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El ojo único en el cine: más allá de la mirada que enfoca
El ojo único es un símbolo que aparece en manifestaciones culturales, folclóricas y religiosas. Aparece también en el cine. Me refiero con ello a la presencia de imágenes en las cuales se muestra un solo ojo de manera destacada y evidentemente simbólica, pero también al ocultamiento intencional de uno de los dos ojos en diversos personajes (protagonistas casi siempre) y escenas. Ello ocurre con creciente frecuencia en las publicidades, en las portadas de las revistas y en las presentaciones o artículos.
Análisis tradicional del empleo del ojo único en el cine
Desde lo puramente simbólico se lo utiliza para representar conceptos variados, algunos de significado casi obvio, otros más cargados de simbología: sabiduría, poder, vigilancia, conocimiento, magia, protección contra magia negra, conocimiento oculto, esoterismo, conciencia, conciencia espiritual, manipulación, percepción alterna de realidad. En algunos casos subyace la idea de que el ojo es una ventana al alma, un órgano sensorial cuyas funciones trascienden lo visual y lo físico. En otros, es un amuleto que protege contra el mal. De alguna manera se lo puede ver como una representación de la comunicación entre la divinidad y la humanidad, entre lo físico y lo espiritual.
Fácilmente se llega a verlo como una representación del control y de la manipulación. Nos vienen imágenes de «1984» la novela de George Orwell, y el gran hermano vigilante, que opera contra la libertad de las personas. Con el desarrollo de las herramientas modernas de vigilancia visual y auditiva que permean y registran casi todos los aspectos de la vida en las sociedades, especialmente en las ciudades y que se complementan con la gran capacidad de registro, de manejo de información y de inteligencia de datos, es evidente que se va conformando un gran ojo vigilante y omnipresente, con capacidades insospechadas. que representa la vigilancia constante del gobierno sobre los ciudadanos con potenciales que pueden ser devastadores para la libertad y la creatividad humanas y que se pueden extrapolar al ámbito global.
Blade Runner (Ridley Scott, 1982) explora este aspecto de manera evidente. Muestra ojos que distinguen entre humanos y replicantes y que se convierten en instrumentos de acciones de control y de represión. En The Truman Show (Peter Weir, 1998) se exploran esta idea, que se convierte en espectáculo público que todos aceptan cuando el protagonista es observado y controlado sin su conocimiento, instrumentalizado por los ojos de cámaras de vigilancia y de grabación que no pierden detalle y que convierten su vida y su mundo en un simulacro existencial, sometido a un tiránico y entretenido control social.
Es inescapable que las conciencias o poderes detrás de ese gran ojo tienen acceso a interpretaciones, datos y acciones que el común de las personas no posee. En las películas de la saga El Señor de los Anillos (Peter Jackson), el ojo es una difusa presencia, una llama lejana que todo lo observa, que destruye y manipula.
En The Matrix (Hermanas Wachowski, 1999) se explora este asunto de realidad manipulada y controlada por fuerzas torcidas y malignas invisibles, que llevan a las personas a ser controladas y vigiladas sin su conocimiento. Para ello cuentan con los agentes de la Matrix, que vigilan y manipulan a la humanidad. En este caso no hay presencia evidente de ojos únicos, pero está implícita en la historia la vigilancia constante basada en algún tipo de tecnología o manipulación de conciencia.
Por otra parte, desde el mismo hecho de que, con un solo ojo, las cosas se pueden ver distintas, de modo que con ojos astronómicos y microscópicos, dotados de lentes, filtros y mecanismos de enfoque, el hombre ha penetrado mundos insospechados, bien distintos a los de la realidad que se observa con nuestra preciosas miradas despiertas y conscientes, puede el ojo único utilizarse como puente hacia realidades distorsionadas, que incluyen visiones nuevas, a veces distópicas y surreales, a veces esotéricas, de pronto iluminadoras. Las películas de ciencia ficción y horror se prestan para estas simbologías. En el caso de A Clockwork Orange (Stanley Kubrick, 1971) el ojo único aparece cuando el protagonista es condicionado, físicamente, a mantener sus ojos forzados y abiertos, recibiendo en esta forma, con dos ojos únicos que no se sincronizan, imágenes violentas que potencialmente alteran su mente.
El ojo único ha sido interpretado de formas contradictorias como símbolo del control y de la vigilancia que ejercen los poderes externos al hombre, jugando entre extremos: Por un lado, apoyo espiritual amoroso y vigilante desde la divinidad, y en el extremo opuesto, el control maligno de naturaleza satánica y demoníaca, embellecido con atributos luciferinos de sabiduría y omnipotencia humana en los tiempos modernos, opuestos a la ignorancia de las masas y sus creencias religiosas.
Uno de los temas que se tratan cada vez más es el de la existencia de élites ilustradas que ejercen sus poderes de forma oculta, con agendas dirigidas al control del mundo. El símbolo del ojo único es utilizado en los medios en los cuales se apoyan sus mecanismos de divulgación y adoctrinamiento, no como conexión con una divinidad inspiradora, amorosa y creadora, sino como símbolos de poder luciferino, asociados finalmente con fuerzas manipuladoras y malignas, pero representadas como liberación de la oscuridad e inspiradas en la razón. Un elemento que vincula el ojo único con estos poderes es su presencia en imágenes que se asocian con la masonería y las sociedades secretas iluminadas.
Este simbolismo toma fuerza con la forma en que figuras famosas de la política, la música, el cine y otras áreas de la sociedad están, según diversas denuncias, involucradas en rituales ocultos y secretos. La película Eyes Wide Shut (Ojos bien cerrados, Stanley Kubrick, 1999), se atreve a explorar este tipo de rituales y sus oscuras consecuencias y juegos de poder, con una simbología claramente relacionada con el ojo, desde el título mismo. En la actualidad, examinando con cuidado la cultura pop, se observa que el ojo único está presente con frecuencia en los videos de algunos artistas, en las portadas de sus discos y en sus publicidades. Como tales personajes no se distinguen explícitamente por su respeto por las tradiciones religiosas que dan al ojo único su significado de contacto con la divinidad, se puede deducir que más bien desean simbolizar lo contrario, su indiferencia ante lo divino y su inclinación y complacencia hacia conceptos de libertinaje, adicciones, fama, riqueza apabullante y poder mundano, que la tradición religiosa y espiritual asocia con las tentaciones del mal, Por ello pareciera que muchos de estos personajes promueven agendas que van en contra de los valores tradicionales, notablemente los del cristianismo y que utilizan este simbolismo para influir en los públicos con mensajes a veces ocultos, o sutiles, o que se distinguen claramente, asociados con fuerzas malignas y manipulación de las masas que los admiran, como una forma cultural de control mental.
El hecho innegable es que estas fuerzas, que van contribuyendo a derrumbar valores cristianos, religiosos, familiares y tradicionales, tienen cada vez más influencia, y desde el cine, la música y sus élites y personajes famosos, se han ido extendiendo por todo el mundo y cada vez más en asociación con este símbolo del ojo único.
Una visión diferente del empleo del ojo único en el cine
En este artículo, me quiero referir a ciertos aspectos adicionales, que, aunque pueden estar relacionados con la simbología clásica, se refieren a algo más. Este trabajo es el resultado de la observación detallada de numerosas películas y se resume a través del análisis de cuatro de ellas, en las cuales se trabajan dos temas distintos y dos épocas distintas en la historia del cine.
El asunto central es la recurrencia de la imagen del ojo único, que se emplea de manera repetida, con frecuencia insistente, sin que se pretenda que se refiera a algunos de los significados que se acaban de comentar. Se pudiera decir que aparece tal imagen, como puesta allí por el director o los creadores de las películas, sin que en apariencia tenga que ver explícitamente con la temática o con la historia. Pero una observación cuidadosa da a entender con este símbolo es una especie de marcador de la influencia cultural o del modo de pensar de tales realizadores, que hacen parte de una agenda en la que podría denominarse batalla cultural, en la cual el cine juega un papel instrumental.
En esta batalla, hay que entender que el cine es una empresa muy potente. Cada película de alta influencia está respaldada por importantes grupos humanos y capitales significativos. Sin duda las enormes inversiones están justificadas por las ganancias potenciales y el prestigio y la fama resultantes. Pero es seguro que hay influencias en el cine de los grupos de poder que buscan avances en la batalla cultural, que evidentemente busca paganizar el mundo en contra de los valores religiosos, familiares y cristianos en todos los aspectos: educación, sexualidad, trabajo, relaciones humanas, valores y principios e interpretaciones.
La celebración de la ciencia y del avance científico en el marco del deterioro de los valores. El viaje a la luna.
Es una realidad es que la sociedad ha avanzado culturalmente en forma exponencial en el último siglo y el cine ha ido acompañando, e inclusive, estimulando estos avances. En ellos, cada vez más, se celebra a la ciencia y se va estableciendo una especie de religión e idolatría científica. En la visión tradicional se enfatiza el poder humano, que viene de la divinidad a través de la inteligencia y la razón, atemperado por el amor y las emociones. A partir de la edad de la razón, cobra fuerza la visión materialista. En Viaje a la Luna (Georges Méliès, 1902) la película termina con una danza alrededor de una estatua a la ciencia. Se pone de relieve que se avecina un movimiento casi religioso, en cierta forma antagónico a las percepciones religiosas, de manera que queda en un plano secundario el papel de la religión, cuando se la contrasta con la celebración de ideas que surgen del poder humano a través de la ciencia. En verdad se vienen desatando las ideas materialistas y la película es un preámbulo en 1902, que señala para dónde van las cosas. Es una manifestación simbólica destacable, un ojo único en la luna, que queda abierto, ya que el otro queda anulado, al ser el punto exacto donde llega la nave espacial. Científicamente no hay ojos en la luna, y siendo Méliès un poderoso diseñador, mago ilusionista y creador, sin duda está señalando con esta varita mágica su impronta y su mensaje, que para nada es inocente.
La película First Man (Damien Chazelle, 2018) cuenta aspectos de la vida de Neil Armstrong, una persona muy brillante y reservada. Naturalmente el tema central, bastante bien narrado, es el de su carrera como astronauta y primer hombre en poner su pie en la luna. Pero la cinta da mucha importancia a establecer paralelos entre su vida familiar la profesional. La primera está marcada por una tragedia, la pérdida de una pequeña hija. Es la historia de una persona que tiene una inmensa tristeza interna y dramatiza los eventos alrededor del viaje lunar, en una forma muy bien elaborada, para mostrar todo lo que hay alrededor de ello en cuanto a tecnología y todos los riesgos y aventuras que ello implica, sin dejar de mostrar una vida familiar compleja, donde realmente no son ideales las relaciones familiares y de pareja. Hay que anotar que la NASA y los medios de la época, daban especial realce a las familias de los astronautas, que vivían en lugares especiales como vecinos, sometidos a continuos reportajes y seguimientos. Entonces se tienen acá dos historias contrastantes: la disfuncionalidad familiar y las exigentes aventuras de la modernidad. Se celebran los triunfos y las hazañas de la ciencia y se pone de presente que es casi natural que la familia no funcione al mismo nivel, mostrando que para la mujer la situación familiar es un desafío casi que imposible de superar, a no ser sacrificando su identidad, su libertad y sus ideas; especialmente considerando que los hombres tienen desequilibrios significativos, que ellos poco reconocen, por brillantes que sean. Sin duda estas ideas se vienen extendiendo y el cine ha contribuido significativamente en este sentido, llegándose a la abundancia casi universal de las madres solteras, de los divorcios y las separaciones y al desencanto con la vida matrimonial estable por parte de buena parte de la juventud. Es notable la presencia de imágenes de ojos únicos en la película, que se presentan de manera recurrente en las escenas del lanzamiento de las misiones espaciales. Se podría decir que se trata de recursos de arte y de diseño, excepto que son bastante deliberados, de manera que las cámaras de detienen en estas imágenes, sin que tengan nada que ver con la narración. Se pueden interpretar como marcas del aporte de una notable película, casi profética, que ilustra y proclama los avances de la ciencia en medio del retroceso de la vida familiar.
La modernidad, las ciudades y las sociedades distópicas y disfuncionales y la rebeldía.
Voy a examinar acá dos películas extraordinarias, del género de ciencia ficción, Metrópolis (Fritz Lang, 1927) y The Terminator (James Cameron, 1984), cuya conexión es muy interesante. En las dos películas hay un ser mecánico y robots que tienen papel protagónico y hay recurrencia en los símbolos. Metrópolis es una cinta que lanza potentemente la idea de que entre la razón y el cuerpo media el corazón. No es esta una idea cristiana, más bien resalta la antigua visión pagana y esotérica de los opuestos y de la unidad subyacente. En la actualidad, la unión de la razón y la mente centrada en las emociones (el corazón), suena bien, puesto que evidentemente el trabajo cultural ya está bastante perfeccionado en este sentido. En la visión cristiana siempre se ha tenido precaución sobre el poder de los sentimientos como medios para engañar y apagar la fuerza de la razón, no dejando de resaltar, por otra parte, las fuerzas del amor, que se relacionan no solamente con el corazón y las emociones, sino con el alma y la inspiración divina. Pero en un mundo donde los seres mecánicos asumen el protagonismo, desaparece Dios y hay que reemplazar los poderes de la espiritualidad amorosa con las vibraciones emocionales, que son una especie de refugio de los seres humanos, para no ser destruidos por la invasión mecanicista y automática de la modernidad científica y tecnológica.
En la película hay un par se secuencias donde el ojo único aparece, en imágenes cargadas de arte, sin que necesariamente hagan parte de los desarrollos narrativos. Creo que son marcas evidentes del estilo simbólico y cultural al cual me refiero.
The Terminator es una película distópica. Creo que se refiere, en el fondo, a los miedos sobre el futuro, a los riesgos y peligros que existen, y cómo la humanidad puede ir una dirección equivocada. Es en verdad traumatizadora. Pero permite la oportunidad de socializar temas que no son de fácil análisis, al visualizar una dirección para la humanidad que parece inexplicable, para la cual no hay control. En el escenario presentado, no hay forma de evitar ese futuro amenazante. Ello va a pasar, el sistema existente va a generar realidades de ese estilo y no hay nada que hacer. Aparece entonces el mensaje implícito, que es parte de una posible batalla cultural, de que las sociedades no se pueden orientar con la sabiduría natural establecida, con las formas racionales. El desarrollo de la ciencia y la tecnología no dará espacio para las formas positivas y evolutivas basadas en el humanismo, que las podría utilizar como medio. Las cosas se van a torcer, será inevitable acabar con los trabajos de la gente, será inevitable que la gente se vuelva una amenaza, algo obsoleto. Como ello va a suceder inevitablemente, hay que prepararlo todo para ello. Esto es aterrorizante, puesto que condiciona a la gente para aceptar direcciones contrarias al humanismo. En todo ello hay mensajes subversivos, de resistencia, y se establecen contradicciones, de modo que los buenos son los rebeldes que luchan contra los defensores del nuevo orden. Así queda sembrada la idea implícita de promover la rebeldía para buscar un sistema mejor, como la de los activistas que destruyen el arte y las estatuas para impulsar las ideas modernas que vienen en apariencia de la ciencia, tales como la necesidad del decrecimiento para evitar que el planeta sea destruido por el uso actual de la energía y el desarrollo económico.
En el caso de esta cinta las escenas en las cuales el ojo único cobra protagonismo son abundantes y se constituyen en sí mismas en marcadores de las tendencias centrales al presente trabajo. Se han vuelto también imágenes icónicas y de culto.
El cine es parte de un gran esfuerzo cultural y en ello el ojo único es más que un símbolo de la mirada que se enfoca.
Trailers:
Viaje a la luna (película completa)
First man
Metrópolis (película completa)
The Terminator