Córtenla. Una peli sobre call centers

¿Cuántos de nosotros hemos recibido un llamado telefónico de parte de un operador que nos ofrece algún servicio o intenta vendernos un producto determinado? Los denominados call centers (centros de llamado) forman parte de una modalidad de trabajo que surge con la globalización. En la Argentina, estos centros cuentan con un servicio tercerizado en el cual trabajan jóvenes empleados, muchas veces sin experiencia, a cambio de precarias condiciones laborales que impactan en su salud tanto física como psíquica. Las empresas, sujetas a las leyes del mercado, prometen a sus teleoperadores ascensos y beneficios que nunca llegan. Los trabajadores necesitan su empleo, a pesar del incumplimiento de todo lo prometido cuando ingresan. Actualmente, no hay legislación que regule el funcionamiento de los call centers. Si bien existe un proyecto de “Ley del teleoperador” elevado por el Partido Obrero a una de las comisiones de la Cámara de Diputados de la Nación, aún continúa sin aprobación.

El film dirigido por Ale Cohen fue exhibido en la VI Muestra de Documentales “Ocupar las pantallas”, organizada por DOCA (Documentalistas Argentinos) en noviembre de 2012. La voz del realizador se suma a las voces de los empleados damnificados a partir de una explícita postura militante que no solo denuncia esta problemática, sino que incentiva a una participación activa en contra de la explotación laboral ejercida desde un sistema competitivo y desigual. Cohen es miembro del colectivo de cine Ojo Obrero, fundado en mayo de 2001, dedicado a la realización de documentales sobre diferentes problemáticas sociales y políticas argentinas, entre ellos Casino (2008) también de Cohen y la reciente película ¿Quién mató a Mariano Ferreyra? (2013), de Alejandro Rath y Julián Morcillo.

«El origen de Córtenla fue una noche  de insomnio y catarsis con Fabián, uno de los guionistas de la película», comenta su director. «Hacía un tiempo los dos habíamos trabajado en distintos call centers, y nos pusimos a compartir nuestros recuerdos en ese trabajo, cargados del sinsentido y la ridiculez a los que nos tiene habituado este sistema: yo activaba y recargaba celulares para Estados Unidos, sin entender bien lo que hacía, ya  que no tenía teléfono celular.  Él atendía desde Buenos Aires un delivery de pizza para España. A mí llamaban convencidos de que los atendía un indio, a él le pedían por favor que le ponga mucho queso a la pizza. Yo tenía que mandar un celular nuevo a un remolque sin dirección postal por una  ruta en Kansas, y él tenía que enviar un pedido desde Buenos Aires a un departamento en Madrid que estaba a dos cuadras de la pizzería».

La película combina diferentes registros de ficción y documental. Vemos imágenes de archivo de las protestas, marchas  y reclamos de los trabajadores contra las empresas; escuchamos testimonios de jóvenes de distintos call centers sobre su experiencia laboral -montados de manera encadenada- lo que simula ser una larga charla entre ellos; hay entrevistas a empleadores que juegan en un buen contrapunto; una animación que revela los procesos de explotación laboral, y una cámara que se infiltra en prestigiosas conferencias sobre telemarketing (un gran acierto del film), revelando la nefasta política de quienes dirigen estos centros. La cámara oculta los muestra como eximios y petulantes oradores que emiten frases como “exterminar a los resistentes”, refiriéndose a aquellos empleados que se rebelan ante sus empleadores. Desde lo ficcional, se recrea una dramatización que ejemplifica, con humor y una estética bizarra, la dificultad de una jubilada para hacer llamados y comprender las demandas de trabajo de un jefe obsecuente y acelerado.

«Córtenla no hubiera sido posible  sin el aporte fundamental de sus propios protagonistas: los trabajadores de calls«, comenta su realizador. «Su participación en el proyecto fue clave, ya que sus luchas y sus testimonios son el retrato de una  juventud que es víctima de este sistema global, que explota y precariza. Pero es al mismo tiempo el reflejo de una juventud que quiere librarse de las pesadas cadenas de un pasado que los oprime en el presente».

Uno de los logros del film es su intencionalidad. Su mensaje es claro y efectivo. Apela, como mencionamos anteriormente, al uso de un conjunto de recursos ficcionales que tejen un entramado intertextual, no siempre con acierto y prolijidad, para ampliar los límites del documental clásico. El realizador posa su mirada sobre una realidad que interpreta ideológicamente y, sobre la cual, apela a la concientización por parte del espectador.

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