Críticas
Mucho ruido y poco Wikileaks
El quinto poder
The Fifth State. Bill Condon. Estados Unidos, 2013.
El quinto poder examina el nacimiento de la organización Wikileaks, creada por Julian Assange (Benedict Cumberbatch), que permitía publicar a través de su página web, preservando el anonimato de sus fuentes, documentación secreta de interés público. Nos ofrece un retrato de su creador y su relación con uno de sus compañeros, Daniel Domscheit-Berg (Daniel Brühl).
Los secretos de Estado, la libertad de expresión y los daños colaterales como consecuencia de la revelación de cierta información clasificada, se nos muestran en esta historia dirigida por Bill Condon, cuyo trasfondo es conocido por el espectador, que vive en el contexto en el cual nace la obra.
Con una filmografía irregular, que nos deja su último éxito de crítica en 1998 (Dioses y monstruos), la propuesta fílmica de Bill Condon, ofrecía dos puntos atractivos: el protagonismo de Benedict Cumberbatch, el actor británico de moda, y una historia, todavía abierta, que podía dar mucho juego, pero ni El quinto poder es la Red Social (The Social Network, 2010), ni Bill Condon es David Fincher.
La historia nace como un biopic y pretende adentrarse en la categoría de thriller político-periodístico, pero ni la filmografía precedente le ha servido de inspiración, ni ha sabido aprovechar la repercusión mediática de la organización y de su fundador, que le otorgaban gratuitamente un atractivo añadido.
Del punto de partida prometedor del que nace, la película pierde el rumbo en su mitad, dando tumbos sobre lo que podría ser el epicentro de la trama, y lo que al final no es.
Su discurso inicial auguraba una película repleta de acción, y a pesar de contar con un montaje más que aceptable, este actúa como arma de doble filo, puesto que devalúa la esencia de su guión. La fidelidad y respeto a la cronología de los hechos no le ha servido para mantener el ritmo de la cinta.
Si se trataba de ofrecer un retrato completo de un personaje de suma actualidad, quizá el guion de Josh Singer no debería haberse limitado a transponer dos libros Dentro de Wikileaks: Mi vida en la web más peligrosa del mundo, de Daniel Domscheit-Berg y Wikileaks y Assange, de David Leigh, periodista de The Guardian, que a su vez, no cuentan con la aceptación del propio Assange, quien los considera perjudiciales para su imagen.
Este desafío argumental no casa con la diplomacia que en algunos momentos pretende mostrar, especialmente en su secuencia final, donde Condon, tras una película posicionada claramente en la figura de Daniel Domscheit-Berg, parece intentar equilibrar las perspectivas de ambos protagonistas en un ejercicio inútil de imparcialidad, dejando abierta una historia que ha sido cerrada ya mucho antes.
Destaca la interpretación de Benedict Cumberbatch, que está muy por encima de un producto que pretendía más de lo conseguido, realizando una composición del personaje que va más allá de su peculiar caracterización, ofreciendo con su lenguaje corporal y su estudiada dicción, un comprometido retrato de Assange.
En ocasiones da la sensación de que Daniel Brühl no acaba de ser la réplica perfecta para Cumberbatch.
La película cuenta con grandes secundarios como son Laura Linney, Subsecretaria de Estado, Stanley Tucci, Secretario Adjunto de Estado de Asuntos Políticos y los periodistas de The Guardian: David Thewlis, Peter Capaldi y Dan Stevens.
La atención del espectador se desvanece en códigos visuales y en el desarrollo de la relación entre ambos protagonistas. Dos grandes secuencias de acción le devolverán su interés: cuando se desencadenan los incidentes en Kenya y la huida de su país del Dr. Tarek Haliseh (Alexander Sidding), un confidente de los Estados Unidos, al verse expuesto por la filtración documental.
El tono ambiguo y difuso del film ofrece, sin embargo, momentos emocionantes como una introducción que nos guía por la evolución de los poderes hasta la llegada del Quinto Poder, y la presentación por parte de Assange de su «equipo».
El efectismo visual, creado por el director de fotografía Tobias Schliessler, se agradece, así como el uso de cámaras de mano por parte del director, aunque acaba siendo irregular y, en ocasiones, descompasado con la narración.
La información se presenta de forma atractiva, con una escenografía que impregna la pantalla con códigos, encriptaciones, emails… y es aquí donde la montadora Virgina Katz, nos ofrece una apariencia que está por encima de una historia que se detiene en una relación entre dos amigos y compañeros de trabajo y revela que la estética y la narrativa no acaban de encontrar su acoplamiento.
A pesar de todo esto, hay varios elementos destacables del film:
Su diseño artístico, donde destaca Tacheles, la casa okupa en Berlín, donde se reúnen Daniel y Julian; la ambientación y los efectos de sonido contribuyen a enriquecer los momentos álgidos de la trama.
Las localizaciones en diversos países ofrecen una estética y una atmósfera que intensifican algunas de sus secuencias, como la conversación clave entre Daniel y Julian en la Laguna Azul, en Islandia, o la rodada en la cúpula de una catedral anglicana de Berlín.
La información como protagonista, la medición de los daños colaterales y las consecuencias de la protección de la privacidad destacan cuando se escuchan en el acento australiano de Cumberbatch, pero acaban perdiendo intensidad cuando el guion pretende llevar el rumbo del discurso. Debería haberse profundizado más en los interrogantes que se lanzan en la película, en esos daños colaterales expuestos como consecuencia de la revelación de secretos, en la obtención de las fuentes y en las numerosas subtramas que el núcleo de la historia ofrecía.
A los efectos del discurso narrativo, se ha desaprovechado la mayor filtración de documentos secretos de la historia.
La película se presenta como un drama centrado en Wikileaks, para acabar siendo un relato de fraternidad, amor, fidelidad y odio donde Wikileaks flota en un segundo y a veces tercer plano, con un guionista que no ha sabido añadir alicientes cinematográficos a la historia y un director que no ha sabido combinar las controversias y polémicas del material de que disponía.
El quinto poder acaba siendo un relato aburrido y la comprometida y enérgica interpretación de Benedict Cumberbatch evidencia la flaqueza de un material, del que se esperaban más armas cinematográficas y un poco más de definición en su desenlace.
La película pierde su pulso narrativo en un reiterado ejercicio de contención, que la dirige hacia un final sin conclusión alguna, pecando de un exceso de imparcialidad y de un desorden argumentativo, que pueden condenarla al olvido más mediato.
Trailer:
Ficha técnica:
El quinto poder (The Fifth State), Estados Unidos, 2013.Dirección: Bill Condon
Guion: Josh Singer, basado sobre los libros Inside WikiLeaks, de Daniel Domscheit-Berg, y WikiLeaks, de David Leigh y Duke Harding
Producción: DreamWorks SKG, Participant Media
Fotografía: Tobias Schliessler
Música: Carter Burwell
Reparto: Benedict Cumberbatch, Dan Stevens, Daniel Brühl,Alicia Vikander, Carice van Houten, Peter Capaldi, Stanley Tucci,Laura Linney, David Thewlis, Moritz Bleibtreu
Quinto poder
Le agradeceria muchisimo si lo responde 🙂
Que periodista hace el primer contacto para difundir la noticia?
Cual es la mayor infracción hasta la fecha?