Reseñas de festivales
Costa da morte
Aunque se haya ido del Bafici sin llevarse ni un reconocimiento, el documental Costa da Morte, del director gallego Lois Patiño, ha sido para mí lo mejor que he visto en el Festival.
Inspirado en las leyendas que escuchaba de niño, la mítica costa se convirtió en una obsesión que lo llevó a consolidar éste, su primer largometraje. Antes ha realizado una serie de cortos experimentales que pueden revisarse en su página web. Quien la visite se encontrará con un documentalista que ha desarrollado una obra muy personal. Y Costa da Morte no es una excepción.
Esa región costera gallega, que se extiende sobre el Atlántico, desde Carballo hasta el cabo de Finisterre, es azotada continuamente por fuertes tormentas que provocan cantidad de naufragios contra los acantilados que se observan en su paisaje. Para los romanos era el fin del mundo, para los gallegos es un centro de míticas leyendas que suelen ser transmitidas oralmente de generación en generación.
El documental está filmado totalmente en grandes planos generales. El paisaje es el verdadero personaje. El hombre aparece en una escala pequeñísima, solo o acompañado, lidiando con la inmensidad y el trabajoso oficio de sobrevivir en una tierra donde las dimensiones del entorno lo exhiben minúsculo.
Allí están los leñadores, los pescadores y los mariscadores, seres anónimos que pueblan esa geografía de cuya espectacularidad da cuenta la cámara de Patiño. Esos bosques sumidos en la niebla, donde los leñadores van eliminando uno a uno los árboles; la pétrea roca, donde un pescador parece sostenerse en equilibrio frente al vértigo que ofrece la furiosa rompiente del mar; la playa calma al amanecer, donde los mariscadores con sus linternas parecen estrellas al ras del suelo; el faro, imponente e inútil, frente a la cantidad de naufragios históricos que superan cualquier estadística; el pueblo y el puerto, como refugios de su gente y destino de su trabajo… Grandes palas mecánicas ayudan a trasladar las colosales dimensiones del producto de su labor. Hasta en esos momentos, Patiño logra transmitirnos imágenes sugerentes… como las de la cantera, donde la pala del tractor va levantando las piedras para ubicarlas en un transporte que las lleve al puerto; en un momento, la pala hace rodar la piedra para poder levantarla, y lo hace con tanta delicadeza que parece más una caricia que una función puramente mecánica.