Críticas

Sangre que riega el bosque silencioso

De naturaleza violenta

In a Violent Nature. Chris Nash. Canadá, 2024.

Póster oficial de De naturaleza violentaVivimos en una época en la que parece que nos lo han contado todo. La sensación de novedad brilla por su ausencia. Y digo parece, porque lo mismo es una percepción personal sin ningún valor. El caso es que, y seguimos con sensaciones, no queda más remedio que el eterno retorno.

Eso puede dar lugar a copias de copias, secuelas innecesarias, remakes enervantes y fórmulas agotadas. Pero, de cuando en cuando, aparece un autor consciente y atrevido, que afronta ese regreso a parajes conocidos con ingenio. Ese es el caso de Chris Nash, director de De naturaleza violenta (In a Violent Nature, Chris Nash, 2024), que se inventa una vuelta de tuerca al slasher, género víctima de los clichés como pocos.

Ha llovido mucho desde la aparición de esta forma tan explícita y sangrienta de entender el horror. A finales de los setenta, los escenarios cambiaron, los monstruos mutaron en formas menos grotescas que los vampiros y los fantasmas. El miedo no se encontraba en los cementerios y las mansiones encantadas. Los barrios residenciales, los institutos o los campamentos de verano perdían la inocencia de la seguridad para transformarse en mataderos. Los asesinos no tenían nada de espectral, y reflejaban que el peligro podía ser muy mundano. No había lugar en el que esconderse, ni oraciones que alejasen al mal. Solo quedaban borbotones de sangre y gritos.

La amenaza en De naturaleza violenta

Lo que al principio era novedad y emociones fuertes, sazonadas con litros de hemoglobina, derivó en hastío y repetición, salvo honrosas excepciones que salvaban al género de morir de éxito. Entre esos productos extraordinarios se tendrá que incluir esta película, que juega con los lugares comunes a su favor mediante artificios narrativos que dan un toque de novedad a esa historia que nos han contado decenas de veces.

Nash ofrece un juego al espectador, jugueteando con el concepto ya conocido. Cambia la forma en la que recibimos la información, disipada entre el efectismo sangriento, para que seamos nosotros los que montemos el puzle completo. No es que la película se mantenga a base de grandes secretos y desafíos mentales, al contrario. Los ingredientes son sumamente sencillos, y es por eso que el juego propuesto es tan satisfactorio. Conocemos de sobra las reglas del género, así que las variaciones sobre el mismo tema perpetradas por Nash hacen la experiencia algo más orgánica.

Los elementos del slasher tradicional están presentes en la película de modo reverencial, por supuesto, para que nadie dude de la esencia de De naturaleza violenta. Pero todo el ruido efectista directo a la retina del espectador queda anulado por un ritmo enfermizo y parsimonioso, por silencios incómodos, ampliados por la ausencia de banda sonora, en los que somos conscientes de la carnicería salvaje que presenciamos. Posiciones extrañas de una cámara que en ocasiones roza lo documental y, sobre todo, el particular punto de vista que nos da Nash, cambian las reglas.

La perspectiva que prima es la del propio asesino, un ente salvaje que representa la naturaleza indómita y desconocida, la américa profunda tan dada a horrores del imaginario popular. Si sabemos algo de los prescindibles protagonistas, excelente carne de cañón, es por la presencia del monstruo, al que seguimos como observadores de la masacre, incómodos convidados de piedra. Un monstruo que nos ignora, que nos da la espalda, que pasea impávido por el bosque, trampa mortal para incautos urbanitas, hasta que encuentra a su víctima.

Nash juega con los ritmos hasta el punto del nerviosismo. Las interminables caminatas se cortan abruptamente por estallidos de violencia demencial, y se las apaña al mismo tiempo para rendir sentido homenaje a todos esos clásicos del desmembramiento que reconocemos de fondo. El fuera de campo es la gran herramienta, puesto que las jóvenes víctimas de este infierno verde, viven su atosigante aventura en los márgenes de la historia, lo que cambia la perspectiva del conjunto. El formato y el aspecto granuloso retrotraen nuestra mirada a esos primeros ejemplos del género de principios de los 80, y dota de un aspecto más lúgubre y oxidado a la trampa rural en la que están encerrados los protagonistas.

No hay piedad en De naturaleza violenta

De naturaleza violenta, además, riza el rizo en cuanto a la resolución de esos momentos estrella de cualquier slasher que se precie: los asesinatos. El nivel de violencia bestial rompe tantas barreras que los espectadores menos avezados tendrán que apartar la mirada por lo cafre. Es tan brutal que parece rozar la parodia, aunque el resultado es radical e ingenioso a partes iguales. Como he comentado con anterioridad, el uso del sonido es escalofriante, lo que da empaque a lo grotesco de la propuesta.

De naturaleza violenta tiene como único punto flaco la contradicción en términos que define su espíritu. Puede que falten emociones fuertes al uso en el ritmo a fuego lento que Nash ondea como bandera. Los aficionados al horror convencional, si no tienen un poco de espíritu aventurero e inconformista, soltarán algún bostezo, salvo en esos momentos explosivos de violencia.

Por mi parte, soy de los que piensan que De naturaleza violenta es una gran película, que sin olvidar los rudimentos del slasher le da dignidad, demuestra que se puede investigar con las formas, y salir airoso del experimento. La extraña tensión que se respira en cada decisión tomada por Nash es un rayo de esperanza para los amantes de un género que se niega a desaparecer. Porque hasta el cinéfilo más cabezota tiene sus placeres culpables, y De naturaleza violenta es la excusa perfecta para relajarse y disfrutar del espectáculo, sabiendo además que hay trazas importantes de buen cine en el resultado.

Tráiler:

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Ficha técnica:

De naturaleza violenta (In a Violent Nature),  Canadá, 2024.

Dirección: Chris Nash
Duración: 94 minutos
Guion: Chris Nash
Producción: Shudder, Low Sky Productions, Zygote Pictures
Fotografía: Pierce Derks
Reparto: Lauren-Marie Taylor, Andrea Pavlovic, Ry Barrett, Liam Leone, Paul McCarthy

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