Críticas
Retrato de un perdedor
Dogman
Matteo Garrone. Italia, 2018.
El realizador italiano Matteo Garrone vuelve a rodar en las mismas localizaciones utilizadas en el filme que le llevaría a la fama. Nos referimos, como no, a Gomorra (2008). Y apenas han transcurrido diez años desde entonces; pero si la imagen que se transmitía de ciertos suburbios italianos destacaba por su miseria y pobreza, con Dogman parece que nos hayamos trasladado a la Damasco actual. El largometraje se desarrolla entre paisajes y edificios tan desolados o ruinosos, que parece que una catástrofe acabe de arrasarlos.
Garrone perfila y acierta en su conformación del retrato de un perdedor. Se llama Marcello. Tiene un establecimiento (podemos denominarlo así), dedicado a la peluquería canina. Un lugar ciertamente destartalado, como todos los demás que vamos a visitar. Y Marcello destaca por su bondad, por llevarse bien con todos sus vecinos, por adorar a su propio perro y a los de otras personas que debe atender o adecentar. Además, tiene una hija pequeña, a la que idolatra. A ambos les une la pasión por el buceo y fantasean con practicarlo en el mar Rojo o en Maldivas. No precisamente en la misma Calabria, a pocos kilómetros de su hogar. Además, nuestro protagonista tiene amigos, juegan al fútbol, se reúnen, se divierten en una comida, bebiendo o bailando. Pero lo que en verdad se disecciona es a un grupo de puros supervivientes. Además de los negocios más o menos legales que regentan, como la citada peluquería, un bar o un lugar de compra de oro, se trapichea en cuanto surge la oportunidad. Y no importa el asunto. Si hay que traficar con drogas, se hace; o si el asunto va de robos, tampoco surgirá inconveniente alguno.
Entre tantos amigos y con el cariño de su hija, Marcello lleva una existencia que le resulta placentera. Pero ya hemos comentado que se lleva bien con todo el mundo, y entre la gente que le rodea, se encuentra Simone. Estamos ante un enorme espécimen humano, de fuerza descomunal, agresivo, violento, drogadicto y carroñero. Y este ser peligroso y desequilibrado va a conseguir que a Marcello se le quiebre de raíz esa apacible vida (lo de la dicha existencial, nos atrevemos a mencionarlo, pero con la boca pequeña).
Matteo Garrone se agarra también a una puesta en escena oscura, como la existencia de sus personajes y el mundo en el que habitan. Una oscuridad que si bien al principio no es tan evidente, sí que se irá haciendo más y más patente y granulosa conforme avancemos en la trama. Como contrapunto, se insertan las escenas marítimas, un soplo de frescura y colorido entre tanta mugre.
De principio a fin, cuenta con un guion que no elude la violencia ni la sangre, aunque tampoco se regodee con ellas. Cuando el realizador lo cree necesario para desarrollar el submundo y la brutalidad en que sumerge al espectador, las muestra; y si resultan evidentes, Garrone se permite el lujo de apoyarse en la elipsis, saltos temporales de un año, por ejemplo, si considera innecesario rodar lo que ya todos imaginamos.
El director italiano configura escenas excelentes que destacan por golpear en donde más duele, por su desgarradora potencia; y también sobresale por la maestría en combinar sensibilidad, dureza y soledad. El filme cuenta con momentos excelentes, de difícil olvido. Entre ellos, podemos citar el de la nevera, o ese trayecto en moto con el saco cada vez más débil agarrándose a la chepa, en una noche que se ennegrece por segundos. O ese plano final sostenido, muy cerrado. Un primerísimo primer plano que el realizador parece que no se atreve a soltar en su desolación. Pero lo hace.
Destaca, entre tantos componentes acertados, la interpretación que realiza el actor Marcello Fonte del protagonista, con el que comparte el nombre. Una actuación que destaca por conformar a un ser que borda la imagen de un pillo tierno y delicado, amable y cariñoso. Su generosidad se explaya con cualquiera que le rodea, pertenezca al mundo canino o al humano. Es lo mismo. Se distingue por la paciencia que esgrime, por esa inclinación en estar siempre dispuesto a echar una mano al que se encuentre en dificultades; también por su sosiego, por la belleza de espíritu que transmite…Ya hemos citado algunas escenas, pero existe una de Marcello y su perro viendo la televisión, mientras comen pasta al unísono, que deja atrás hasta la clásica de Walt Disney, La dama y el vagabundo (Lady and the Tramp, 1955), codirigida por Hamilton Luske, Clyde Geronimi y Wilfred Jackson. Ternura y delicadeza que se desprende con naturalidad y emoción. Marcello es un personaje tan sencillo e inofensivo, que lo más fácil es que se convierta en víctima propiciatoria de cualquier atropello. Y todos tenemos un límite, el que sea. Un tope que puede acabar transformándonos; incluso llegar a empujarnos hasta actuaciones insólitas con nuestro instinto o naturaleza. La interpretación ya le ha valido a Fonte el premio de Mejor Actor en el último Festival de Cannes.
También nos gustaría destacar la capacidad de Garrone para mostrar, prácticamente en un corto plano secuencia, por ejemplo, el estado de una prisión, las condiciones de falta de libertad, la violencia, el hacinamiento o la dominación. Todo lo anterio en segundos y además, cortándolo con un magnífico fundido en negro. Creemos que estamos ante la mejor película de la filmografía de Matteo Garrone, incluso la consideramos superior a Gomorra, obra que encontrábamos un tanto sobrevalorada. El realizador ha crecido como cineasta, y mucho. Tiene cosas que contar, se sitúa en el sitio adecuado, con los intérpretes idóneos, el relato preciso y con una cámara atenta y ágil que va adoptando las longitudes focales más adecuadas. Hemos disfrutado intensamente con este filme, un largometraje que te agarra desde su inicio para no soltarte. Por ternura, por violencia, por miseria, por tantas y tantas cosas…
Tráiler:
Ficha técnica:
Dogman , Italia, 2018.Dirección: Matteo Garrone
Duración: 102 minutos
Guion: Maurizio Braucci, Ugo Chiti, Matteo Garrone, Massimo Gaudioso
Producción: Coproducción Italia-Francia; Archimede / Le Pacte / RAI / Eurimages
Fotografía: Nicolai Brüel
Música: Michele Braga
Reparto: Marcello Fonte, Edoardo Pesce, Nunzia Schiano, Adamo Dionisi, Francesco Acquaroli, Alida Baldari Calabria, Gianluca Gobbi, Aniello Arena
Me gusta mucho el análisis de esta película. Temí todo el tiempo que Marcello iba a sufrir si le maltrataban alguno de sus perros…pero esa paciencia y cariño al animal lo comparte con esa bestia humana indomable que no es posible educar como si lo logra Marcello con perros bravos.