Críticas
Cuando el tiempo nos atrapa
Boyhood
Richard Linklater. EUA, 2014.
Las barreras que definen el cine de ficción y de no ficción cada vez son más laxas. Durante años, el cine de lo real ha ido experimentando con elementos típicos de historias pertenecientes a la ficción en busca de fórmulas que den dinamismo a las infinitas posibilidades que existen para narrar una historia. En lo que se refiere a la ficción, son múltiples los casos de films que buscan verosimilitud en su narración y para ello recurren a elementos propios de un cine documental, incidiendo en cuestiones de estética, retórica y formalismo, como son los recursos de la entrevista o el formato de grabación y subjetivismo de la misma, ampliamente recurrentes en los mockumentaries o el género de terror y sus found footages. Los intentos por dinamitar los códigos que separan lo real de la ficción siguen siendo materia de gran interés. La última película de Richard Linklater puede inscribirse dentro de esa misma conjunción, pero los matices que la diferencian hacen inapropiada su extrapolación. Sin duda, esta no es la primera aproximación que un director realiza para narrar una historia de ficción a lo largo de la evolución física y real en el tiempo de sus personajes. Un ejemplo parecido puede encontrarse en el film Everyday (2012), en el que Michael Winterbottom realiza el seguimiento, durante un periodo de cinco años, de una familia cuyo padre está en prisión. El paso del tiempo, evidenciado en los niños, acentúa la distancia y la separación familiar. El propio Linklater ya había trabajado sobre esta idea en su trilogía “Antes del amanecer/atardecer/anochecer”(1995-2013), entendida como un único bloque en el que la pareja interpretada por Ethan Hawke y Julie Delpy experimentan una transformación circunscrita a un tiempo real que corre en paralelo con la evolución ficticia de la relación de pareja. En esta misma línea, otro ejemplo mucho más popular, podemos encontrarlo en la saga de Harry Potter y el seguimiento cronológico de los pequeños aprendices de magos.
Aunque la promoción de Boyhood se ha centrado en resaltar los doce años que le han llevado a Linklater a completar su film, como un hito que, sin duda, es digno de mención, no solo esto es lo que la ha convertido en la mejor película del año para Fipresci y lo que le ha hecho triunfar en los festivales más importantes del mundo.
Boyhood es el recorrido de Mason (Ellar Coltrane), un niño de cinco años que vive con su madre (Patricia Arquette) y su hermana (Lorelei Linklater). El comienzo se sitúa en los primeros años de colegio tras la reciente separación de sus padres. Este hecho marcará de una manera determinante muchas de las circunstancias y experiencias vitales que irán dando forma a su personalidad. El fin del viaje está marcado por su decimoctavo cumpleaños, momento que supone su independencia, al abandonar el hogar materno para comenzar la universidad. Con toda seguridad, la película no hubiese conseguido el mismo efecto si la evolución hubiese sido interpretada por diferentes actores, puesto que la familiaridad que el espectador adquiere se incrementa de este modo. Pero por encima de este factor, se encuentra la sensación final de amplio conocimiento de los rasgos psicológicos, llenos de aristas, que definen la personalidad de Mason, así como los vínculos familiares y sociales que han marcado su devenir. La cinta ofrece la experiencia única de asistir, en poco menos de tres horas, a un fidedigno reflejo de la infancia y la adolescencia, como etapas llenas de grandes cambios —los mayores de toda una vida— en la que el aprendizaje y la ingenuidad marcarán los descubrimientos del proceso vital en el día a día.
El retrato va desde lo concreto y específico de la narración, hasta el ámbito más general, con múltiples puntos comunes que funcionan a modo de espiral reminiscente en la que ineludiblemente caemos para transportarnos en nuestros propios recuerdos. El film carece de artificios hasta tal punto que la historia discurre y se cuenta a sí misma sin necesidad de ningún pretexto, nudo, leitmotiv o macguffin que marquen la marcha de la historia.
El tiempo ha sido el gran aliado de Linklater. Es el eje que vertebra la cinta, como el motor imparable que circunda la vida. El espacio donde este transcurre, siempre es cambiante y muta con nosotros. El vehículo, como habitáculo familiar en movimiento, es uno de los espacios más recurrentes en toda la cinta, como lugar que transita al unísono con los personajes. Como paralelismo sobre el cambio, que en Mason es permanente y se produce con cautela y en silencio, pero sin freno.
El poder de síntesis y evocación de las imágenes radica en la excelente compilación de los eventos, algunos trascendentales y otros banales, que conforman la existencia de Mason. Todos ellos configuran una serie de pasajes que pivotan, con gran equilibrio, en el intersticio entre la comedia y el drama. La narración discurre de forma lineal y cronológica, mediante diez elipsis, casi imperceptibles, que recalan en los cambios de rumbo, en las transiciones. Sucesivas mudanzas, los cambios de pareja de la madre o el paso del colegio al instituto y más tarde a la universidad. La asepsia en la elección de planos vuelve a marcar esa filosofía de la huida de lo artificioso y basa el ritmo de la acción en la indiscutible versatilidad de los diálogos, siempre fluidos y con la impronta de la naturalidad y el acompañamiento de una selección musical de éxitos indiscutibles que incluye grupos como Arcade Fire, Vampire Weekend, Coldplay, Cat Power o The Hives.
Boyhood despliega toda la audacia de Linklater, como realizador con una carrera caracterizada por la búsqueda de nuevos retos. A pesar de la magnificencia del proyecto (sobre todo en el aspecto de la logística y producción) su potencia radica en la sencillez de los pequeños momentos, en la observación y percepción de las cosas más mínimas que conforman la vida. En los últimos fotogramas de Boyhood, con el destello de una hermosa puesta de sol y el inicio de una nueva ilusión, se nos recuerda una vez más que no es posible capturar el tiempo, simplemente fluye y es él quien nos atrapa. Pero parece que Linklater ha hecho un pacto y ha conseguido un milagro para su última película. Que el tiempo se convierta en algo palpable y visible.
Tráiler:
Ficha técnica:
Boyhood , EUA, 2014.Dirección: Richard Linklater
Guion: Richard Linklater
Fotografía: Lee Daniel, Shane Kelly
Música: Varios
Reparto: Ellar Coltrane, Patricia Arquette, Ethan Hawke, Lorelei Linklater, Jordan Howard, Tamara Jolaine, Zoe Graham, Tyler Strother, Evie Thompson, Tess Allen, Megan Devine, Fernando Lara, Elijah Smith, Steven Chester Prince, Bonnie Cross, Libby Villari, Marco Perella, Jamie Howard, Andrew Villarreal, Shane Graham, Ryan Power, Sharee Fowler
África, me ha gustado mucho tu análisis, acabo de ver la película, antes de leer tu crítica, y mi visión se refina todavía más al leerte. Gracias