Edición ilimitada

Tras su presentación en el Festival de San Sebastián y la reciente participación en la Sección Oficial Fuera de Competencia del Festival Internacional de cine de Mar Del Plata, se estrena Edición ilimitada en la plataforma de Cine.ar Play, una obra que reúne a cuatro directores consagrados de la cinematografía local: Edgardo Cozarinsky, Santiago Loza, Virginia Cosin y Romina Paula.

Dividida en cuatro capítulos, escritos y dirigidos por cada uno de los realizadores, que también son escritores, dramaturgos, actores y docentes, los cortometrajes comparten la particularidad de hablar sobre la formas de expresión y comunicación artística: el cine, la literatura y el teatro, pero no lo hacen sobre cada disciplina en particular, sino más bien en su asociación con la lectura. El acto de leer se hace presente para unir las cuatro historias y dotarlas de un nuevo sentido que se ofrece limitado. Esa misma limitación, que da nombre al título, habla de la potencialidad que se ejerce con las múltiples miradas sobre una obra entendida como acto expresivo y discursivo que se construye entre el autor y el lector.

La primera historia, dirigida por Edgardo Cozarinsky, quien además recibió, de manos del Presidente y de la Directora Artística del Festival, el Premio a la Trayectoria por su aporte y sensibilidad en su carrera cinematográfica, comienza con él mismo como protagonista, leyendo El realismo capitalista, de Mark Fisher, y termina con El discurso amoroso, de Roland Barthes.

¿Hay alternativa?, pregunta Fisher en su reflexión sobre el capitalismo como forma de gobierno resistida por la ideología de izquierda que, según el autor, insiste en mostrarse como el modelo más funcional para la sociedad. En esa línea, vemos la dificultad de Cozarinsky al leer el libro, porque se tapa con la mano uno de los ojos del que no ve bien. Justo es “el ojo derecho” y, por ende, recurre al izquierdo para salir adelante, mientras le pide a una mujer que le lea una página.

Ese paralelismo, que deviene en la operación del ojo, termina balanceando la mirada entre derecha e izquierda. Una mirada que al leer, como cierre, el texto de Barthes, compuesto por fragmentos teóricos que analizan la experiencia del amor, lo conecta nuevamente con una mujer más joven, a la que recurre para que le lea otra página. Una simple picardía, que deja una puerta abierta sobre el sentido de otra lectura y la palabra como un acto en constante interpretación.

El segundo corto, de Santiago Loza, habla de la transmisión literaria generacional entre un maestro y su joven alumno. Uno es un viejo escritor, con sus mañas burguesas intelectuales, que recita en verso y se inspira bajo la bohemia de un bar porteño de Recoleta. El otro es un joven de origen pueblerino (de un lugar del que el maestro también proviene, pero reniega de él), nada sofisticado, tiene gustos sencillos y escribe poesía en la cocina de su abuela, mientras ella le regala un delicioso plato y lo aconseja sobre el amor. La conexión de esos mundos tan distintos y opuestos comparten la misma pasión por un arte que se muestra libre y no se limita a las formas ni a los métodos a que se opte para escribir o disfrutar de su lectura.

El tercer capítulo, dirigido por Virginia Cosin, es una reflexión sobre el acto de escribir, el rol de escritor, el sentido de la expresión y del mundillo que compone el espacio artístico-literario. La protagonista es una mujer treintañera, separada, con una hija, que escribió una novela sobre su vida y que asiste a una fiesta con gente del ambiente. A través de la voz en off, analiza el espacio, las personas que la rodean y su rol allí, para preguntarse ¿quién es?, ¿qué quiere ser en realidad? y ¿quiénes son todos los que la rodean, que se definen “artistas”? La cámara acompaña de cerca esa indagación que pone en evidencia las propias contradicciones y los estereotipos, bajo una exhaustiva observación sobre el deseo y la conformación del yo.

El último corto, de Romina Paula, ofrece un ensayo sobre la relación entre la verdad y la ficción, en el marco de un taller literario al que concurren alumnos que escriben y leen las obras que llevan alrededor de una mesa. La organización del material, a cargo de la docente que lo dirige, los invita a repensar el vínculo entre las artes. Y en esa reflexión, posterior a la lectura, ella les dice que la ficción se entiende como un acceso a la verdad, porque la verdad tiene estructura de ficción.

La composición coral y el armado de la película, en ese orden y en sintonía con la importancia de la palabra, termina de integrarse en el último capítulo de cierre, para unir la singular propuesta de Edición ilimitada en su devenir como expresión colectiva, que se ofrece al espectador para ser leída y mirada.