Reseñas de festivales
Catch Me Daddy
Precedido por el éxito y notable difusión de los videos musicales Prayin´ (2010) del rapero británico Plan B y Time to Dance (2012) de la banda francesa The Shoes y protagonizado por Jake Gyllenhaal, el realizador Daniel Wolfe presentó en Cannes, dentro de la sección Quincena de los Realizadores, Catch me Daddy, su primer largometraje.
El film se inspira en los llamados “crímenes de honor” ocurridos en el Reino Unido, en los que una mujer es asesinada por su propia familia al haber cometido una deshonra por no aceptar la tradición familiar.
Laila es una joven de ascendencia paquistaní con fuertes tradiciones musulmanas, que vive con su novio inglés Aaron en una caravana en Yorkshire, en el norte de Inglaterra. Allí se refugia de las redes de su familia, para poder llevar la vida que desea, al estilo occidental. Esto le supondrá un grave enfrentamiento con su padre y sus hermanos. Su pelo teñido de rosa, como una manifestación de su rebeldía y su adicción a ciertos estupefacientes, son suficientes muestras que, a modo de carta de presentación, nos acercan al perfil de la joven. Sameena es la actriz y, aunque no había actuado previamente, se lleva todo el peso protagónico que resuelve de una manera más que solvente.
Catch me Daddy, rodada en 35 mm, cuenta con el trabajo de Robbie Ryan, que aquí remarca una atmósfera en penumbra que transmite frialdad, acorde a un relato sórdido con una primera parte donde se siente la amenaza que se va cerniendo lentamente, in crescendo, hasta desembocar en una segunda parte, donde la violencia estalla. Y la fórmula funciona porque se articula con la intensidad del thriller y las connotaciones del realismo más crudo.