Críticas
La simpleza de lo cotidiano
Decision to Leave
Heojil kyolshim. Park Chan-wook. Corea del Sur, 2022.
Denso thriller cargado de incógnitas en medio de coincidencias entremezcladas de mutuo deseo. Los comportamientos insinúan lo que las palabras no dicen. Un juego de roles desplegado sobre una base que crece, y se traduce en el compartir.
Filme romántico al estilo Park Chan-wook, emociones veladas por la rutina de un policía que, en su casa, solo encuentra ejercicios convencionales de buena salud. De repente, obtiene una historia que, si bien progresa, no deja de circular sobre una monotonía impresa desde el apego al oficio.
Hae-joon investiga la muerte de un alpinista que cae de la montaña. Seo-rae es esposa sospechada de asesinato. Pronto, la pesquisa abrirá paso a un romance desde lo implícito. El policía entablará una relación simultánea entre su profesión y la mujer sospechosa de un crimen.
Park Chan-wook sabe sostener la intriga; el ritmo lento y cansino no es obstáculo al despertar de expectativas que van jalonando un thriller de estilo muy personal. Comparado por algunos con el cine de Hitchcock, mantiene una impronta que rápidamente se distancia en la generación de microclimas, sucesión sumatoria que no altera la calma de una relación donde cada uno juega su papel sin ocultarse del otro. Una cuestión de dos que se estrecha ante sucesos que sirven de marco al despliegue, una relación que se ejecuta respetando la consideración objetiva de las circunstancias. Estamos en medio de una investigación, lo demás se asocia, corre paralelo, pero no intenta entorpecerla, la acepta en medio de sinceridades que descartan todo presagio de manipulación.
Lo cotidiano y lo profesional se vinculan en una estética ambiciosa y elegante, con riqueza de planos tan variados como inesperados. Park nos impresiona con un planteo tan sencillo como poco convencional. Antídoto que navega en las aguas de un thriller carente de la espectacularidad de las producciones comerciales típicas del género. La delicada relación acolchona cualquier tipo de espectacularidad que pudiera insinuarse; momentos íntimos son compartidos en medio de la investigación. Un intimismo, generado desde la indagatoria, se confunde con el vínculo afectivo naciente, y en contraste con una vida matrimonial sistemáticamente reglada. De todos modos, la alternativa no despunta en emociones fuertes, el sexo es casi ausente, cuando aparece, es rutina mecánica asociada a una lógica saludable disociada del placer.
La carencia, en ingredientes de neto corte comercial, desemboca tras la priorización de una estética de zonas prolijas, con fuerte asociación a puestas en escena cuidadas desde la pureza de un orden que imprime simetría y contundencia a la idea fuerza de la escena.
Una pareja se define por el compartir en medio de la implicancia, es la base que nos acerca al concepto a partir de la ausencia de todo erotismo. Un filme que en ningún momento apuesta al gancho comercial; la violencia, más allá de alguna excepcional persecución, no se hace presente en el relato, y los fugaces flashbacks son ilustrativos de sucesos ocurridos o hipotéticos.
El relato circula ágil por todas las posibilidades temporales, aunque sin interrumpir ese típico ritmo oriental, base de una trama que pretende generar un gusto por la armonización de lo cotidiano en la tarea policial. No se explota la acción extrema que identifica el género, es una investigación que denota la vida habitual de un policía anestesiado por la rutina. Hae-joon, salvando las distancias, nos recuerda a la Marge Gunderson protagonizada por Frances Mc Dormand en Fargo, de los Hermanos Coen (1996). Solo que aquí estamos ante un policía más formal, respetuoso de lo técnico, aunque no por ello exento de identificaciones propias de lo humano. Ni héroe ni anti-héroe, simplemente, y más allá de su tarea, un ser humano común con problemas de humanos comunes: insomnio, rutinas preestablecidas y más. Es la simpleza de lo cotidiano, esta vez, la mención no se alinea a los típicos heroísmos, cargados de valoraciones extremas, donde despuntan el coraje y la valentía made in Hollywood.
Estamos frente a un cine cauto, la calma hace un hueco al sentimiento moderado por el respeto y el deber. Un romance presente, de hormonas apagadas, donde el erotismo no ingresa a escena; ingredientes atípicos que rompen con los estándares del cine de género. Le imprimen un sentido que evade las superventas en aras de una propuesta diferente, de corte sinuoso en la constante de una sintonía oculta para la, solo aparente vaguedad. Fluir, danza complementaria de colaboración, desde el enigma asumido como base de una relación que se pretende mantener.
El desenlace nos regala más espacios ordenados, fotografiados en medio de una incidencia caótica que oculta el final, tanto desde los hechos, como desde los pensamientos. La comunión es tal que la posibilidad es adivinada, y escrutada en medio de una riesgosa circunstancia que despunta en la belleza de un gran plano general. La tragedia, unida a una estética de goce, elimina todo rastro de tensión en el disfrute de la imagen. Más cotidianidad en la normalización de sucesos, se agregan a una concepción de la vida que sobrepasa la idea de muerte criminal, la arrastra hacia zonas vitales propias de lo humano. Ni heroísmo, ni horror, ni maldad, ni sacrificio, simplemente una asepsia que delimita lo que es necesario hacer ante una situación límite, nada más.
Cine de contemplación unido a una trama giratoria, vuelve sobre ideas semejantes para añadir complementos unidos a sutilezas estéticas que todo el tiempo despuntan sobre lo cotidiano. La gradualidad culmina en un acercamiento, una comunión con la naturaleza rayana en lo apoteótico, lo oculto tras el velo de un desastre que se propaga ante la hermosura de un espectáculo estético de gran realce. El sabor agridulce va cediendo paso a la grandeza de las condiciones naturales. Sus recursos hacen gala de una independencia digna de admiración. El evento humano circunstancial es camuflado, desplazado, y hasta resignificado en el devenir de las olas. Presencias que suceden más allá de aconteceres de importancia variable sean investigaciones, asesinatos o rutinas varias. El hueco en la arena es entierro, la preparación frente a algo ineludible excede condiciones vitales presentes o futuras.
Es la real significación de un marco condicionante que delata lo que somos en relación a lo que hacemos, producto de posibilidades propias de lo humano. Los sucesos finales terminan por empequeñecer sentidos que ya venían degradándose en el accionar de entramados cuyo cauce termina siendo el mismo que nos alcanzará a todos algún día: la muerte.
Una música de cierre a tono, su responsable: Carter Burwell. Clímax que nos transporta a la nostalgia de lo que se va sin abandono. Permanencia en disolución con la naturaleza, y en contraste con la insignificancia del buscador. Oficiante, a modo de títere, cae empujado por fuerzas que lo trascienden, y le impiden acceder al misterio.
Una obra mayor del cine coreano, vale la pena visionarla con atención; tarea ideal para quienes esgriman inquietudes existenciales.
Ficha técnica:
Decision to Leave (Heojil kyolshim), Corea del Sur, 2022.Dirección: Park Chan-wook
Duración: 138 minutos
Guion: Jeong Seo-Gyeong, Park Chan-wook
Producción: Moho Films, CJ Entertainment
Fotografía: Kim Ji-yong
Música: Cho Young Wuk
Reparto: Tang Wei, Park Hae-Il, Go Kyung-pyo, Park Yong-woo, Lee Jung-hyun, Jung Yi-seo, Hyun-woo Seo, Lee Hak-Joo, Park Jung-min