Críticas
Johnny Deep mira al abismo
Black Mass: Estrictamente criminal
Black Mass. Scott Cooper. Estados Unidos, 2015.
El cine dedicado al mundo del hampa nos ha dado grandes alegrías a los cinéfilos. A todos se nos vienen a la cabeza tres o cuatro clásicos de esos que siempre formarán parte de la historia del cine, y, de cuando en cuando, todavía hay directores que regresan a este oscuro rincón de nuestra realidad. Gracias al séptimo arte, podemos asomarnos a esa basura debajo de la alfombra sin que nos salpique la sangre, y ser conscientes de que hay gente dispuesta a dejar un reguero de cadáveres en su camino hacia la cima.
Black Mass es el último retorno a este género, que, como suele ser habitual, tiene su punto de partida en un caso de la vida real, en el que el director Scott Cooper ha puesto su personal visión como cineasta. En su tercera película, Cooper sigue a la búsqueda de una verdad que se sustenta en el lado más sórdido de una sociedad tan cruel como compleja. A base de una fe inquebrantable en su forma de hacer cine, sus tres obras hasta el momento son toda una declaración de principios, convencido de que detrás de los titulares hay una voz que merece ser oída y compartida con los espectadores.
Cooper nos cuenta la rocambolesca historia de Whitey Bulger, un matón de poca monta que se convirtió en el líder de una compleja red criminal gracias al pacto que estableció con el agente John Connolly, un ambicioso representante de la ley dispuesto a pactar con el diablo por sacar de las calles a la mafia italiana. Con este enemigo común fuera de las calles, Bulger construyó un auténtico imperio que abarcaba de las drogas al juego, pasando por turbios episodios de colaboración con el IRA. Durante años, el mafioso de origen irlandés se apoyó en su posición privilegiada mientras el FBI se convertía en cómplice de un auténtico psicópata sin control alguno.
Para que su historia resulte convincente, el director construye una trabajada ambientación, con el foco puesto en los años 70, y para ello utiliza referentes de primer orden. Reconocemos en el aspecto visual de la película esos clásicos de los que hablaba al principio, en los que Cooper vuelca no sólo sus intenciones; también adivinamos la innegable cinefilia del que respeta de manera reverencial a sus maestros. En ese aspecto, Black Mass es la demostración de que Scott Cooper es algo más que un tipo que conoce su oficio. Tiene pulso, talento visual, calma detrás de la cámara, consciente de que el envoltorio, en este caso, es un tanto por ciento importante del éxito final de su película. Trata al espectador de una manera adulta, respetuosa, con la madurez que se espera en un relato de naturaleza tan clara, enmarcado en la mejor tradición de la jungla urbana que nos ha dibujado el género de gánsters.
Si el director muestra un gran estado de forma, el elenco de actores es un auténtico espectáculo. Estamos hablando de uno de los mejores repartos masculinos en años, un grupo sólido y convencido. Pero, por supuesto, el gran atractivo de esta película es Johnny Deep, sometido a la impactante trasformación física de turno, encargado de dar vida al monstruo que protagoniza este relato. La pregunta es… ¿Hay algo más, aparte de la prótesis y las lentillas?
Lo cierto es que Deep se envuelve del aura de maldad que necesita su personaje. Resulta amenazador, impredecible, y al mismo tiempo, humano, desde un punto de vista repugnante e impactante. El guion se toma la molestia de dar forma a su personaje, pero sin justificarlo en ningún modo. El monstruo interpretado por Deep está ahí desde el principio, pero es a través de la pérdida cuando desaparece cualquier referente y se desata una bestia que aturde por su violencia descarnada. Da la impresión de que Deep se siente extrañamente cómodo en la piel de este ser límite, y abandona cualquier registro conocido para esta nueva versión de sí mismo como actor, que rompe todos los clichés que ha generado a lo largo de su carrera. Desde luego, su interpretación es uno de los puntos memorables de la película, que desconcertará a muchos de los seguidores del actor, aunque a muchos nos recuerda que, en ocasiones, Deep se enfrenta con descaro a personajes que escapan de los divertimentos que le han llevado a lo más alto de las taquillas.
Sus compañeros de fatigas tienen su cuota de pantalla, y el maquiavélico agente federal interpretado por Joel Edgerton también regala al espectador momentos brillantes, gracias a un personaje en el que el director vuelca toda su crítica cargada de cinismo, acompañada de un anecdótico pero agradecido toque de humor negro que rompe con la violenta seriedad de los momentos protagonizados por Deep. El equilibrio entre ambos personajes es clave para la moraleja final de esta sórdida historia.
Sustentada por efectivos flashbacks, el relato del ascenso y caída de Bulger está a punto de ser la película memorable que funcionaba en la cabeza de su director, pero, por desgracia, hay detalles importantes que la alejan de esa ansiada perfección. A pesar de su fortaleza visual, del acertado tono y del sereno ritmo del que hace gala, la narración peca de inconexa y desequilibrada, y da la impresión de que muchos de los personajes secundarios de la película, todos presentados con grandes expectativas, quedan como relleno necesario sin el contenido real que prometían. Vemos cómo actores de enorme presencia, como Benedict Cumberbatch o Kevin Bacon, se diluyen en la historia, mientras la acción, que hasta el último acto ha sido bastante comedida, se acelera sin más motivo que dar el cerrojazo a la película. El tramo final es un salto continuo de momentos en el tiempo, que, por suerte, Cooper maneja con bastante cuidado, a riesgo de caer en la confusión innecesaria. El resultado es un quiero y no puedo, aunque resulta con fortuna a favor del director.
A pesar de esos referentes tan claros, lo que se descubre al final de Black Mass es que, efectivamente, Scott Cooper no es Martin Scorsese o Francis Ford Coppola. Ni siquiera es Michael Mann. A pesar de su oficio, de sus intenciones, de todo ese talento por explotar, quizá le queda rodaje. Con todo esto, Black Mass es una película notable, que gustará a los que prefieren el cine de aires de los años 70, armado de ese toque de elegancia siniestra que este género pide. Con lo complicado que está el disfrute en una sala de cine, será mejor que nos aprovechemos de todas esas cosas buenas que tiene la obra de Scott Cooper.
Tráiler:
Ficha técnica:
Black Mass: Estrictamente criminal (Black Mass), Estados Unidos, 2015.Dirección: Scott Cooper
Guion: Mark Mallouk, Jez Butterworth (Libro: Dick Lehr, Gerard O’Neill)
Producción: Warner Bros. / Cross Creek Pictures / Le Grisbi Productions
Fotografía: Masanobu Takayanagi
Música: Tom Holkenborg
Reparto: Johnny Depp, Dakota Johnson, Joel Edgerton, Juno Temple, Benedict Cumberbatch, Kevin Bacon, Peter Sarsgaard, Jesse Plemons, Sienna Miller, Rory Cochrane, Julianne Nicholson, Adam Scott, David Harbour, Jeremy Strong, W. Earl Brown, Brad Carter, Corey Stoll