Críticas
Salvar al soldado
Deber cumplido
Thank you for your service. Jason Hall. EE UU, 2017.
No cesan las voces fílmicas conmocionadas por la inexplicable y demencial campaña de la administración Bush en tierras iraquíes. El cine, como el periodismo afilado y la literatura sin cortapisas, se alza como inmejorable portavoz para expresar el descontento y amargura, y empapa la pantalla de moderados o airados relatos acerca de las psicóticas consecuencias del reintegro a casa de los marines, después de sufrir dramáticas experiencias en una guerra mal parida y moralmente reprobable.
Otro de los capítulos que devienen clarificadores del grado de enajenación mental provocado por la larga estancia de soldados en territorio enemigo es Deber cumplido (Thank You for Your Service, 2017), filme escrito y dirigido por el debutante, Jason Hall. Este realizador se había acercado al conflicto desde su faceta de guionista, escribiendo el libreto de El francotirador (American Sniper, Clint Eastwood, 2014). Ahora, para su primera incursión en el largometraje adapta la novela homónima del periodista David Finkel. Este prestigioso redactor de The Washington Post, galardonado con el premio Pulitzer, fiel cronista de hechos latentes, es uno de los muchos alumnos aventajados de la escuela investigadora propuesta y alentada por su mítico director, Ben Bradlee.
Durante largas temporadas, Finkel convivió con la soldadesca retornada a sus hogares y testó las muchas dificultades de adaptación de los muchachos en su cotidianidad más prosaica. Descubrió, no sin horror, escenas violentas, agresiones de los veteranos a sus esposas, intentos de quitarse la vida y suicidios consumados. Un cuadro pesimista, repleto de traumas y esquizofrenias en general que se encargó de narrarlo sin parchear la realidad más lacerante.
Jason Hall aprovecha la estima conquistada por su texto para Eastwood y opta por mantenerse en esa franja temática para describir la angustiosa y psicótica vuelta a casa de tres compañeros de unidad. El personaje central se llama Adam Schumann y está encarnado por uno de los jóvenes intérpretes norteamericanos, Miles Teller, descubierto para nuestros ojos en la dinámica Whiplash (Damien Chazelle, 2014).
Deber cumplido, por sus características de denuncia, se integra en el respetable puñado de títulos, casi todos filmados en suelo americano (aunque también hay miradas producidas por otros países) que observan el estallido bélico desde la perspectiva psicológica para profundizar en la parcela íntima de la inmersión del veterano en su incorporación a la vida civil. La película establece una conexión y dialoga con una serie de obras, algunas imperecederas, que abordan cuestiones afines. De esta estirpe se deben apuntar aquí ejemplos de incuestionable catadura conmovedora y tratamiento veraz como Los mejores años de nuestra vida (The Best Years of Our Lives, William Wyler, 1946) y El regreso (Coming Home, Hal Ashby, 1978). Así mismo, Deber cumplido confraternizaría con una producción de reciente cuño y estrenada este año entre nosotros, titulada La última bandera (Last Flag Flying, Richard Linklater, 2017), en la que comparecen de nuevo los tres personajes masculinos que se dieron a conocer en la disparatada El último deber (The Last Detail, Hal Ashby, 1973) y que ahora, varias décadas después, se vuelven a reunir para enterrar al hijo de uno de ellos que ha sido abatido en una emboscada en la Guerra de Irak. Se entiende, por lo tanto, que el tema en vez de apagarse u olvidarse sigue generando aguerridos filmes que tratan de hacer visible la desazón y vulnerabilidad del veterano de guerra, así como la desdichada hipocresía de la guerra como propuesta para solucionar discrepancias. Revive, en parte, esa pulsión cinematográfica por avivar el espíritu antibelicista de las producciones que plasman genuinos horrores. Serán los tiempos, inquietantes y nada tranquilizadores. El botón rojo da mucho miedo. Y quien lo puede apretar, como quien pulsa la tecla para un twit, produce pánico total.
La película está auspiciada y protegida por una marca de renombre, Dreamworks, del todopoderoso, entre otros, Steven Spielberg. Se deduce, por lo tanto, el manifiesto interés de la productora por ejercer su influencia y peso temático en relatos espinosos y lacerantes. A modo de editorial o columna de opinión para que el mensaje no solo cale sino que llegue lo más lejos posible. Una decidida apuesta que deja ver su postura y determinación en un discurso sombrío, jalonado por experiencias traumáticas que conforman una historia apesadumbrada y hostil.
El eje del largometraje, tras un breve prólogo y emocionalmente intensa escena en Bagdad, en plena refriega, se circunscribe a dos ámbitos fundamentales en la mecánica llevada a cabo por los marines, una vez en su hogar. Por una parte, de crucial importancia, la áspera fluctuación de calidez e inestabilidad emocional en las relaciones de familia y compañeras sentimentales y, por otra, el bucle desmoralizante en el que caen los soldados al comprobar la lenta burocracia administrativa en la ayuda de los tratamientos terapéuticos solicitados por los excombatientes. Entre estas parcelas se ubica una serie de episodios que ocupan mucho espacio en el metraje, que se refiere a los momentos de reencuentro de dos de los soldados que más amigos son. El sargento Schumann, que arrastra un complejo de culpabilidad por la muerte de un compañero del batallón 2-16 y que no logra encontrar el equilibrio con su mujer e hijos, y el soldado Tausolo Aleti, interpretado por el actor Beulah Koale, un ser inadaptado, que quiere regresar al ejército, pero no es considerado válido por arrastrar pérdidas de memoria y tener una salud frágil. Sus reuniones y conversaciones apuntan a mostrar el cúmulo de frustraciones y decepciones que les persiguen. Son seres confusos y desorientados. El shock postraumático que padecen les empuja a tomar decisiones equivocadas y peligrosas. Su desafecto con la sociedad y las reglas que la rigen les dispersa de la realidad, permaneciendo en alerta, protegiéndose de un entorno del que se muestran como ausentes porque su foco de atención ha quedado dañado y desnaturalizado, sumido en una pesadilla eterna y desligado de los brazos cariñosos de la gente que más los quieren.
Dice el título original de la película: “Gracias por tu servicio”. Irónica sentencia para unos hombres que lo dieron todo, se vaciaron y a la vuelta ahí te quedas. Apañátelas como puedas. La película indaga en esa veta. Aunque Jason Hall ha escarbado mucho pero se ha quedado en la superficie.
Tráiler de la película:
Ficha técnica:
Deber cumplido (Thank you for your service), EE UU, 2017.Dirección: Jason Hall
Duración: 120 minutos
Guion: Jaso Hall
Producción: Amblin Entertainment, Dune Filmes y Dreamworks
Fotografía: Roman Vasyanov
Música: François Duhamel
Reparto: Miles Teller, Haley Bennett, Amy Schumer, Scott Haze, Keisha Castle-Hughes y Brad Beyer