Investigamos
Edward Hopper, cinéfilo e inspirador
Seguramente primero Edward Hopper vio cine y se convirtió en un cinéfilo de su época. Después fueron los cineastas quienes comenzaron a conocer y amar sus pinturas, sus atmósferas personalísimas, poderosamente fílmicas. Inevitablemente se creó un diálogo de ida y vuelta, de intercambio, y no son pocos los ejemplos de películas y directores de cine que adoptaron o transcribieron muchas de las escenas pictóricas de Hopper a sus films, gustando reflejar ese clima de quietud, soledad y ambigüedad tan inspiradores.
Edward Hopper es uno de los ejemplos más fructíferos de la relación entre el cine y la pintura. Nacido en 1882 en la pequeña ciudad de Nyack, comenzó a vivir, con 18 años y hasta su fallecimiento, en 1967, en Nueva York. El cine y sus códigos debieron de influirle desde sus años de juventud. Su mujer, Josephine Nivison, mencionó alguna vez que a su marido le gustaba ir al cine en solitario en busca de inspiración. En muchas ocasiones se ha citado una frase del propio pintor que refleja su gran interés por el cine: “Cuando no tengo ganas de pintar, voy al cine durante una semana o más. Me doy una panzada de cine”.
Su obra comenzó a tener relevancia y ser conocida a partir de 1930 y es justo en esa época, en la que Hopper se hace más popular, que empezamos a encontrar la influencia de su trabajo en una serie de películas que indudablemente confirman cómo sus creadores artísticos y directores quedaron de alguna manera prendados por su obra y su propuesta estética, la cual era muy cercana en lo que a lenguaje se refiere. Eran pinturas que compartían elementos de luz, composición y efecto dramático con el cine, siendo fuente de inspiración gracias a esos lugares y personajes retratados que transmitían misterio y fascinación. La obra de Hopper ha profesado siempre un poder reflexivo en aquellos que la observan. Hay algo en ella que nos lleva a meditar sobre nuestra propia existencia y su sentido, lo que ha hecho que trascienda más allá de los límites del lienzo, cobrando vida.
Importante es señalar que la influencia de Hopper en el cine siguió ejerciéndose tras su muerte y hasta la actualidad. Además podemos hablar de ella no solo en películas americanas, sino que también llegó a algunos cineastas europeos.
No se puede perder de vista que la pintura de Hopper retrataba una realidad que estaba ahí, tal cual. Era reflejo, de alguna manera, del momento histórico que se vivía en Estados Unidos, por lo que pretender que muchas de las películas del cine de la época se hayan basado en Hopper sería tal vez demasiado. Compartían cine y pintura desde el principio, un estilo y una estética que fue estilizada en ambos casos y se nutrió en ambas direcciones. Extrapolar por otro lado y llegar a la conclusión de que cada vez que se habla de la soledad y el silencio, y se retrata una atmósfera de quietud en las historias fílmicas, nos tengamos que remitir a Hopper, sería excesivo y poco pertinente. Son temas universales del ser humano que han estado y estarán ahí y esto no le resta ninguna grandeza ni mérito al gran pintor que fue. Ya lo dijo Wim Wenders, quien sí lo tomó en muchas ocasiones como fuente inspiradora: “Hay sitios en Estados Unidos donde pones la cámara y te sale un cuadro de Hopper”. Con todo esto, lo que pretendo es limitar, a un número más reducido de películas y autores, la influencia de Hopper en el cine, pese a su indudable importancia.
De los autores que, de alguna manera, homenajearon a Hopper, incluyendo escenas totalmente hopperianas en algunas de sus películas, se puede mencionar, sin que la lista sea exhaustiva, a Robert Siodmack, Nicholas Ray, Alfred Hitchcock, Dennis Hopper, Terrence Malick, Sam Mendes, Herbert Ross o Todd Haynes.
Hay otros cineastas que también se inspiraron en el conjunto de su obra para crear atmósferas que partían de Hopper y que, sin ser una copia exacta, lo hacían presente, como es el caso de Wim Wenders, David Lynch, Michelangelo Antonioni y Aki Kaurismäki.
Se ha menciona a Wong Kar-wai y Deseando amar (In the Mood for Love, 2000) como otro ejemplo. Es cierto que hay elementos comunes, como la soledad, la nocturnidad, la no comunicación, que bien podrían señalar la relación entre ambos autores, pero son temas también muy universales, como he dicho anteriormente, y no me atrevo a extrapolar tanto.
Veamos primero los ejemplos de películas que casi han copiado o se han inspirado muy literalmente en alguna de las escenas de Hopper. Es el caso de Forajidos (The Killers, Robert Siodmack, 1946), el intercambio aquí va y viene. Hopper pintó su famoso cuadro Nighthawks (1942) a partir del relato de Ernest Hemingway, The Killers, que luego fue adaptado al cine, apareciendo la escena de Hopper del bar con ventanales casi copiada de forma exacta.
La excelente Los amantes de la noche (They Live by Night, Nicholas Ray, 1948), también acude a un cuadro de Hopper, Summer Evening (1947) para narrar uno de los momentos claves de la película, en que los amantes hablan bajo un cobertizo en mitad de la noche.
Otra de las obras más famosas de Hopper, House by the Railroad (1925) le sirvió nada más y nada menos que a Alfred Hitchcock como imagen inspiradora para la icónica casa de Psicosis (1960). Pero el gran genio del suspense también refleja la atmósfera hopperiana, muy ad hoc con su cine, en La ventana indiscreta (Rear Window, 1954) y Vértigo (1958). Y ese mismo cuadro de la casa solitaria pintada en 1925 parece haber sido aprovechado por Terrence Malick como escenografía en mitad de la América profunda para contarnos la que ha sido una de sus mejores películas, Días de gloria (Days of Heaven, 1978). Tanto aquí como en Psicosis, la casa es una de las protagonistas de la historia.
Se habla de Easy Rider (Dennis Hopper, 1969) y su gasolinera. No me atrevo a asegurar si en este caso más bien Edward Hopper al pintar el lienzo que retrataba una gasolinera no pintó la mitad de las gasolineras de Estados Unidos, por lo que sería inevitable que la de Easy Rider se pareciese a la del cuadro. Vuelvo aquí a la frase que he mencionado de Wenders y su observación sobre muchos de los lugares comunes americanos repetidos a lo largo de su geografía.
Herbert Ross vuelve con Dinero caído del cielo (Pennies from Heaven, 1981) a tomar literalmente prestado el cuadro de Nighthawks (1942) para una de sus escenas.
Sam Mendes sí se inspiró de manera explícita en la luz y el ambiente de los espacios interiores de Hopper para su película Camino a la perdición (Road to Perdition, 2002), al igual que hizo Todd Haynes con Lejos del cielo (Far from Heaven, 2002) y, de alguna manera menos evidente, en la más reciente Carol (2015).
Wim Wenders y David Lynch, de manera abierta y directa, hablaron de Hopper, de su admiración hacia él y de cómo su iconografía había inspirado varias de sus películas.
En el caso de Wim Wenders son varias las cintas que a lo largo de su carrera y de forma más o menos explícita nos llevan a la iconografía de Hopper, como es el caso de El amigo americano (Der Amerikanische Freund, 1977); Paris, Texas (1984); El final de la violencia (The End of the Violence, 1997); El hotel del millón de dólares (The Million Dollar Hotel, 2000); Llamando a las puertas del cielo (Don’t Come Knocking, 2005).
De hecho, en 2020, Wim Wenders realizó un cortometraje documental titulado Two or three things I know about Edward Hopper (Dos o tres cosas que sé sobre Edward Hopper) con motivo de una exposición, y en él habla del poder evocador de su obra y de cómo sus personajes y lugares son el mejor punto de partida para historias que todavía no han sido contadas.
David Lynch, que mencionó varias veces a Hopper como uno de sus pintores favoritos, tiene películas muy cercanas a él como Twin Peaks: Fire walks with me (1982); Blue Velvet (Terciopelo azul, 1986); Una historia verdadera (The Straight Story, 1999); o Mulholland Drive (2001).
Puede que a primera vista no sea tan obvia la relación entre Antonioni y Hopper, pero quizá esto la hace más interesante. Y es que no solo se limitaría a la similitud iconográfica de ciertos encuadres o espacios fotografiados en las películas de Antonioni; la atmósfera de absoluta incomunicación, de vacío y de angustia reflejada por el italiano conecta directamente con la narración del pintor americano. Ambos rezuman existencialismo en su propuesta.
A la obra del italiano hay que añadir un personaje tan particular como la actriz Monica Vitti, a la que podríamos adjetivar de hopperiana, sino que la más, en esos momentos de expresión de la angustia, el silencio o la inquietud, que nos han dado en películas como La aventura (L’avventura, 1960), El eclipse (L’eclisse, 1962) o El desierto rojo (Il deserto rosso, 1964). El grito (Il grido, Michelangelo Antonioni, 1957) en la que no participó Vitti, es otro ejemplo del gran vínculo entre la obra del cineasta y el pintor.
Por último, mencionar al particular cineasta finlandés Aki Kaurismäki. Su obra, personalísima, se ha dedicado a hablarnos de la incomunicación desde el humor. Los silencios que llenan muchas de sus escenas y la inmovilidad de sus personajes conectan con Hopper de manera directa; pero también lo hacen la sencillez vacía de los espacios interiores donde suelen suceder sus historias y el tono de colores utilizados. Quizá la película más representativa en este sentido sería Luces al atardecer (Laitakaupungin valot, 2006), pero en general toda la obra de este director tiene toques que nos recuerdan a Hopper.
Queda una incógnita por resolver, que sabemos no será resuelta. ¿Sus personajes tenían tanta carga existencial como reflejan o solo es algo que se nos antoja al observarlos bajo la luz y el ambiente enigmático que Hopper escogió para presentarlos? Repito lo que dijo Wenders y muchos pensamos: “quizás las mejores historias todavía no están contadas”. La imaginación es muy poderosa.
Fuentes bibliográficas
-Camarzana, S. (2020). “La pintura cinematográfica de Edward Hopper”. El Cultural.
-Fabelo, R. (2012). “Edward Hopper y el cine: una simbiosis perfecta”. Mcgufin 007.
-Gonzalez García, C. (2017). “Sobre la relación entre la pintura de Edward Hopper y el cine”. Cultura Inquieta.
-Lucio, A. (2020). “La pintura de Hopper y el cine”. Sociedad Reticular.
-Muñoz-Pérez, L. et Muñoz-Pérez, A. (2017). “Usos cinematográficos de la obra de Edwar Hopper. Reclasificación y lecturas complementarias”. Vival Academia, núm. 140, pp. 65-98.