Críticas
Amor, bichos y mucha diversión
De amor y monstruos
Love and monsters. Michael Matthews. EUA, 2020.
Cuando estos tiempos pandémicos terminen, una de las reflexiones que, creo, todos compartiremos es la capacidad salvadora de la cultura. El alivio de las ficciones han conseguido, estoy seguro, que salgamos un poco menos tarados de la desquiciante experiencia vital que nos ha tocado vivir. También es verdad que se avecinan cambios de paradigma en el modelo de producir, distribuir y ver cine, pero ese es otro debate, y jugar un poco a las elucubraciones.
El caso es que, en lo personal, he abrazado sin tapujos cierto tipo de cine de evasión. Sí que es verdad que siempre he tenido cierta querencia por lo fantástico, pero para todo hay niveles. En estos interesantes tiempos, la desconexión se ha convertido en un refugio respecto a la realidad agobiante y confusa, así que productos como De amor y monstruos ( Love and Monsters, Michael Matthews, 2020) son auténtica tabla de salvación mental. Lo que en otra situación no pasaría de simpático entretenimiento ha calado sin paliativos en mi imaginario personal, y regala un buen rato de diversión sin complejos en un mundo construido con cariño e ingenio.
De amor y monstruos mezcla la aventura post apocalíptica con el cine de monstruos gigantescos y amenazadores, con el sentido del humor por bandera, alejada del tremendismo de las producciones de aires distópicos. El aire de comedia que impregna la idea convierte la película en un espectáculo para toda la familia, ya que se usa con habilidad este recurso con intenciones de ofrecer un cosmos escalofriante, diluido el horror en las divertidas peripecias de los protagonistas.
El panorama que dibuja De amor y monstruos, es desde luego, desolador. En este desalentador escenario el ser humano ha perdido su posición hegemónica en el planeta Tierra. Empujado a una vida bajo tierra, en refugios y escondites, la superficie es un lugar salvaje, dominado por las criaturas de sangre fría transformadas en letales monstruos gigantes. En estas circunstancias sobrevive Joel, un chico apocado al que la situación le viene grande. Eso sí, el pobre es un romántico, y bebe los vientos por su amor de adolescencia, atrapada en otro refugio a unos cuantos kilómetros. No muchos, pero mortales.
Aún así, ni corto ni perezoso, decide emprender el viaje por la senda que le separa de lo que él siente como amor verdadero. Por supuesto, nadie apostaría por que Joel sobreviva más de diez minutos al aire libre.
Las grandes bazas de Love and Monsters son la sencillez y la imaginación. Juega en la misma liga que Zombieland (Ruben Fleischer, 2009), pero sustentada por un humor menos macarra. El despliegue conceptual se traduce en un universo propio consistente, letal y coherente. Regala al espectador la sensación de peligro constante, acrecentado por la empatía que produce un tipo como Joel. Desvalido y algo torpe, es fácil sentirse identificado con alguien tan cercano. Ahí reside otro de los grandes puntos a favor de la película, los personajes. Lejos de la habitual idea de el hombre es un lobo para el hombre, las interacciones entre los protagonistas son amables, presentadas con gran humanidad, defendiendo la idea de que incluso en la peor de las circunstancias podemos ser solidarios y amables. Una idea, quizá, algo inocente, pero que me ha resultado refrescante en el entorno oscuro de la realidad.
De amor y monstruos es el enésimo ejemplo de viaje como metáfora del fin de la infancia para abrazar la edad adulta, en la que el protagonista se descubre a sí mismo. De la crisálida que es el Joel de los primeros instantes de la película, apocado y temeroso, surge alguien capaz de ser el último resquicio de esperanza para la raza humana. Por supuesto, esta historia nos la han contado. Pero siempre es bueno el retorno a senderos conocidos si se nos guía con respeto como espectadores, sin intentar vendernos que se ha reinventado la rueda. De amor y monstruos da el pálpito de que nadie entre los creadores de la película se pasa de listillo, que todo el mundo sabe perfectamente qué clase de producto se maneja, y que aún así, se puede presentar algo digno y repleto de carisma. La personalidad propia de esta divertida epopeya es indiscutible, a pesar de las evidentes referencias.
Todo esto es suficiente para que la obra firmada por Michael Matthews quede justificada, pero es que, además, goza de un aparato técnico realmente notorio. El despliegue de criaturas extirpadas de pesadillas de serie B es un disfrute para los aficionados al género. El ecosistema aniquilador es el mejor reclamo de la película, aunque, por suerte, el resto del envoltorio no es mera excusa para que los bichos pobladores de la superficie terrestre intenten merendarse a los humanos gritones de turno. Nos importa lo que les pasa a Joel y compañía en su peripecia. Caen bien y queremos que salgan de una pieza. Eso es lo realmente genial, el equilibrio entre cada una de las piezas del conjunto para ofrecer diversión autoconsciente sin caer en la tontería olvidable,
De amor y monstruos puede parecer tontorrona y tremendamente naif, pero es la clase de película que necesito en mis ratos de fuga mental. Se acomoda con demasiado descaro en la nostalgia, eso también es cierto. Respira la esencia de Amblin y las aventuras adolescentes de los 80, aunque con el músculo visual que permiten las técnicas de efectos especiales de hoy en día. También es producto de las circunstancias, y, aunque se estrenó a pequeña escala en cines, llega a la mayoría de los espectadores gracias a las plataformas de contenidos, a pesar de que es producto de gran estudio.
Lo que contaba de los nuevos paradigmas. Toca acostumbrarse. O no. De momento, el disfrute de cosas como De amor y monstruos me mantiene cuerdo y esperanzado. Que no es poco.
Tráiler:
Ficha técnica:
De amor y monstruos (Love and monsters), EUA, 2020.Dirección: Michael Matthews
Duración: 108 minutos
Guion: Brian Duffield , Matthew Robinson
Producción: 21 Laps Entertainment, Paramount Players, Entertainment One, Paramount Pictures, MTV Films
Fotografía: Lachlan Milne
Música: Marco Beltrami, Marcus Trumpp
Reparto: Dylan O'Brien, Michael Rooker, Ariana Greenblatt, Jessica Henwick, Ellen Hollman, Damien Garvey, Melanie Zanetti, Tasneem Roc, Amali Golden, Dan Ewing, Tonia Renee, Tandi Wright, Arthur Costa, Pacharo Mzembe, Te Kohe Tuhaka, Donnie Baxter, Andrew Buchanan, Thomas Campbell