Series de TV
Cien años de soledad – Parte 1
¿Por qué la gente le exige tanto a una serie de televisión? ¿No entienden que el proceso de adaptar para un audiovisual no es igual que escribir un libro? Hace mucho me enseñaron que el papel aguanta todo, por eso tanto periodista (y los que se lo creen también) escriben tanta barrabasada sin sentido, lógica o argumento. El mundo entero tenía los ojos encima de la adaptación de Netflix de Cien años de soledad, quizás una de sus apuestas más grandes y peligrosas en su historia. Gabriel García Márquez consiguió el primer y único Nobel de Literatura de Colombia por esta obra, considerada una de las bases del realismo mágico y uno de los mejores libros de la literatura latinoamericana. Todos ya sabemos que Gabo decía que era inadaptable, tantas tramas y subtramas, saltos de tiempo y eventos sobrenaturales hacían que este libro fuera imposible de realizar. Y, como siempre, Netflix hace lo que se le da la gana.
La novela aguanta todas las páginas que Gabo le quiso poner y todo el popurrí de historias que componen su universo de realismo mágico. La serie no podía ser un fiel retrato de todas esas hojas, simplemente tomó una parte y lo tradujo al audiovisual de la mejor forma que pudo, lo adaptó según su punto de vista y nos regaló una obra de arte, sin duda. Y ahí radica todo el conflicto entre los más fervientes seguidores de García Márquez, los lectores casuales y los críticos tan divididos: el punto de vista.
Seguramente si hubieran llamado a otros libretistas, o hubiera sido en Amazon o cualquier otra empresa que se quedara con los derechos, el resultado hubiera sido muy diferente. Esto fue lo que salió de la combinación de un inmenso equipo que quiso hacerle un homenaje al escritor más grande que ha tenido Colombia y una de las obras más importantes de la literatura en español.
¿Bien? ¿Mal? ¿Regular? ¿Pésima? ¿Maravillosa? Todo depende del nivel de fanatismo del espectador y de que entienda que esto es UNA versión. Si quiere hacer la suya, porque no le pareció lo que hicieron o lo que sea, pues vaya consiga el dinero y hágalo. Lo invito. Las cosas son lo que son y Cien años de soledad es la serie que es. El que quiera más, pues «que le piquen caña», como dicen en el país que inspiró la novela.
Y sobre lo que lograron, para mí, a veces parece un gran comercial turístico invitando a la gente a visitar Colombia, por momentos el guion tambalea bastante y los finales de cada capítulo no son atrapantes, no dan ganas de seguir conectado de inmediato al siguiente capítulo. A veces se siente estereotipado, forzado, muy llevado a lo sexual y sin un filtro ante las relaciones incestuosas y las que bordean la pedofilia en el libro, seguramente por el miedo de “intervenir” a profundidad al gran Gabo, en una época donde todo es “problemático”, “woke” o “políticamente incorrecto”… Pero, es un trabajo bien logrado.
La fotografía es impecable, sin duda, creo que no hay punto de discusión al respecto. La forma en que se cuenta la historia es adecuada y es más fácil de entender que el libro, porque ya se le pone una cara a cada personaje, y deja de haber tanta confusión que produce la lectura. Sin embargo, por momentos los diálogos se sienten forzados, atolondrados… ¿O será cuestión de las interpretaciones?
El primer capítulo logra atrapar desde la primera escena, especialmente para los conocedores del libro, que se les hará muy familiar, y está muy bien montada, pero va decayendo y tiene un final poco enganchador. El segundo capítulo se siente muy acartonado, especialmente con los actores más jóvenes. La historia va perdiendo fuerza progresivamente, hasta que en el cuarto capítulo todo parece de un género distinto, por momentos los encuadres lo hacen sentir como una comedia barata y pierde la fuerza que llevaba. Y así, podemos seguir buscando detalles en toda la temporada…
Sin duda, todo es cuestión de gustos, para algunos es una serie perfecta e incomparable. Para mí, que leí el libro y no soy tan fanático (prefiero El amor en los tiempos del cólera, pero es mejor no hablar de ese despropósito de película…), la serie cumple con las expectativas y la presión, no solo de todo un país, sino de toda Latinoamérica. García Márquez fue un referente obligado para todos los escritores después de él, especialmente sus compatriotas, que han sufrido por alejarse del realismo mágico y del estilo de este autor nacido en Aracataca, que al final es una versión costeña de Rulfo, ¿o me van a decir que no tiene muchos rasgos similares con Pedro Páramo?
El problema principal es que no se siente una unidad en toda la primera parte de esta serie. Tanto en guion, como en realización, los cambios son muy evidentes, se siente el cambio de equipo y el estilo, y eso es algo que no le beneficia a ningún producto audiovisual. La idea es que todo el equipo, sea lo grande que sea, logre unirse alrededor de una sola idea y un solo propósito, pero acá hay desconexión entre cómo Álex García López y Laura Mora ven a Macondo y a sus habitantes.
Hay momentos en que parece más una telenovela, y la magia se desvanece, hay momento insoportablemente lentos, y otros donde esos silencios cinematográficos se vuelven eternos en la pantalla pequeña… Son dos estilos tratando de coexistir bajo el mismo nombre, luchando por destacarse cada uno por su lado.
Además, creo que apostarle a actores naturales y/o desconocidos fue un arma de doble filo que no salió como esperaban. Junto a gente tan profesional como Viña Machado, Diego Vásquez, Moreno Borja, Jairo Camargo y otros, los menos experimentados no tienen nada que hacer, se pierden en la escena y, por momentos, hacen que se pierda la verosimilitud. A mí me sacan del Macondo que me han construido y me desconectan de la magia audiovisual.
Pero hay que mencionar las más placenteras sorpresas: a Marco Antonio González como el primer José Arcadio, y a Nicole Montenegro y Laura Grueso que interpretan a Rebeca joven y adulta, nos regalan unas interpretaciones creíbles, fuertes y auténticas. Pero la que se roba el show es Marleyda Soto, Úrsula Iguarán en su versión adulta. Siempre era ella la que me devolvía la magia en la pantalla y me hacía sentir que realmente estaba frente a esta tremenda matrona macondiana que con la sola mirada intimida.
La segunda parte, a estrenarse a mediados de 2025, cerrará esta codiciosa adaptación con ocho capítulos más, e incluirá momentos tan álgidos en la historia de Colombia como la matanza de las bananeras. Esperemos que para esta nueva entrega las cosas sean mejores, aunque algo me hace pensar que seguirán por la misma línea, tambaleándose entre lo que se “debe” hacer y lo que Netflix “pide”, una serie novelada que ha encantado a muchos y a mí me ha dejado con ese mal sabor de boca de que las cosas se pudieron haber hecho un poco mejor desde el guion.
Tráiler: