Críticas
Los mundos mágicos de la atención creativa
El parque mágico
Wonder Park. Dylan Brown. EUA / España, 2019.
Esta es una película infantil en la cual los eventos están ocurriendo al menos en tres planos. El primero es el de la fértil imaginación de una niña, muy animada por una madre amorosa y sensible que la acompaña, que le enseña y que le estimula a crear sin límites, de tal manera que las dos logran desarrollar todo un complejo conjunto de diversiones y de juegos, que se encienden y que funcionan imaginativamente. El segundo plano es el de la recuperación de los sueños perdidos de la infancia, que ocurre cuando la niña ya jovencita, vagando por algún bosque, se encuentra con las reminiscencias de esas antiguas imaginaciones que ya había enterrado en el olvido y siente el impulso de vivirlas de nuevo. Con ello desata un mundo mágico que la atrapa nuevamente y que hace que brote en ella toda la pasión y toda la energía creativa de la niñez, ahora aumentada por su capacidad para crear aventuras y antagonismos, es decir, luchas entre el bien y el mal. El tercer plano es el de nosotros, espectadores, que tratamos de establecer composiciones de lugar que confieran sentido a la avalancha de maravillosos y movidos espectáculos que brotan de la imaginación creativa de los realizadores del filme.
Esta es una producción estadounidense-española de muy buena ejecución en lo que tiene que ver con el diseño digital, plena de acción, con impresionantes escenas, especialmente las que ocurren en las montañas rusas, reales e imaginadas, que la niña ha desarrollado. En ella un conjunto improbable de animales son los protagonistas de las aventuras. Estos asumen tareas creativas y de diseño, tanto en el mundo del bien como en los oscuros reinos del mal. Una película muy a tono con los devaneos de la sociedad moderna, en la cual los animales y las mascotas están adquiriendo creciente protagonismo y, se podría decir, se han convertido en los compañeros de vida y de sueños de muchas personas.
La película, de alguna manera, toma el antiguo proyecto humano del diseño de los móviles de primera y segunda clase. Estos son dispositivos que funcionan autónomamente, violando las dos leyes fundamentales de la naturaleza: crean y mantienen su propia energía incesante, ya sea por ellos mismos o aprovechando sin frenar cualquier impulso inicial que reciban; o son capaces de crear orden y de mantenerlo, partiendo del desorden, sin intervención de agentes externos y sin crear caos en sus alrededores. Estas han sido desde siempre ilusiones humanas que suponen que se puede crear valor sin esfuerzo y que se puede crear armonía a partir del desgaste y de la destrucción, partiendo de la nada. Cuando las personas ven algunas de las maravillas del mundo moderno, se imaginan, quizás, que han surgido simplemente de la fértil imaginación humana, que ha creado hechos y riqueza a punta de ingenio. En realidad, detrás de todo hay esfuerzos enormes y trabajo persistente, naturalmente inspirados por el talento. Nótese nada más lo que significa una película como esta, que, ya realizada, se antoja fácil, casi como garantizada por la tecnología, uno de tantos productos que podemos apreciar o no, una pasajera oferta del consumismo. En realidad, es el resultado del trabajo de diseño creativo y disciplinado de centenares de personas, apoyado por inversionistas que le han apostado a una aventura que no siempre resulta. Involucra miles de dibujos y de animaciones, voces de grandes artistas en perfecta sincronía con complejos movimientos y repeticiones sin pausa hasta lograr escenas creíbles en una historia totalmente fantástica.
Como sucede en toda fábula e historia infantil, alguna moraleja importante ha de surgir, para contribuir a que nuestra imaginación sea fuente de inspiración, de nobleza y de humanismo. Me parece que hay varias en la película, siendo la más notable de todas, las ricas posibilidades que aparecen cuando las personas mantienen en sus vidas las energías y los sueños de la niñez. Con ellos se pueden alimentar incesantemente para vencer el desorden y el cansancio que resultan de las rutinas. Otra es la de la importancia de la presencia amistosa y atenta de los padres en la vida de sus hijos, especialmente en la infancia, enriquecida por diálogos y por proyectos conjuntos, en los cuales se estimulan la autoestima y las capacidades creativas, estableciendo siembras y sueños que habrán de fructificar más adelante. Una tercera es que el ser humano siempre puede vencer las fuerzas destructivas, a base de persistencia, de organización, de inteligencia, de buenas intenciones y de visión.
Más allá de las moralejas, las buenas historias son sorprendentes y entretenidas, distraen; el tiempo se va yendo en forma agradable para grandes y chicos y los que escuchan se van enamorando de los personajes y se pierden en sus aventuras. El mundo mágico tiene diversos elementos interesantes, pero creo que habría que repetirla varias veces para poderla degustar bien. Algo que pocos harán, ante las incesantes demandas y atracciones de la modernidad que van haciendo de nuestro tiempo un complejo tejido de acciones variadas, en el cual quedan pocos espacios para detenerse y apreciar de verdad. Al fin y al cabo, la atención es la fuente de la magia real y cuando todo pasa a gran velocidad, es posible que la magia se escape.
Trailer:
Ficha técnica:
El parque mágico (Wonder Park), EUA / España, 2019.Dirección: Dylan Brown
Duración: 85 minutos
Guion: Josh Appelbaum, André Nemec, Kendra Haaland
Producción: Josh Appelbaum, André Nemec, Kendra Haaland
Fotografía: Juan García González
Música: Steven Price
Reparto: Animación