Viñetas y celuloide
El resurgir de Evangelion
Neon Genesis Evangelion (conocida popularmente como Evangelion) es, sin ligar a dudas, uno de esos productos audiovisuales que se ha ganado a pulso la etiqueta de «de culto». Han pasado más de 15 años del estreno original en 1995, y sobre la serie todavía se vierten litros de tinta con elucubraciones acerca de la esencia de la propuesta, tan novedosa en su momento como confusa en resultados. Legiones de fanáticos, ya en su momento, protagonizaban debates sobre los significados ocultos y la simbología de un anime que rompía con los convencionalismos, debates y pesquisas que no han hecho más que aumentar en proporción con la llegada de las redes sociales.
El fenómeno ha ganado impulso al entrar la serie en el catálogo de la popular plataforma Netflix. Gracias a este movimiento, muchos hemos refrescado las sensaciones que tuvimos en la adolescencia, cuando afrontamos las aventuras de estos gigantescos androides, y otros tantos se han encontrado por primera vez con el fascinante universo que alberga la creación del estudio Gainax.
En su momento, Evangelion rompía moldes. Los complejos conceptos que nutrían la serie y la evolución de los mismos se alejaba de los espectáculos de acción que solían representar los productos del género Mecha. Con este término se hace alusión a las animaciones japonesas protagonizadas por robots colosales, con Mazinger Z como máximo exponente de cultura popular. Las diferencias que contenía Evangelion respecto a otros relatos similares era que los combates titánicos entre máquinas del tamaño de edificios quedaba, poco a poco, relegado a un segundo plano de la trama. En los escasos episodios que componían la única temporada de la serie original, descubríamos que la importancia recalaba en las conspiraciones secretas urdidas a espaldas de los protagonistas, auténticos títeres en manos de un destino superior, y la psique de los implicados, un conjunto de traumas y miserias que los alejaban del clásico papel de héroe.
Para mayor seña de identidad, la forma de contar las cosas tampoco era, precisamente, la habitual en estos casos. La calma, los silencios, el tono reflexivo de los episodios según avanzaba la serie diluía el espectáculo de acción e invitaba al espectador a vivir la trama de una manera casi desconocida por el público al que iba dirigida, en principio, la propuesta.
Evangelion nos sitúa en un escenario postapocalíptico. Un evento de misteriosa naturaleza ha diezmado la población mundial y ha dejado el planeta al borde del colapso ecológico. Los escasos supervivientes del desastre viven enfrentados a unas criaturas conocidas como Ángeles, seres de dimensiones prodigiosas que amenazan la vida en la tierra. Para proteger los restos de la humanidad, una coalición de países ha puesto en marcha el proyecto Evangelion, que consiste en la construcción de enormes robots de guerra conducidos por unos adolescentes muy especiales, conectados con un vínculo especial a estas máquinas.
Tras el simplismo de su premisa inicial, Evangelion contenía un amalgama de ideas filosóficas y terminología bíblica, amén de cierta ambición en el desarrollo de personajes, que dejaba en segundo plano las escenas de destrucción masiva. Las complejas relaciones entre los protagonistas llevaban el peso de la acción, y los misterios acerca de la naturaleza de los Ángeles y de los propios Evan (así se refieren a los robots que conducen los adolescentes), constituían la conspiración en la sombra que acabaría por atraer la atención del espectador.
Cuenta la leyenda que, si ya de por sí la idea era bastante confusa, con tendencia a la intensidad reflexiva, su director Hideaki Anno vio cómo la serie fue sometida a recortes de producción. Esto se notó especialmente en los resultados técnicos. Sin embargo, Anno sacó petróleo de la escasez, y esta circunstancia obligó al director a tomar decisiones en cuanto al ritmo de la serie. Si el apartado de animación se vio comprometido, no quedaba más remedio que extender escenas hasta lo infinito, con planos fijos eternos, donde reinaba el silencio o la voz en off del personaje implicado. Lo que podía haber lastrado la serie de manera fatal se transformó en seña de identidad, reivindicada por los fans como elemento primordial de ese carácter introspectivo de la serie.
Su final también fue carne de polémica. Muy pocos entendieron el cierre abierto, básicamente sin ningún tipo de respuesta clara sobre los grandes misterios que rodeaban la llegada de los Ángeles. Las imágenes surrealistas y la esencia onírica de los episodios finales, en los que Anno insinuaba sin llegar a contar nada, causaron revuelo y protestas, hasta el punto de que se rodaron dos episodios finales alternativos que arrojaban algo más de luz respecto a esos tensos momentos.
Aún así, la mayoría de las preguntas quedaron sin respuesta. La comunidad de seguidores ha hecho mucho por cerrar el círculo y rellenar huecos, e incluso se ha creado todo un universo con productos muy dispares, que incluyen un manga ideado por Yoshiyuki Sadamoto, con una interpretación muy personal de la misma historia narrada por Anno en la serie. Incluso se ha acometido un proyecto de reinvención de la obra original en formato de películas animadas, que reescribe ciertas partes de la historia y que, de momento, permanece inacabada.
Muchas partes de Evangelion han envejecido regular. Algunos protagonistas son directamente insoportables en su derrotismo adolescente, y la sexualización de los personajes femeninos (en su mayoría, adolescentes que apenas han cumplido los 14 años) resulta un tanto anacrónica en el contexto actual. Pero sigue siendo una serie única, especial, que invita al espectador a tomar partido y rellenar sus propios huecos, a compartir con el resto de la comunidad teorías sobre tal o cual personaje. El diseños de los Evan sigue siendo apabullante y uno de los puntos fuertes de la serie. Pero, lo más importante, Evangelion se ha ganado su lugar en la cultura popular por crear un universo rico, en expansión y rebosante de personalidad propia, totalmente alejado en pretensiones y resultados a cualquier anime de la época.
La forma de ver cine y televisión cambia. Es adaptarse o morir, así que es genial que estas plataformas de nueva hornada apuesten por clásicos que están destinados a permanecer en el corazón de los fans, pase lo que pase. Emocionante e irritante a partes iguales, Evangelion no deja indiferente.