Dictado

Dictado combina elementos típicos del género de terror. A pesar de contar con dos bañeras, una niña, sangre y sucesos extraños, se queda en un thriller psicológico, que no pretende engañar a nadie, ni deja cabo suelto por resolver, situando al espectador frente a los hechos desencadenantes de una intriga, que explora el lado más oscuro del ser humano.

Julia, una niña de siete años, queda huérfana y es acogida por Daniel (Juan Diego Botto) y Laura (Bárbara Lennie), mientras esperan que algún posible familiar pueda reclamar su custodia. Para Laura, su llegada le aportará una gran felicidad, puesto que ella deseaba tener un hijo con Daniel, pero para éste, la llegada de Julia despertará fantasmas de un pasado que creía haber superado y olvidado.

Antonio Chavarrías firma un guión basado en una historia del dramaturgo Sergi Belbel, obteniendo como resultado una trama meticulosa, en la que no hay cabida para la sorpresa, donde los miedos no digeridos y las culpas no expiadas se convierten en el hilo conductor de un argumento que puede resultar, a ratos, monótono, pero que sostiene la tensión gracias a la evolución de sus personajes y a una atmósfera a ratos inquietante.

Su música y la magnífica interpretación de Bárbara Lennie, que aporta sencillez y naturalidad a su personaje, han evitado que por su temática fuera fácilmente etiquetada como el típico telefilme de sábado por la tarde.

Juan Diego Botto representa al personaje más complejo de la película, ofreciendo varios registros en los que destaca más, cuanto más se aleja de la vis dramática. A pesar de que sus diálogos y expresiones son escuetos, sus primeros planos reflejan la profundidad de su personaje. Por ser el eje sobre el que gira todo el suspense, su interpretación debería destacar por encima de la de los demás, pero Bárbara Lennie y la niña, Mágica Pérez, deslumbran en unos papeles hechos a su medida, diluyendo su protagonismo.

Resulta triste ver a Nora Navas en un papel tan breve, y extraño ver a Ágata Roca alejada de sus habituales papeles cómicos en los teatros de Cataluña.

La narración intercala dos historias a lo largo de la película, provocando cierta confusión en la primera presentación de los personajes. Una vez superada esta dificultad inicial, la trama se desarrolla siguiendo el esquema habitual del género, cayendo, en varias ocasiones, en unos tópicos del cine de terror que no eran necesarios, puesto que menosprecian el relato, ridiculizando algunos de sus diálogos.

La aparición en escena de los típicos efectos oníricos y el fácil recurso de la bañera, para enfatizar el ambiente de tensión del film, resultan gratuitos en un argumento que se sostenía por sí solo, gracias a unos personajes nada lineales, repletos de aristas y rincones interiores, dirigiéndonos a un final que, a pesar de dar cierre a todos los interrogantes abiertos, aparece como precipitado y simplista, hecho que no casa con la profundidad psicológica del personaje protagonista ni con el planteamiento de la historia, que presagiaba un cierre más pausado y menos previsible.

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