Festivales
64° Festival Internacional de Berlín
Este 2014 el Festival Internacional de Berlín batió un nuevo record con 330.000 tickets vendidos. Un incremento de casi un diez por ciento en comparación con el año pasado. El festival de cine más grande del mundo contó una vez más con 400 films elegidos en sus tradicionales secciones: Competition, presentando cine internacional, Panorama de cine independiente, 
Generation para audiencias jóvenes, Forum (y Forum Expanded) de cine experimental, Perspektive Deutsches Kino dedicada al cine alemán actual, Berlinale Special (y Berlinale Special Gala) con grandes producciones de personalidades reconocidas del cine y Berlinale Shorts de cortometrajes. El programa se completa con una Retrospective, dedicada este año a los estilos de iluminación en el cine de 1915 a 1950, y un Homage este año en honor a Ken Loach.
Pero como si el programa de las secciones públicas fuera poco, el EFM (European Film Market) también ofrece proyecciones de unos 800 films para todos los miembros de la industria cinematográfica que asisten al festival (alrededor de 8.000).
Cada año, Berlinale cuenta con eventos especiales. Una de las perlas fue el estreno mundial de la versión restaurada en digital de El gabinete del Dr. Caligari (Das Cabinet des Dr. Caligari, 1920, Robert Wiene) con música interpretada por la Orquesta Filarmónica de Berlín. Tampoco el festival estuvo ajeno a tres pérdidas enormes del mundo del cine, y organizó proyecciones especiales a muy pocos días de su comienzo, para honrar la memoria de Miklós Jancsó, Maximilian Schell y Philip Seymour Hoffman.
Pese a la diversidad de las obras seleccionadas, es una constante que todas las proyecciones se den a sala completa. Es habitual que varios minutos antes de comenzar la película un coordinador requiera que levante la mano quien tiene a su lado una butaca vacía, para que la pueda aprovechar alguien que no tuvo la suerte de conseguir entrada. Existe una confianza implícita de los espectadores que, a pesar que algún film nos guste más que otro, el festival no nos va a defraudar ni someternos a una película mala. La desventaja, en contraposición, es que como participantes debemos ir con la mente abierta y ver lo que se pueda, porque obviamente hay varios films que aunque se planifique con tiempo, es muy difícil llegar a ver.
Este año se notó una presencia más importante de la prensa, porque los que disponíamos de una acreditación regular (no de prensa del día) ya no pudimos asistir a las funciones en el Berlinale Palast. Allí se encuentra la alfombra roja más importante y es el lugar de encuentro de los más famosos. Este año con sólo nombrar a algunos de los invitados que trajo The Monuments Men (George Clooney, Bob Balaban, Bill Murray, Matt Damon, John Goodman, Jean Dujardin), Nymphomaniac (Lars Von Trier, Christian Slater, Shia LaBeouf, Stellan Skarsgård, Uma Thurman) y The Grand Budapest Hotel (Wes Anderson, Ralph Fiennes, Willem Dafoe, Bill Murray, Jeff Goldblum, Tilda Swinton, Edward Norton), contamos con un jugoso grupo de famosos. Pero a pesar que la alfombra roja se ponga más concurrida, Berlín sigue estando muy lejos de ser solo eso. Mientras George sonríe a las cámaras con la simpatía que nos derrite, en paralelo como mínimo unas quince salas proyectan joyas del cine internacional actual, muy difíciles de acceder fuera de los festivales.
Este año el jurado internacional volvió a ser muy diverso, compuesto por ocho figuras de distintos ámbitos del cine: directores, actores y productores. Presididos por James Schamus, productor que participó en diversos films de Ang Lee, fueron parte del jurado los conocidos actores Christoph Waltz y Tony Leung, figuras emergentes como Greta Gerwig y afianzadas como Trine Dyrholm. En comparación con el año anterior, algunos de los premios más importantes fueron otorgados a películas de estrenos mundiales con gran alcance a salas comerciales, como por ejemplo el Oso de Plata a The Grand Budapest Hotel de Wes Anderson y el premio al Mejor Director a Richard Linklater por Boyhood. Los exponentes del cine oriental se llevaron una buena cantidad de galardones: Black Coal, Thin Ice (Bai Ri Yan Huo) los de Mejor Película y Mejor Actor, Chiisai Ouchi (The Little House) el de Mejor Actriz y, a mi parecer, el merecidísimo Premio a la Cámara fue para Blind Massage (Tui Na), que nos transporta al mundo de los ciegos. Tres de las veinte películas de la competencia fueron alemanas, pero solo una se llevó un Oso de Plata: los hermanos Brüggemann por el escalofriante guion de Stations of the Cross (Kreuzweg). Dos películas argentinas participaron en la competencia: Historia del miedo y La tercera orilla, y junto con Praia do Futuro y Aloft, Latinoamérica se encontró representada. Ninguno de estos cuatro films se llevó un Oso a casa, aunque la mexicana Güeros en la sección Panorama se llevó el premio a la Mejor Ópera Prima.
La calidad de las salas de proyección sigue asombrando, aunque no estemos asistiendo por primera vez. Este año, se reincorporó también el magnífico Zoo Palast después de tres años de ausencia. A pesar de la gran capacidad, comodidad y calidad en la imagen y el sonido, estas salas se convierten también en lugares acogedores al momento de las preguntas y respuestas entre espectadores y realizadores. Las audiencias de Panorama, Forum y Generation en casi todos los casos reaccionaban muy bien ante los directores, los elogiaban con sus preguntas y ellos demostraban su alegría de poder participar en un festival tan prestigioso.
El público, además de contar con la gente de la industria internacional del cine, también estaba compuesto por muchos entusiastas locales, que se escapaban de sus trabajos en la gran ciudad de Berlín para participar del festival. Las filas para la compra de entradas eran en todos lados interminables, en los puestos de venta centralizados y también en todas las salas. La atmósfera, dentro y fuera de las salas, era muy agradable, la gente por lo general disfrutaba su proyección de la misma forma que el presidente del jurado James Schamus caracterizó en la ceremonia de apertura: como un niño con un paquete de palomitas de maíz disfrutando simplemente una película.
En mi segundo año de asistencia a la Berlinale, no veo más que crecimiento, apertura y calidad en este festival. Algunos aspectos parecen funcionar como una maquinaria perfecta que, año tras año, nos brinda una experiencia cinéfila más que placentera. Pero en verdad esto es reflejo de la habilidad de las personas que lo hacen posible, que logran mantener la calidad a través de los años y que todo funcione perfectamente, sin que notemos la intervención humana.
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