Críticas
¿Existe el crimen perfecto?
El esqueleto de la señora Morales
Rogelio A. González. México, 1959.
Botellita de jerez
todo lo que me digas
será al revés.
Rogelio A. González (México, 1959)
La industria cinematográfica de México gozó de su mejor momento en el periodo conocido como la Época de Oro, entre los años 1936 y 1959. Las devastadoras consecuencias de la Segunda Guerra Mundial habían paralizado las producciones fílmicas de Europa y Estados Unidos, permitiendo a México consolidarse como el productor más grande de América Latina con una fuerte influencia cultural en toda la región.
El esqueleto de la señora Morales (1959), dirigida por Rogelio A. González y escrita por Luis Alcoriza, es una joya del cine mexicano. Considerada una de las mejores cintas mexicanas de comedia negra con toques de noir film y, quizá, la mejor en su género en aquella época. Inspirado en el cuento de terror El misterio de Islington, del escritor gales Arthur Machen, Alcoriza hace la adaptación, ajustándola magistralmente al contexto idiosincrático mexicano del momento. Tiene un tono surrealista, evidencia de los tantos años de trabajo con Luis Buñuel, de tal suerte que Alcoriza le imprime a este filme elementos ricos en estilo e ingeniosas puestas en escena. La película atrapa desde el primer momento, se mueve entre el terror, el thriller, el humor, el suspenso y hace una fuerte sátira a los cánones sociales. Es una sinfonía perfectamente equilibrada en sus “movimientos”, cada elemento tiene su tiempo y su peso justo para disfrutar cada detalle y el sarcasmo de sus líneas.
El director nos introduce en la intimidad de un matrimonio de más de quince años, con una convivencia que, día tras día, se hace más y más insoportable; son una pareja disfuncional, que poco o nada tienen en común. Pablo Morales (Arturo de Córdoba), hombre amable y de carácter tranquilo, es taxidermista de profesión, trabajo que su esposa Gloria (Amparo Rivelles) repudia, al punto de rechazar el mínimo acercamiento de él. Ella padece una malformación en una de sus piernas, discapacidad que usa para manipular a amigos y familiares, y particularmente, para fastidiar a Pablo hasta el cansancio. Es una mujer “chapada a la antigua”, puritana y devota, que se muestra como la víctima y lo acusa constantemente de maltrato físico, psicológico y moral. En esta historia, las puertas del infierno se abren de par en par tras una fuerte discusión entre Gloria y Pablo, la destrucción en mil pedazos de un preciado objeto de valor será la gota que rebozará la paciencia del señor Morales.
¿Existe el crimen perfecto? González sabe llevar al espectador en el juego de la intriga y el humor, mantiene a sus lobos elegantemente vestidos de oveja. ¿Tendría usted… empatía con el diablo?, ¿es preferible el encierro en la cárcel que el agobio de una infernal vida en pareja?… La sátira en este filme es cruda, una crítica directa a la doble moral, a la hipócrita mojigatería y a la corrupción de las instituciones. En la misma vía, la construcción de los personajes es una apuesta surrealista, González y Alcoriza insisten en el fetiche de las piernas y los pies de las mujeres. Aunque este aspecto se narra en el cuento de Machen, en el filme lo resaltan con intensidad desde la estética heredada de Buñuel, como también en el estilo del Star System que se gestó en México. Los Morales, sus familiares y amigos son una sorna a los arquetipos cargados de vicios sociales.
El trabajo de producción de este filme es de alta calidad, el cuidado en cada detalle hace de esta película una obra maestra. La fotografía de Víctor Herrera es impecable, el uso del claroscuro expresionista exalta la psicología de los personajes. Escenas con luz nadir crean los ambientes tenebrosos que llevan a cuesta los Morales. Los encuadres tienen buena profundidad de campo y son logrados por angulaciones inusuales que amplían los espacios. Igualmente, el manejo de cámara con picados y contrapicados, desplazamientos ingeniosos y primerísimos primeros planos dramatizan aún más las oscuras intenciones de la infeliz pareja.
La dirección de arte, para entonces, escenografía, a cargo de Eduardo Fitzgerald, le da a la película el carácter de film noir. Con toques macabros, los personajes principales están reflejados en cada rincón de la casa, mobiliarios clásicos, espacios atiborrados de imágenes religiosas y altares, un ambiente lúgubre y denso. Así también, la decoración del laboratorio de taxidermia es espeluznante, de piso a techo, cada pared y cada recoveco están repletos de esqueletos, animales disecados, escalpelos, sierras, pinzas, cuchillos, estanterías llenas químicos inocuos y otros mortales. En la simbología de este espacio, se destaca la disposición de animales salvajes y, sobre todo, de grandes cornamentas que, de cuando en cuando dejan entrever el alma de los poseídos.
Dicen que el crimen perfecto no existe, y si existiese… La edad de oro del cine mexicano se caracterizó por incentivar valores, por formar una identidad y unos rasgos sociales, culturales y religiosos muy definidos y aprehensibles para el público. De alguna manera, fue también un cine de propaganda en este sentido. La historia del matrimonio Morales, para bien o para mal, al contrario de esquivar los filtros de la censura, apostó por un final en la perfección divina de la ironía.
Tráiler:
Película completa remasterizada:
https://ok.ru/video/2108566407819
Película completa original:
https://zoowoman.website/wp/movies/el-esqueleto-de-la-senora-morales/
Ficha técnica:
El esqueleto de la señora Morales , México, 1959.Dirección: Rogelio A. González
Duración: 90 minutos
Guion: Luis Alcoriza
Fotografía: Víctor Herrera
Música: Raúl Lavista
Reparto: Arturo de Córdoba, Amparo Rivelles, Antonio Bravo, Angelines Fernández