Críticas
Mucho ruido y pocas nueces
Como nuestros padres
Como Nossos Pais. Laís Bodanzky. Brasil, 2017.
La brasileña Laís Bodanzky ya cuenta es su trayectoria profesional como realizadora con varios largometrajes, tanto de ficción como documentales. En esta ocasión, con Como nuestros padres, se embarca en la aventura de narrar la existencia de Rosa. Si se lee la sinopsis del filme que recogen la mayoría de los medios de comunicación, se nos anuncia que vamos a encontrarnos con una mujer que no tiene tiempo ni para respirar. Entre las horas que dedica a su trabajo y a su familia, en el cuidado de sus hijas y en tareas domésticas, se le escapa toda su existencia. También se informa de que va a recibir, sin la más mínima sospecha, una noticia inesperada que le va a comunicar su madre, una “bomba” que le trastocará para siempre. Y efectivamente, esto último sucede de tal forma en la obra, de sopetón, lanzada a velocidad de crucero, a pesar de la perturbación que puede provocar en la afectada . Ya durante los primeros minutos de la película se revela el insospechado secreto, por lo que bien podría haberse incluido también en la sinopsis del largometraje. En realidad, casi diríamos que lo mejor del filme se encuentra en esos momentos iniciales, cuando entre el caos de una comida familiar nos enteramos de demasiadas circunstancias, sin necesitar mayores ni más extensas explicaciones. Observamos que la familia de Rosa está compuesta por dos hijas casi adolescentes y un marido. Además, tiene un hermano también casado, y tanto nuestra protagonista como su cuñada se quejan de la poca ayuda, o ninguna, que se recibe de la parte masculina. Lo que más cansa del discurso supuestamente feminista que se observa en el largometraje es que llevamos más de medio siglo contándolo, y por lo que parece, con pocos o nulos resultados. No hay forma.
Resulta patético que en los países supuestamente desarrollados, al menos en sus clases sociales medias o altas, en pleno siglo XXI, la mujer, además de su ocupación laboral, por la que sigue cobrando menos que los hombres, por cierto, debe hacerse cargo de la atención plena de los hijos. Y a ello, se le debe añadir tareas como la limpieza del hogar, además de las de materia culinaria, si no hay suerte con una pareja aficionada a ello, ahora que parece que se impone masivamente como afición que nadie debería perderse.
Pues sí, por ahí andábamos, con esa queja ya viejuna. Pero vemos que todavía es necesaria y mucho, cuando miramos atentos esta película y vemos atónitos giros de guion que, cuanto menos, alarman. Tras mucho diálogo, demasiado bla, bla, bla…, extensas quejas y escasos movimientos para soluciones reales, se acaba en un camino, cuanto menos, espeluznante. Desconocemos el mensaje que pretendía ofrecer la realizadora con esta obra, si es que intentaba alguno. Ya se sabe que lo que importa es la película en sí y no lo que se pretendía con ella. Y lo que como espectadores hemos concluido es que la igualdad de géneros se alcanza, según la película de la directora brasileña, acercándose a la malignidad de los varones en ciertos aspectos. Podemos señalar, sin delatar nada del desarrollo del filme, que dichas vilezas atañen a aspectos sexuales. Y ahí se acaba todo. Da igual que las mujeres se sigan ocupando de los niños, cocina, limpieza y cobrando menos. Eso, ¡qué más da! Lo que de verdad libera es la transgresión.
Además de reiterativo y cargante, el largometraje ha conseguido exasperarnos. Especialmente, por asomar la pata, desde el inicio, en una dirección que entendíamos atrayente, y acabar rematando en un insulto absoluto ante quienes, además, creemos que mucha parte de responsabilidad por el estatus actual de las mujeres lo tienen ellas mismas.
Todo lo anterior se muestra, eso sí, con una fotografía excelente y en un marco exquisito, con buenas interpretaciones. Estamos un poco cansados de que en las últimas obras que hemos tenido ocasión de visionar procedentes de Brasil, únicamente aparezca una sociedad opulenta por riqueza o cultura, sin asomo de miseria alguna. Como ejemplos, pueden valer Una segunda madre (Que Horas Ela Volta, 2015) de Anna Muylaert; Madre solo hay una(Mãe só há uma, 2016), de la misma realizadora; o la excelente Doña Clara (Aquarius, 2016) de Kleber Mendonça Filho. Creemos que el país y sus circunstancias dan mucho más juego para enseñar otras realidades. Además, cambiando de tercio, nos queda la impresión que en dicha nación debe haber un trauma especial con el tema de las raíces, asunto que encontramos recurrente en su cinematografía actual.
Al final de la corrida, se “transgrede”, y ya se respira con tranquilidad, a la espera de la madurez. Y no hay que olvidarse de una segunda “sorpresa” que encontramos luego, ya más avanzado el largometraje. Con la misma, se explica la torpeza de las circunstancias que se desarrollaron con la primera. Y aquí se conecta con la relación padres/hijos y la diferencia generacional, que nos tememos, siempre seguirá existiendo. Aunque broten en masa progenitores tolerantes y muy abiertos con sus retoños.
En definitiva, hemos acabado muy defraudados con una obra que empieza prometiendo mucho, para terminar con un discurso que además de no compartir, nos produce especial enojo. Aunque es probable que la intención de la realizadora se inclinara más bien por elaborar una obra dirigida a conformar un contrapeso justo y ponderado entre sexos y generaciones, lo que observamos son comportamientos incoherentes que bordean el melodrama y lo folletinesco. Celos, egoísmos, hipocresías, contradicciones y personalidades formadas a medias es lo único que llegamos a vislumbrar en esta película. Al final, lo mejor se queda en el título, por lo atinado en su mensaje de conservadurismo, paralelo con el que se desarrolla en el fondo del filme. No podemos concebir, como al parecer se pretende, posibles comparaciones entre la evolución de Rosa y de Nora, la protagonista de Casa de muñecas de Henrik Ibsen. Y para finalizar, un apunte que no consideramos precisamente intrascendente: también la cabeza de los adultos puede hacerse añicos si se caen de una bicicleta.
Tráiler:
Ficha técnica:
Como nuestros padres (Como Nossos Pais), Brasil, 2017.Dirección: Laís Bodanzky
Duración: 105 minutos
Guion: Laís Bodanzky, Luiz Bolognesi
Producción: Gullane Pictures
Fotografía: Pedro J. Márquez
Música: Antônio Pinto
Reparto: Maria Ribeiro, Paulho Vilhena, Clarisse Abujamra, Felipe Rocha, Sophia Valverde, Jorge Mautner, Annalara Prates