Críticas
Pausa, luego seguimos
De nuevo otra vez
Romina Paula. Argentina, 2019.
Paula se separa de su pareja y junto con su hijo Ramón de tres años se muda a vivir a la casa de su madre. Su estadía allí es quizás temporal, quizás indefinida. Al igual que el periodo de crisis marital por el que está atravesando, el futuro es incierto. En parte, se está tomando unas vacaciones, pero también unos días para detenerse a pensar, algo que por de pronto era una hazaña imposible en el lugar y el tiempo donde se encontraba, y más aún siendo madre y pareja. Escrita y dirigida por la dramaturga Romina Paula, quien además es la actriz protagónica de esta historia, De nuevo otra vez es una reflexión personal sobre una mujer que sin haberse dado cuenta o sin poder frenarse, se ve enfrascada en las decisiones que fue tomando a lo largo de los años.
El relato inicia con una fotografía antigua de una mujer parada al lado de un auto chocado. Con el ruido del cristal quebrado, la voz en off de Paula describe la maternidad como una carrera de relevos, donde un corredor entrega la posta al siguiente competidor y se echa a correr lo más rápido posible sin decir nada. De nuevo otra vez aborda la maternidad desde el punto de vista de las implicancias que esto tiene en ella, y cómo el haber tenido un hijo fue transformando sus miedos y pesares en otros.
Para ella, el regreso al hogar maternal es un respiro. Es volver al único espacio donde es madre e hija a la vez, una suerte de limbo donde las cosas no empeoran pero se contienen. Dentro de este espacio seguro, Paula redescubre las libertades que antes tenía, de poder darse el lujo de encarar un viaje de hora y media a una fiesta que ni vale la pena, pero desde una postura contradictoria, pues al día siguiente debe levantarse temprano y cuidar a Ramón. En este sentido, sus deseos son realizables a medias. El querer saber cómo era antes de tener un hijo no está exento de esa sensación agobiante de responsabilidad que ella misma confiesa cargar. De la misma manera, el deseo o interés sexual que le despiertan otros personajes se manifiesta en ella de manera torpe; no sabe cómo invitar a su alumno de alemán a tomar unas cervezas ni tampoco sabe cómo comportarse frente a las insinuaciones de la hermana de su amiga. Y ante la incomodidad, opta por desaparecer sin dar explicación alguna. No es que el interés no exista, pero volver a sentirlo es algo nuevo y confuso.
De nuevo otra vez es un ensayo íntimo. La directora utiliza material de archivo fotográfico de su familia que nos exhibe como diapositivas proyectadas en la pantalla y que difuminan las líneas de la ficción con la autobiografía. Estos pequeños destellos permiten vislumbrar su pasado y su origen, a la par que reconstruye la historia familiar de sus antepasados alemanes que arribaron a Buenos Aires hace ya varias décadas sin que dicha ciudad sea su primera elección de lugar idóneo al cual migrar. A las fotografías de los viajes familiares, Paula le añade un salpicado de elementos sonoros que dotan de vida estos momentos cotidianos de personas extrañas donde buscamos cada tanto encontrarle a ella o a su madre mientras que el idioma alemán configura una relación estrecha entre estas mujeres, como si la lengua fuera un ámbito seguro donde intercambiar secretos sin que el niño lo comprenda.
Una sensibilidad entrañable se desprende de la película. De nuevo otra vez es honesto no solo porque narra desde la propia Romina Paula, sino porque se deja llevar por el fluir autoconsciente de su protagonista dentro y fuera de los límites del encuadre. Ella acepta la culpa que siente al dejar a Ramón con la abuela, y conoce el ahogo de la convivencia sin que eso implique que no extraña a su pareja. Las confesiones ocurren en varios planos del relato. Suceden en las conversaciones que ella tiene con su mejor amiga, en las charlas breves pero puntuales con su madre, y también adopta la forma de monólogo ajeno a la historia donde diversos personajes hablan directamente a cámara con una imagen proyectada sobre ellos que refleja parte de su identidad imaginada.
Hacia el final de la película, son estas imágenes proyectadas las que catalizan el deseo de la directora de imaginarse escenarios distintos, pero tal como ella lo afirma, en este juego inocente hay decisiones que conciernen a otros. La mención casual a la película Señora de nadie (1982) de María Luisa Bemberg no es fortuita. Así como en la película Leonor se desprendía de aquello que antes lo definía, ella también está atravesando por un periodo de crisis identitario donde ciertas cosas pueden cambiar, pero otras como la maternidad, ya no. En este sentido, es palpable además una reflexión política no ajena a nociones sobre el feminismo contemporáneo y que exclama sin timidez una ruptura con las generaciones anteriores al apelar a un nuevo orden que reconfigure el estado de las cosas. Si esta no es la revolución de las hijas, ¿qué será?, se pregunta un personaje.
De nuevo otra vez es un diario escrito con las palabras y las imágenes precisas, tan sincero que parece natural. Si en la vorágine de la maternidad y de la adultez no hay tiempo para pausas, aquí Paula se obliga a tomar un respiro antes de tomar grandes decisiones, que no serán ni buenas ni malas pero que serán, con la tranquilidad que ofrece el consejo de su mamá, las mejores que ella pueda tomar bajo los pormenores de su situación dificultosa. Al fin y al cabo, la asfixia no se apacigua, pero se la confronta y por ende, se aprende a seguir caminando hacia adelante con una mirada que cada tanto contempla -de nuevo y otra vez- hacia atrás.
Tráiler:
Ficha técnica:
De nuevo otra vez , Argentina, 2019.Dirección: Romina Paula
Duración: 84 minutos
Guion: Romina Paula
Producción: Varsovia Films
Fotografía: Eduardo Crespo
Reparto: Romina Paula, Esteban Bigliardi, Pablo Sigal, Mariana Chaud, Denise Groesman