Críticas
Yo, a Versalles, y tú, a Madrid
Cambio de reinas
L'échange des princesses. Marc Duigan. Francia, 2017.
El auge, no sé si coyuntural o porque ha venido para quedarse, del cine histórico tradicional, ha significado que en el corto plazo de tiempo de unas semanas coincidan en la cartelera tres películas interesadas por las cortes europeas entre el siglo XVI y el XVIII y, sobre todo, el papel de las mujeres como reinas.
El éxito artístico y como acaparadora de premios y reconocimientos críticos de La favorita (The Favorite, Yorgos Lanthimos, 2018) y el reciente estreno del filme británico María, reina de Escocia (Mary Queen of Scots, Josie Rourke, 2018), parece ser que ha animado a la distribuidora a poner en circulación comercial una película de nacionalidad francesa, producida en 2017, Cambio de reinas (L’Échange des princesses, Marc Dugain).
La casualidad, el destino o el deseo de reunir en la pantalla grande las desventuradas y desdichadas vidas de los personajes retratados ha tenido como apunte más destacado la de servir de inmersión en unas épocas matizadas en resaltar la figura femenina en un contexto adueñado habitualmente por hombres.
Es más, la presencia masculina, aunque en el engranaje de las historias repasadas tienen importancia, bien cierto es que ceden, sin embargo, todo el protagonismo y el nudo del argumento al razonamiento de las mujeres, mostrando anversos y reversos. Sin duda, consecuencia con la línea del empoderamiento de las aptitudes de las féminas como clave de expresiones al rebufo de los tiempos.
Sea como fuere, en Cambio de reinas acontece y predomina un enfoque más prosaico al devenir de dos jóvenes chicas que, en lo mejor de sus vidas infantiles y adolescentes, tuvieron que resignarse al protocolo del emparejamiento que regía como norma diplomática en los reinos europeos para formalizar matrimonios impuestos por los tratados entre dinastías.
La singularidad del episodio que cuenta el realizador y escritor francés Marc Duigan, responsable de un título que no he visto, Ordinary Execution (2010) radica en la edad y personalidad de una de sus criaturas representadas. Se trata de la niña, de cuatro años de edad, hija de Felipe V (Lambert Wilson) e infanta de España, María Victoria, encarnada con un encanto y dulzura hechizante por la actriz, Juliane Lepoureau. Simplemente por ver trabajar a esta muchacha, observarla como se mueve delante de la cámara, fijarse en los gestos que compone y escucharle pronunciar los perspicaces diálogos escritos para su papel, merece la pena pagar una entrada de cine.
Su trabajo no solo es espléndido y maravilloso, sino cautivador y enternecedor. Te roba el corazón con una facilidad pasmosa. Te llena de gozo y satisfacción verla desenvolverse con su lozanía pueril, haciendo frente a una situación casi grotesca. Su rostro delicado, fino, con unos ojos expresivos y llenos de bondad doblegan a cualquiera, incluso al espectador más pétreo e insensible, como el que firma estas líneas.
Cuando aparece por primera vez en la función la vemos divertirse, balanceándose en un columpio, disfrutando de la felicidad de jugar, sin más preocupación que tener a sus adoradas muñecas a su lado. Duigan capta esos instantes que resultan propios en una mujercita y casi ridículos si los comparamos con los acontecimientos soberanos que la esperan. Este apartado íntimo y cariñoso me gusta y me apetece resaltarlo. La manera tan sencilla y, a la vez, conmovedora de hacer advertir al público el espanto que significa robarle a una menor de edad su territorio, el disfrute del juego, para aceptar, sin ningún tipo de objeción y reparo, un matrimonio con el rey de Francia Luis XV (Igor Van Dessel), otro chaval, monarca ya y preocupado, por insistencia de sus asesores, de la descendencia.
Estamos en una época de tregua. La guerra con España ha esquilmado las arcas francesas. Para precipitar y sellar la paz se acuerdan dos casamientos. Por una parte, Luis XV se uniría a María Victoria y la Princesa de Montpensier (Ana Maria Vartolomei) se desposaría con el Príncipe de Asturias (Kacey Mottet Klein). Con este cruce se pretende frenar las posibilidades válidas de Felipe V de reclamar el trono de Francia.
El filme, de puesta en escena de talante clásico, con escenografía y fotografía acorde a los requisitos de funcional corrección, sobresale, aprovechando la ausencia del conflicto bélico, en el aspecto costumbrista y cotidiano que bulle en el interior y alrededores de palacio.
Prevaleciendo las relaciones de las dos parejas, con acercamientos a sus caracteres y capacidades intelectuales, como dejando espacio también para perfilar las mentes y ambiciones de las personas cercanas e influyentes que maniobraban en los designios del estado.
En la lectura política de Cambio de reinas , la reflexión que se extrae es idéntica o, al menos, parecida, a los dos títulos aludidos al comienzo de esta crítica. Si en el momento en el que se centra la acción no hay batallas que luchar y conquistas que atender, es alarmante vislumbrar el empleo del tiempo de los principales poderes fácticos que ejercen de consejeros, maquinando paranoica e histéricamente su obsesión por la descendencia de los regentes o tramar sucias conspiraciones para reventar los tronos.
Un telón de fondo que subyace a pie de página y que aparece como uno de los elementos más recurrentes de este cine, cuya excitada espectacularidad solo se muestra en María, Reina de Escocia. En la película de Duigan, a falta de combates se imponen el tacto y la mesura como principales recursos. Afronta su visión utilizando un tono triste y acongojado, sintiendo pena por la pérdida de inocencia de sus jóvenes personajes y rodando las escenas con una pátina de pesadumbre por no envidiar, más bien todo lo contrario, la funesta suerte de nacer en una cuna real y participar de sus exigencias sin poder hacer nada para evitarlo.
Película encantadora y entrañable que traza, sin embargo, un miserable discurso sobre una realeza prisionera de una serie de dogmas de clase que devora a sus figuras. Más grave, si cabe, cuando los episodios historiados están personificados por almas en la flor de la vida y cuyo rango les somete a ser siervos de su propia sangre, arruinando cualquier atisbo de libertad. Aunque gozaban de privilegios y bienestar supremo, carecieron de la fantasía de la precocidad. Incluso el rey Luis XV le preguntaba a uno de sus leales servidores si habría alguien de su séquito que quisiera asesinar a un niño para robarle el trono. En vez de pensar en otras cosas más frugales, su preocupación se circunscribía a lo que había leído de sus antepasados.
Tráiler:
Ficha técnica:
Cambio de reinas (L'échange des princesses), Francia, 2017.Dirección: Marc Duigan
Duración: 104 minutos
Guion: Chantal Thomas y Marc Duigan
Producción: Coproducción Francia-Bélgica/ High Sea Production/ Featuristic Films/ Scope Pictures
Fotografía: Gilles Porte
Música: Marc Tomasi
Reparto: Lambert Wilson, Andréa Ferréol, Ana María Vartolomei, Juliane Lepoureau, Iger Van Dessel y Kacey Mottet Klein