Desechos y esperanza

La última película de Stephen Daldry es, más bien, una fábula sobre la honestidad, la moral y la fe. En un basurero en Brasil, tres niños encuentran una cartera con información que no debería estar en sus manos, y luchan con las uñas por aquello que es correcto.

Color, desechos, basura y persecuciones van creando el movimiento de esta película. A ratos pareciera que Daldry ha intentado (sin lograrlo) hacer una película, siguiendo los pasos de su compatriota, muy al estilo de Slumdog Millionare, pero en Brasil. Retrata a jóvenes (más bien niños) de clase social baja y los coloca en una situación fuera de su zona de confort, mientras recrea sus vidas.

Daldry filma jornadas en el basurero y en las favelas, mientras muestra la crueldad del sistema judicial y policíaco brasileño que no respeta edad ni zona de vivienda. A la historia se unen Martin Sheen y Rooney Mara, como el par de extranjeros que están en una zona complicada haciendo labor social, y por supuesto se verán involucrados en todo lo que acontecerá a la vida de los tres chicos.

Trash no iguala el poder de otras películas de Daldry como Billy Elliot o The Reader, pero sí muestra una mirada al país carioca y lo hace a través de su futuro, que son los niños. No obstante, es claro que es una fábula que resultaría imposible en el mundo real, pero que al mismo tiempo se alimenta con la cruedad que se diluye entre el color, la fiesta y la samba.