Cuellos blancos. El caso Vicentín

Testigo del tiempo y de la realidad que lo atraviesa, el documental de investigación dialoga con la memoria y narra su importancia para el desarrollo colectivo. Bajo ese formato se construye Cuellos blancos, el caso Vicentin, de Andrés Cedrón, director de la premiada La Caracas (2012) y Se va a acabar (2021), codirigida junto a David Blaustein.

La película interpela la historia política y económica reciente de la Argentina al desnudar el entramado financiero en manos del poder político y la economía neoliberal, que dejó al borde de la quiebra a una de las empresas nacionales más importantes del país.

Desde el comienzo se expone la crisis financiera de Vicentín, cuando se declaró en quiebra en 2019, perdiendo más de 1300 millones de dólares en seis meses. El derrumbe tras años de malversación y evasión fiscal contó con la connivencia del poder judicial y los intereses creados en torno a las exportaciones, lo que derivó en la especulación, el fraude y la fuga de capitales.

La investigación sobre los hechos ofrece un recorrido histórico sobre cómo la familia Vicentín levantó su complejo oleaginoso y construyó su poderío en tierras del Estado. Su crecimiento también fue fruto de la precarización laboral y explotación de sus trabajadores, muchos de ellos delegados desaparecidos durante el gobierno militar.

A través de los testimonios de sus trabajadores y de las voces de ex delegados detenidos, como de periodistas, empresarios y abogados de la talla de Eugenio Zaffaroni, va dando forma al detrás de escena de ese entramado que, junto al material de archivo y la animación digital, forman parte de las herramientas discursivas y la estética formal que adopta el relato.

La interacción de varios formatos narrativos contribuye no solo a aportar nuevas interpretaciones, sino también a destacar la veracidad de los acontecimientos a través del uso de la retórica y de un destacado trabajo de edición.

“Mientras las deudas de Vicentin se licuan con el paso del tiempo, la sociedad argentina no condena la responsabilidad empresarial ni discute las leyes que benefician a los poderes económicos. No son señalados como delincuentes, ni por los medios hegemónicos ni por la opinión pública, debido a los lazos sociales entre los poderes existentes. Fácilmente, los ubica como víctimas de las garras del Estado o de un atentado contra la propiedad privada”, señala su director.

Dedicada a la memoria de los cineastas y documentalistas David “Coco” Blaustein y Fernando “Pino” Solanas, con quienes trabajó y aprendió la urgencia del género testimonial, Cedrón retoma y comparte la intencionalidad revisionista y la mirada crítica de sus maestros, acercándose a ese legado cinematográfico que lo nutrió y que forma parte del acervo documental argentino, tal como se cita con escenas de sus películas.

Cuellos Blancos, el caso Vicentín logra unir armoniosamente el cine con la política y la memoria para interpelar la realidad, interviniendo en los hechos que profundiza y sobre los cuales intenta concientizar al espectador. Si el cine es un espejo de su tiempo, la película se vuelve un nuevo documento histórico al que invita a mirar.