Críticas
Literatura verité
El autor
Manuel Martin Cuenca. España, 2017.
En el año 2000 un escritor consagrado como Stephen King lanzó al mercado
editorial un libro excelente, didáctico y ameno, titulado Mientras escribo (On writing), publicado en España por el sello Plaza y Janés Editores. Un texto sencillo y práctico en el que el autor de Maine (EUA) ejercía como instructor de escritura y revelaba algunas claves orientativas que utilizaba para construir sus fantasiosas narraciones. Contaba, a modo de reflexión, cómo ponía en marcha su maquinaria productiva y las pistas a seguir en caso de bloqueo creativo. Razonaba sobre el advenimiento de la inspiración y trazaba ejemplos para el ejercicio de escribir. Aportaba ideas prístinas y lanzaba teorías acerca de lo que buscaban los lectores en las novelas. No zanjaba el tema de las conclusiones tajantes, porque cada redactor de historias tiene sus recursos y estilo, pero aportaba, sin fingimiento alguno, honestos estímulos para rebajar la tensión sobre la creación literaria.
En la película El autor (España, 2017), última realización del interesante cineasta Manuel Martín Cuenca, su personaje, Álvaro, magnífico y todoterreno Javier Gutiérrez, asiste a un taller de escritura, impartido por un colérico e histriónico Antonio de la Torre. En una de las prácticas de clase, Álvaro, con la emoción contenida, lee el corto cuento que ha compuesto. Su profesor, desatado y despreciativo, le suelta una serie de improperios correctivos que desalentarían a cualquiera. Pero Álvaro, un tipo mediocre, timorato y taciturno, no se doblega. Se resiste a claudicar. Quiere presentar batalla. Pese a los malos augurios y observaciones desastrosas, solo tiene una obsesión en la mente: ser escritor.
Álvaro es un espécimen decadente y sombrío. Un simple y arrugado funcionario en una notaría, atrapado por un trabajo rutinario e insatisfactorio. Engullido por montones de legajos de papel y sometido a una burocracia laboral de simple escribano. Se consume en su intrínseca vulgaridad y soporta con indisimulada rabia el ascenso a la cima de las escritoras de éxito y súper ventas de Amanda (María León), su infiel mujer. Demasiado castigo.
Manuel Martín Cuenca siempre acota sus historias en pocos personajes. Su preferencia es armar el relato apoyándose en apenas un puñado de pocas criaturas. Este detalle le permite trabajar con mucha energía sobre los intérpretes. El autor de La flaqueza del bolchevique (España, 2004) es un consumado director de actores. Las figuras masculinas son complejas, sinuosas y afiladas. De aficiones sombrías y perturbadoras. Álvaro, de la mano de Javier Gutiérrez, se incorpora a la galería de personajes únicos y enormes. El actor asturiano se crece y deja una huella imborrable. Aparece en el arranque como un ser tímido pero orgulloso, apagado y reticente. Pero es ambivalente y tiene aristas y capas, y pronto se volverá hipócrita y desalmado.
El autor es una sátira despiadada. El comienzo se enfoca como una rivalidad agreste entre una pareja en la que ella, Amanda, se ha convertido en una escritora popular, una fabricante de best sellers, que ha dado con la tecla exacta para llegar a las masas y obtener unas cifras de ventas envidiables. Su situación y fama ya la quisieran muchos. Incluso una gran superficie comercial va a promocionar su nombre con la firma de ejemplares. Mientras Amanda es feliz, dichosa y exhala entusiasmo, su marido se reconcome y se muestra como un crítico severo. Desprecia la repugnante literatura de postureo y vulgaridad que rezuma la obra de su mujer. Rechaza la impostura de las promociones vacuas. Comprometido a escribir de verdad literatura de la buena, como lo haría Hemingway o Scott Fitzgerald, Álvaro, arrebatado y dispuesto a todo, se larga de casa, abandona su fuente de ingresos y se instala en un piso diáfano, decidido a encontrar el patrón adecuado y la divina providencia de la inspiración para armar ese libro soñado (quimera) que debe ser no solo excelente sino de reputación intachable. Él piensa que tiene polimórficas condiciones y que es un talento renacentista en ciernes.
En el primer bloque de la película, el guion apuesta por una situación amorfa y descreída del personaje. Varado en espacio y lugar. Arrugado por acontecimientos que funcionan en contra de sus expectativas. Se le nota bajo de moral y devastado por su papel de pelele a la sombra de una esposa tontorrona pero aupada por el reconocimiento general. Hasta aquí el espectador asiste a la ruina física y declive artístico de Álvaro que solo tiene proyectos, ilusiones, pero ninguna idea a corto plazo. Para más escarnio, su descarado instructor, le humilla.
La segunda parte de El autor contempla una visión arraigada en la mezquindad humana. La situación se torna patética. El descenso a los delirios amorales estalla. Álvaro abandona su reserva y nerviosa cautela y se llena de valor y energía. Se retroalimenta. Es como si se hubiese inyectado ácido y recobrara la autoestima. Javier Gutiérrez ejecuta a la perfección esa transformación. Se deshace de la máscara del muchacho perdedor para disfrazarse de un abyecto personaje que ha olido sangre y decide hacer su faena. Se desprende de las coartadas morales y su cinismo se fortalece. Su fingimiento es artero y de falso encantamiento. Comienza a establecer reglas e impone normas de conducta canallescas. Se vuelve manipulador. Y cuando la manipulación es engreída y da sus frutos, el juego, sobre el tablero, es implacable. Álvaro se sale del control, se desmelena. Inicia su treta y fisgonea.
Su ángulo de vista de tintes costumbristas desata su instinto depredador y se asoma sin pudor, pero con malicia, a la realidad circundante. Acatando las impulsivas orientaciones de su adiestrador de escritura creativa, se torna paranoico y desaprensivo. Su mirada y propósito se fijan en su alrededor más inmediato. El ambiente mundano y los inquilinos de su comunidad vecinal se convierten en su experimento. Detectará sus debilidades y secretos, y azuzará el devenir de sus actos proyectándolos a provocar reacciones inauditas afines a su plan. De esta manera sibilina obtendrá el botín perseguido: un argumento para su obra y las pautas para valerse de la realidad y acribillar la hoja en blanco con una historia de las de verdad.
Tráiler de la película:
Ficha técnica:
El autor , España, 2017.Dirección: Manuel Martin Cuenca
Duración: 112 minutos
Guion: Manuel Martín Cuenca y Alejandro Hernández
Producción: Lazonafilms
Fotografía: Pau Esteve
Música: José Luis Perales y Pablo Perales
Reparto: Javier Gutiérrez, Antonio de la Torre, María León, Adriana Paz, Tenoch Huerta y Adelfa Calvo
En su última morada, Alvaro comienza a escribir un segundo libro. El primer hubierse publicado?