Black Panther: Wakanda Forever

Nunca me interesó ver Black Panther (Ryan Coogler, 2018) en cine. Marvel ha agotado a ciertos espectadores, entre los que me incluyo, al expandir el universo en series y películas, casi que obligando a los fanáticos a ver todo lo que hacen y, por supuesto, consumir sin control. Así que me he perdido una que otra serie y película de este conglomerado audiovisual, y se puede vivir así. Sin embargo, terminé en cine viendo Black Panther: Wakanda Forever (Ryan Coogler, 2022) por una invitación y pensé que iba a tener una siesta de dos horas porque no iba a entender nada, pero me sorprendí conectándome con la historia y emocionándome, entendiendo el tema universal en el que todo ser humano puede caber: la pérdida de un ser querido.

Chadwick Boseman, el actor que interpretó al héroe en la primera cinta, falleció a finales de 2020 por un cáncer colorrectal que había escondido del mundo entero, después de rodar su última película, La madre del blues (Ma Rainey’s Black Bottom, George C. Wolfe, 2020). Después de darle muchas vueltas, la decisión de Marvel fue plasmar la realidad en la ficción y así arranca la secuela: Shuri (Letitia Wright) está obsesionada con curar a su hermano de una extraña enfermedad, por eso no está junto a él cuando muere, solo se entera porque su madre, la reina Ramonda (Angela Bassett) llega destrozada a darle la noticia. Después del hermoso ritual de despedida al héroe de Wakanda, vemos a los personajes principales lidiando con esta pérdida, haciendo lo mejor que puede.

Mientras tanto, los humanos tienen una máquina que descubre vibranium en el fondo del océano y son emboscados por una extraña comunidad acuática. El vibranium es un metal que, hasta el momento, solo existía en Wakanda y es la materia prima para las armas, los escudos y los trajes del ejército de esta nación. Mientras que la humanidad culpa a los wakandianos, Shuri y Ramonda tienen un encuentro con Namor (Tenoch Huerta), el verdadero autor de todo este malentendido y líder de Tlalocan, un reino submarino rico en vibranium. Ya se imaginarán por dónde va este conflicto y en qué va a terminar…

Pero lo más interesante de esta cinta es Shuri, la protagonista. Por no procesar el duelo y seguir los pasos necesarios para aceptar la muerte de su hermano, descubrimos a una mujer en negación hasta de su propio destino, enfrentando la realidad como puede, a las patadas, hasta que su misma vida la va llevando por el camino correcto. Se puede seguir viviendo sin haber llorado lo que hay que llorar, por supuesto, pero para sanar las heridas profundas siempre es necesario ponerle la cara al dolor.

Y eso es lo que humaniza esta cinta y eleva su valor: aunque hay acción por montón, como buena película de Marvel, hay un viaje emocional mucho más claro que en otras cintas de la misma franquicia, que es el mismo que llevaron los actores y actrices al volver al set con la ausencia de Boseman. Posiblemente su dolor es tan palpable porque es real, porque aunque sepamos que es una obra de ficción, cuando sale la imagen de T’Challa, la Pantera Negra original, se nos mueve algo adentro. La realidad y la ficción se juntan en el dolor para enriquecer una película de superhéroes que supera las expectativas.

Esta cinta continuó con la exploración de los temas feministas que se trataron de la primera parte, más ahora que en el reino de Wakanda solo quedaron mujeres a la cabeza. Esto le da un aire de frescura a las historias de superhéroes, porque no es la Mujer Maravilla en un mundo de hombres, es una comunidad de mujeres que luchan y una reina que quiere mantener a flote a su nación mientras trata de procesar la muerte de su único hijo varón y debe sacar fuerzas por todos y para todos. Bassett y Wright logran unas escenas auténticas y reflexivas, que nos tocan a todos los que hemos perdido a un ser querido.

También hay que destacar a Lupita Nyong’o como Nakia, acá luciendo su español (nació y creció en México) y brillando más que antes, y Danai Gurira como Okoye, la jefe de las fuerzas especiales, quien tiene un enfrentamiento con la reina Ramona y es despojada de su rango. La novedad en esta cinta es Dominique Thorne, quien interpreta a Riri Williams, una joven genio que crea una armadura muy a lo Iron Man y un detector de vibranium, por lo que se vuelve el objetivo de Namor y su comunidad.

Y hablando del antagonista, Marvel le apuesta a la diversidad con la inclusión de este actor mexicano como el líder de Tlalocan, una comunidad que habla el idioma maya y se destaca por su influencia de culturas prehispánicas. Black Panther: Wakanda Forever se siente como un rescate de estos dos grupos étnicos que han sufrido tanto en la historia, son África y México luchando por un metal precioso, mientras los blancos americanos son reducidos a menos de 10 escenas. No deja de ser interesante este balance, que puede ser el comienzo de una inclusión e igualdad de oportunidades para las minorías en Estados Unidos, que son mayoría fuera del norte de América.

Pero, por desgracia, lo que se demoran dos horas construyendo lo destruyen con una escena de mitad de créditos, haciendo que la lucha femenina y el poder se vea amenazada, nuevamente, por un hombre. Trato de no hacer muchos spoilers acá, pero en realidad sí me molestó mucho eso. Después de cerrar con broche de oro en una escena que saca lágrimas a los fanáticos de Boseman y todos los involucrados en ella, con imágenes de ese querido actor y con “Lift me up” de fondo, la hermosa canción de Rihanna escrita exclusivamente para la cinta (Y que va como fuerte favorita para el Oscar)…

¿Qué tanto les costaba mantener a las mujeres en el poder? Está más que claro que ellas, en muchas cosas, son mejores que los hombres. Porque sí, finalmente vi la primera parte, y me quedo con esta secuela. Wakanda por siempre.

Trailer: