Críticas
La independencia emocional
Casa propia
Rosendo Ruiz. Argentina, 2018.
La película comienza con un gran plano secuencia que deja al descubierto el conflicto y la inestabilidad emocional del protagonista. Mientras un grupo de pibes escuchan cuarteto y toman fernet (algo bien típico cordobés) vemos a un hombre golpear la puerta de una casa, insistentemente. Se asoma una mujer y le devuelve sus pocas pertenencias personales, y él se marcha. La síntesis condensa, espacial y narrativamente, algunos ejes temáticos que se irán desarrollando: la insatisfacción personal en la mediana edad y la dificultad en los vínculos.
Luego del éxito de su película De Caravana (2010), el director Rosendo Ruiz continuó con una prolífica carrera: Tres D, Todo el tiempo del mundo y Maturita. En estas últimas, condensa un cuerpo temático interesante y un retrato social de la provincia de Córdoba, convirtiéndolo en uno de los principales referentes audiovisuales del llamado “cine cordobés”.
Casa propia, presentada en la última edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici),se aleja del universo adolescente de sus trabajos anteriores para orientarse a narrar una historia individual y, por demás, contemporánea.
Alejandro (Gustavo Almada, coguionista del film) tiene 40 años y trabaja como profesor de literatura en un colegio secundario. Vive con su madre (Irene Gonnet), una mujer difícil de tratar, que padece una grave enfermedad. Él se encarga de cuidarla, turnándose con su hermana, con quien no tiene la mejor relación. Tampoco se lleva muy bien con su novia Verónica (Maura Sajeva), a quien dice amar, pero la engaña con otras mujeres. Alejandro se refugia en un amigo, al que le va mejor que a él. Ese contraste ahonda su vida anodina. Entre tanto agobio, sale en busca de un departamento por la zona, acorde a sus ingresos. La necesidad de hallar la “casa propia”, ese refugio que lo contenga, se volverá un objetivo a alcanzar.
El realizador, maneja muy bien el tono cercano e íntimo de la narración naturalista. Se rodea de un buen elenco y explora situaciones comunes que muestra con gran solidez.
Alejandro (muy bien interpretado por Gustavo Almada) es un personaje complejo, del que se exponen sus virtudes y defectos, sin ningún juicio de valor. Y al que solo lo vemos disfrutar cuando dicta clases y está rodeado de alumnos. El resto de sus vínculos están tamizados por sentimientos contradictorios y con breves momentos de placer, como con el hijo de su novia, por ejemplo. Le pesa la ambivalencia frente a sus afectos más cercanos.
El relato se centra en una búsqueda permanente sobre las falencias que hacen a lo propio, se mueve a partir del vacío existencial y las frustraciones que siente un hombre en la llamada “edad crítica”. ¿Qué logros alcancé en la vida? ¿Cómo se mide el éxito de alguien? La cámara sigue a su personaje en ese recorrido interior, donde se intercalan tiempos muertos, en los que Alejandro se proyecta. La necesidad de un espacio personal que le otorgue independencia moviliza la acción y el deseo del protagonista. Así, en cada visita a un nuevo departamento, los planos lo sueltan y traducen la calma que encuentra en lo deshabitado.
Rodada íntegramente en la provincia de Córdoba, Casa propia demuestra la madurez narrativa alcanzada por Rosendo Ruiz, a través de una historia simple y cotidiana. Su mirada, sensible y acorde a lo que filma, no juzga, acompaña y permite que el espectador se identifique. Una buena lectura sobre las presiones que ejerce la sociedad actual en los individuos.
Tráiler:
Ficha técnica:
Casa propia , Argentina, 2018.Dirección: Rosendo Ruiz
Duración: 83 minutos
Guion: Rosendo Ruiz y Gustavo Almada
Fotografía: Pablo González Galetto
Música: 440 estudio
Reparto: Gustavo Almada, Irene Gonnet, Maura Sajeva, Mauro Alegret, Yohana Pereyra, Eugenia Leyes Humbert