Críticas
Paisajes conocidos
Eddie el Águila
Otros títulos: Volando Alto.
Eddie the Eagle. Dexter Fletcher. Reino Unido, 2016.
Nos gustan las historias de perdedores. Es fácil sentirse identificado con seres falibles, lejanos a la perfección, que llenan las pantallas de cine. Para cualquier hijo de vecino es sencillo verse en el espejo del metepatas de turno. También sentimos cierta cadencia por las historias de redención. Nos pone en perspectiva una de esas buenas narraciones de auge, caída y renacimiento desde las cenizas. Nos inspiran, nos demuestran que la derrota forma parte de la vida, pero la rendición es el camino fácil. Y, por supuesto, nos encantan las historias de superación, donde el común de los mortales supera sus propios límites. Eddie el Águila tiene un poco de todo eso, mezclado con adecuados toques de comedia y un punto melodramático que da empaque emocional a esta extraña aventura en la nieve, inspirada en un hecho real.
Eddie el Águila nos cuenta la rocambolesca peripecia de Eddie Edwards, deportista olímpico que entró en la leyenda del salto de esquí por el simpático exotismo que aportó a dicho deporte. Sus marcas fueron una broma, pero su particular modo de entender la vida y el olimpismo llamaron la atención de espectadores y medios durante los Juegos de Invierno. En otras circunstancias, el mundo le hubiese considerado una gran broma, pero su actitud y entusiasmo pusieron en el mapa a Eddie, auténtica anécdota en el deporte británico, destinado a pasar sin pena ni gloria por las pistas de salto.
Como decía, esta película dirigida por Dexter Fletcher es una mezcla de buenas intenciones, que a pesar del tono excesivamente blanco de la propuesta no resulta empalagoso. Hay ciertos momentos teledirigidos a lo más primario del espectador, sobre todo si se tiene la lágrima fácil, pero en general, hay un cariño por la historia y el personaje, que superan los múltiples lugares comunes mostrados por el filme. Desde luego, no es la película más arriesgada del mundo, y recorre, punto por punto, los clichés de las cintas de superación deportiva. Se salva por la estupenda construcción de personajes y el magnífico trabajo de recreación de aquel principio de la década de los 80.
Eddie es un personaje que se vende solo. Entusiasta, trabajador, optimista, algo cabezota, sus virtudes chocan contra su tendencia a la metedura de pata. Si añadimos una especie de constante visión distorsionada de la realidad, tenemos un personaje que roza el ridículo, pero que resulta entrañable y creíble. Eddie supera los obstáculos vitales por una fe casi mística en sí mismo, pero ayudado por el punto de inocencia casi suicida que le lleva a derribar barreras. De la inconciencia revestida de optimista alegría nacen sus particulares éxitos. La interpretación de Taron Egerton nos dibuja con simpatía y emoción el carácter de este particular deportista.
Al otro lado del ring, Hugh Jackman. La presencia de este veterano de la pantalla siempre es agradecida, y lo cierto es que llena la escena a base de carisma. También es cierto que quizá haya cierta inmobilidad en sus interpretaciones, ya que vemos de nuevo el retorno de uno de sus clásicos: el tipo duro, de buen corazón y pasado algo turbio. En todo caso, hay química. Su historia de redención personal casa a la perfección con la cruzada personal de Eddie, y la relación alumno/maestro funciona, precisamente, por las diferentes caras de la moneda que ambos representan.
El retorno a los 80 está asegurado con el despliegue perpetrado por Fletcher en ese aspecto. La divertida banda sonora, repleta de esos teclados épicos tan de la época, es de auténtico aplauso.
El problema de Eddie el Águila es la falta de brillo en el resultado final, debido a la sensación constante de haber visto ya cada buena idea de la película en mil ejemplos anteriores. A pesar del uso inteligente de clichés, es bastante complicada la implicación total del espectador en una historia tan entrañable como predecible. El camino de Eddie se sustenta sobre pasos firmes, pero recorridos hasta el aburrimiento por un género más que explotado. La simpatía de la propuesta junto al equilibrio entre la comedia y los momentos dramáticos dejan un buen sabor de boca, en general, pero nadie pondrá Eddie el Águila en su lista de las mejores películas del año, por la comodidad elegida por sus responsables.
Eddie el Águila es una película amable, y es de agradecer que no pretenda ser otra cosa. En esta época de impacto, giros de guion imposibles y juegos con el lado oscuro del ser humano, películas como ésta son incluso necesarias. Una buena ración de optimismo, de final feliz y de inspiración (algo facilona, eso sí) no nos vienen mal en una pantalla de cine. A pesar de su falta de intensidad, de la sensación de repetición, a la dirección en línea recta hacia momentos de sobra conocidos, Eddie el Águila deja a cambio un buen rato, divertido y sin pretensiones. Yo compro. Y más si miramos por encima la cartelera del verano.
Tráiler:
Ficha técnica:
Eddie el Águila / Volando Alto (Eddie the Eagle), Reino Unido, 2016.Dirección: Dexter Fletcher
Guion: Simon Kelton, Sean Macaulay (Historia: Simon Kelton)
Producción: Saville Productions / Studio Babelsberg
Fotografía: George Richmond
Música: Matthew Margeson
Reparto: Taron Egerton, Hugh Jackman, Christopher Walken, Jim Broadbent, Matthew Brandon, Ania Sowinski, Mads Sjøgård Pettersen, Tony Paul West, Marc Benjamin, Rune Temte, Tomasz Dabrowski, Austin Burrows
Muy buena e inspiradora película para un fin de semana tranquilo….