Portman tan niña impactó. Era su 5ª película, ya era una estrella, le esperaban un Oscar e infinidad de premios a lo largo de una carrera excepcional y recientemente comprometida con la identidad de género y LGBT+. En la actualidad este Encuentro suscita más incomodidad que hace treinta años, de nuevo hay que insistir en la sincronía del análisis. En su día no era tan escandaloso este juego, hoy nos saldríamos del cine. La relación bordea el mal gusto y en el 25 Aniversario del filme, la propia Natalie Portman dice que no le agradó que la retrataran como a una Lolita. Eran otros tiempos, ¿superados? La vida no es perfecta y el cine es su reflejo.
El célebre crítico Roger Ebert, negó en su web el supuesto complejo de Lolita. “De lo que realmente trata la película es de lo que dijo Rosie O’Donnell en su conferencia sobre Penthouse; se trata de chicos que están tan deslumbrados por visiones de posible felicidad que no pueden ver ni identificarse con las mujeres perfectamente maravillosas que tienen justo delante de ellos”.
En cualquier caso, los encuentros del protagonista con su grupo y su joven vecina charlatana resultaron encantadores en su día. Hemos de insistir en el chispeante ingenio de los diálogos, en las críticas soterradas a los patrones sociales establecidos en torno al compromiso. Las conversaciones son lo mejor. Con algún delicado aspecto que ha envejecido mal, es una obra de Arte Menor, pero Arte en tanto universaliza con acierto valores, experiencias y sensaciones que todo ser humano ha de afrontar al cierre de la veintena en los países desarrollados.