Críticas
Recuerdo de la madre
El espejo
Zerkalo. Andrei Tarkovski. URSS, 1974.
Con Andrei Tarkovski aprendí que el cine puede ser otra cosa, ir mucho más allá y tener una vocación de trascendencia. Su filmografía tiene un carácter más lírico y pictórico que puramente narrativo, expresión de un mundo interior rico, complejo y atormentado. Nunca es tarde para descubrir a Tarkovski, pero a veces puede ser demasiado pronto, ya que sus películas, por lo general, son difíciles y complejas, fruto de una individualidad que no ha realizado jamás concesiones artísticas y que, a lo largo de su carrera, solo ha pretendido ser fiel a sí mismo y a su propia creación.
Pocos cineastas han logrado filmar una obra maestra detrás de otra, y eso es lo que ha hecho Tarkovski. Basta con enunciar los títulos de sus siete largometrajes para darnos cuenta de la importancia de su filmografía: La infancia de Iván (Ivanovo Detstvo, 1961), Andrei Rublev (1966), Solaris (Solyaris, 1972), El espejo, Stalker (1979), Nostalghia (1983) y Sacrificio (Offret, 1986). Dentro entre todas ellas, acaso su película más personal sea precisamente El espejo, donde, por primera vez, Tarkovski abordaba su propia infancia y juventud, si bien de una forma fragmentada, no lineal. El espejo se construye a partir de recuerdos inconexos, que mezclan identidades y tiempos, como si fueran un sueño. Combina el blanco y negro con el color y el sepia, al tiempo que las transiciones se producen sin efectos que las subrayen. Como afirma Carlos Tejeda, El espejo es una suerte de collage, y no es casualidad que en su monografía hable en términos de “álbum familiar” o “mapa emocional”.
Si hay una figura que atraviesa El espejo esa es precisamente la de la madre. En cierto modo, Tarkovski rememora en esta película, a través de un alter ego llamado Ignat, la separación de sus padres, que ocurrió en 1935. Su padre era Arseni Tarkovski, un importante poeta del que escuchamos cuatro composiciones en off a lo largo del metraje, mientras que su madre trabajó durante toda su vida en una imprenta, lugar que queda retratado en una de las secuencias del film.
En El espejo, Tarkovski recuperó un antiguo proyecto y tejió una red de escenas y secuencias que tratan de enlazar su propio pasado con el presente. Es una suerte de autorretrato filmado de la infancia. Quien espere encontrar una historia, que desista; quien, a pesar de todo, se atreva a adentrarse en sus fotogramas, descubrirá un completo mundo interior, una auténtica confesión, según se deduce del desconcertante prólogo, en el que una terapeuta logra eliminar la tartamudez de un joven a través de la hipnosis. A continuación, se suceden escenas inquietantes y aterradoras, pero también múltiples citas literarias –Dante o Pushkin, sin ir más lejos– e incluso algún autohomenaje, como el cartel de Andrei Rublev, y escenas que anticipan los interiores de Sacrificio. La presencia del toreo, el flamenco y los niños de Rusia es, en cierto modo, enigmática, pero dota a esta película de una relativa cercanía para el espectador hispanohablante.
En realidad, El espejo es una película construida con los mismos materiales con los que se esculpen los sueños. Esa debe ser, quizá, su clave de interpretación. No hemos de quedarnos frente al espejo, sino cruzar al otro lado y recrearnos en la contemplación de cuanto vemos.
Los versos del padre,
Arseni,
hablan de lo perdido;
el viento azota
los arbustos
junto al bosque
de robles;
la madre contempla
el fuego
sentada sobre el brocal.
Llueve en el interior
de la casa
y la escayola se desprende.
Un teléfono,
el espejo,
un barreño
y la foto
de un desconocido.
Contempla el fuego
del henal
en el caserío.
La lluvia zahiere
los viejos fardos
de cartón
junto a la imprenta:
una errata puede
cambiarlo todo.
No hay agua
en las duchas,
pero el fuego
regresa de la memoria.
Tienes el rostro
de mi madre;
alguien habla español
en el cuarto de al lado
y da algunos pases
a la manera
de Palomo Linares.
Los niños suben
al barco,
no volverán a España.
Vuelan globos
aerostáticos.
Maestros del Renacimiento,
una hoja seca
de la niñez;
Sagrada Familia,
libros antiguos,
fantasmas
tomando el té,
la casa muerta…
la casa de Arseni.
Poemas del abuelo,
carta de Pushkin,
alguien llama
a la puerta
equivocada…
el rostro desaparece.
Fusiles en la nieve,
prácticas de tiro,
muchacha pelirroja,
labios cortados.
La muerte no existe
el cadáver
de Hitler,
la bomba atómica,
la China de Mao,
el Libro Rojo,
gatos en el pasillo,
niños en el bosque,
llanto de Marina…
otra vez Leonardo,
mi madre triste,
el padre en guerra,
separación,
preferencia,
traición,
derrota,
culpa.
Todos cambiamos,
zarza ardiente,
un sueño que se repite
desde hace
cuarenta años;
una cabaña de troncos,
mecanismo extraño.
La gallina rompe
el cristal
de la ventana.
El viento
de nuevo
regresa a la infancia:
secretos de mujeres,
niño en el espejo,
tu mano sobre el fuego,
muere la luz,
el sueño de un bebé,
joyas prestadas,
sacrificio de un gallo…
Llueve de nuevo
en la casa,
sábanas extendidas,
una jarra de leche,
un pajarillo
junto al lecho…
la colada limpia.
Solo los pinos
conocen nuestra historia.
Adiós, madre.
Trailer:
Ficha técnica:
El espejo (Zerkalo), URSS, 1974.Dirección: Andrei Tarkovski
Guion: Aleksandr Misharin y Andrei Tarkovski
Producción: Erik Waisberg
Fotografía: Georgi Rerberg
Música: Eduard Artemiev
Reparto: Margarita Terekhova, Oleg Yankovskiy, Filipp Yankovsky, Ignat Daniltsev, Nikolay Grinko, Alla Demidova, Yuriy Nazarov, Anatoliy Solonitsyn, Larisa Tarkovskaya, Tamara Ogorodnikova
Entre idas y venidas en el tiempo, me queda una esencia personal mas tangente. No se pierdan este viaje!