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El ser humano como protagonista en las crisis

Siempre se está en tiempos de crisis. El cine, con frecuencia, afronta asuntos vitales, propios de las crisis, y los presenta en forma novedosa y desafiante, planteando alternativas, visiones, perspectivas. Todo puede ser parte de una gran discusión, de un extenso análisis, no tanto desde el punto de vista intelectual y profesional, como desde el punto de vista del impacto que se causa a los espectadores, que, por constituirse como un conjunto grande y extenso, generan sutiles (pero poderosas) influencias en la conciencia colectiva

Hay películas icónicas, de influencia notable, que han tratado el tema de las crisis del humanismo. Quiero examinar acá dos de ellas: Metrópolis, de Fritz Lang, que apareció en Alemania en 1927 y que se puede apreciar en una versión restaurada y estrenada en 2010 y Tiempos modernos, EUA, 1936, escrito y dirigido por Charles Chaplin, quien es, además, su protagonista.

Me refiero al humanismo como la visión de la vida que se basa en reconocer al ser humano como centro, como protagonista principal de los distintos eventos cotidianos, de la historia, del presente y del futuro. Las fuerzas sociales, las circunstancias físicas, los elementos de la naturaleza, los tejidos culturales y las narrativas e ideologías, la ciencia y la tecnología, las ansias de poder, las restricciones y los miedos que ellas generan, dan lugar a distintas visiones que constituyen un desánimo, una especie de cansancio sobre el papel del ser humano; en otros casos se plantean utopías e idealismos que requieren de superhombres para su realización, ideas imposibles que atentan contra la realidad humana; aquí y allá surge el desorden, el espacio propicio para una especie de canibalismo, donde el ser humano se convierte en amenaza, en enemigo de sí mismo. Entonces el humanismo está en crisis permanente. Ello no debiera ser motivo para que nuestra especie tire la toalla, ya que las crisis contienen también oportunidades para que haya buenas interpretaciones, tratando de distinguir hilos conductores en ellas, de manera que se avance de modo constructivo, sin caer en las trampas de la victimización. Es en la inteligencia creativa, la gran virtud de la conciencia individual, dotada de imaginación, creatividad, intuición y atención apreciativa (Observación de alta calidad), donde el espíritu humanista se inspira para encontrar alternativas que redefinan y alienten el protagonismo del ser humano.

El cine es una excelente oportunidad para contar historias del humanismo, en todo su vigor, superando, con la vida misma, las muertes ideológicas y pragmáticas, que parecen amenazarlo. Pueden ser historias de ciencia ficción, como las de Metrópolis o comedias de humor negro, picantes y desafiantes, como las de Tiempos modernos.

MetrópolisEn Metrópolis aparecen los avances científicos y tecnológicos, entrando a reemplazar a las personas, adquiriendo los artilugios e inventos, el poder de adquirir propiedades humanas, que se manifiestan de forma racional, alejadas de lo fantástico, a pesar de que, en la época del filme, no se daban como realidades. Se está provocando con ello la aparición de una amenaza, la de los robots humanizados, máquinas humanoides, capaces de actuar de forma independiente, asumiendo formas humanas y rasgos conocidos, inclusive actitudes, sentimientos e intencionalidad, hasta el punto de que engañan a los humanos protagonistas de la historia, cuando la máquina reemplaza a tales seres y entra a actuar como ellos. Esto no ocurría en 1927, pero parece bastante real, casi 100 años después, con la omnipresencia de la Inteligencia Artificial y con las tendencias crecientes a dar por ciertas los universos paralelos de las realidades aumentadas y virtuales, tales como las que el cine ha creado con inimaginable verismo.

Se plantea además en Metrópolis la transmisión de formas y rasgos entre los seres vivos y la máquina, para perfeccionar incrementalmente a las máquinas robot y para crear impactos sociales y de relaciones de poder. En la película esto se hace mediante una máquina de naturaleza al parecer electromagnética, que manda ondas entre un ser humano y el robot máquina. Las caras son copiadas, sin afectar a la persona que sirve de origen de la copia. En esas nos movemos hoy en día. Aplicando conceptos de realidad virtual y de impresión 3D, cada vez podemos apreciar, más y más, que somos parte de un universo de cámaras, celulares, centros de cómputo y sensores que recorre objetos y espacios, hasta sintetizar aspectos complejos de la realidad e imprimirlos sobre los sistemas, vivos y no vivos. Esto incluye juegos y artes para ampliar los desarrollos de belleza, las miradas, los gestos del sujeto humano original, creando especies de superhombres, algo que parece atractivo y desafiante. Pero sin duda hay pérdida de protagonismo de las personas. De hecho, mediante combinaciones con implantes virtuales o reales entre máquinas y entre seres humanos inventores, las máquinas tienen el potencial de convertirse en protagonistas mayores de la historia.

Fotograma de Metrópolis

Aparecen en Metrópolis ciudades gigantescas, con vías de comunicación elevadas y vehículos aéreos.  Este escenario se ha vuelto lugar común en el cine. Ahora, en realidad, se aprecia que avanza el mundo en esta dirección. Hemos podido apreciar los grandes desafíos que todo ello implica para el humanismo, con frecuencia se señala a las grandes urbes como monstruos poderosos y deshumanizantes. En esto influye grandemente el concepto del tiempo, cuyo manejo se escapa al poder del individuo, pasando a ser potestad de la urbe, con sus atractivos, sus limitaciones y con la locura que se genera bajo las aparentes o reales exigencias de sincronización y automatización de las actividades. La esclavitud en estos casos puede ser un estado mental, pero igualmente real y preocupante para las personas.  Plantea la película otros aspectos preocupantes para el humanismo, como son los de concebir la ciudad a la vez subterránea y elevada, que surge a las mismas alturas sobre los cielos que la que penetra debajo de la tierra. Una ciudad discriminadora entre dos grupos humanos, el de los pobres que trabajan y sufren resignados bajo los suelos y el de los intelectuales que piensan, planean y disfrutan en lo alto. O la de concebir un super espíritu, un corazón, un mesías mediador entre la mente (el cerebro que piensa y dirige) y la mano (el cuerpo que se mueve y trabaja), una idea que es a la vez antigua y moderna, pero que se la ve surgir como propuesta civilizadora, capaz de conciliar las fuerzas del trabajo y del poder en una promesa renovadora, que tiene un carácter político para una sociedad en conflicto. Ambas son realidades fantásticas, pero no tan lejanas, si observamos las tendencias actuales a concebir el manejo, en general globalizado, de una élite ilustrada y poderosa, que con base en inteligencia artificial, elimine la necesidad del voto, de opinión, de la democracia, de la participación, apoyada en ideas y miedos poderosos, como las amenazas de pandemias o del calentamiento global causado por el hombre, como señal evidente de que el humanismo ha fracasado, siendo necesario que la élite-máquina-corazón global asuma el comando inteligente de la humanidad.

Tiempos modernosEn Tiempos modernos, la genialidad de Chaplin se manifiesta en mecanismos de exageración que dan origen a resaltar distintos aspectos del sistema industrial de producción que dan lugar a potenciales pérdidas de humanismo y de libertad personal. Se caracteriza este sistema, como se lo describe en la película, por la imposición de tareas casi imposibles y esclavizantes sobre las personas, obligando a que estas se sincronicen con las máquinas, operadas estas mismas bajo las ansias de poder y de ganancia de los dueños de las empresas y sus delegados administrativos. Las exageraciones dan lugar a situaciones cómicas, bastante poderosas en verdad para transmitir ideas: personas que son atrapadas por las máquinas, entrando a sus sistemas de transmisión y de potencia, pero sin ser trituradas o destruidas, llegando al punto de que pueden comer o conversar y aceptar su situación de piezas involuntarias de los mecanismos, sin queja ninguna; bandas transportadoras en las cuales las intervenciones humanas constituyen verdaderas danzas y hazañas de sincronización, en las cuales el histrionismo permite impresionantes movimientos hombre-máquina; sistemas de alimentación que someten al comensal-paciente a tormentos casi medievales para garantizar las secuencias de movimiento, ingestión, limpieza, sin que haya tiempo para conversar, saborear, disfrutar.  Todos estos son escenarios en los cuales el ser humano queda a merced de mecanismos externos, creados por otras personas.

Naturalmente que las personas no soportan tales condiciones y el filme, al exagerar y generar risas alrededor de las escenas, trata de crear conciencia sobre las amenazas de los tiempos modernos, con sus consecuencias potenciales de desempleo, habitantes de la calle, encarcelamiento, protestas y prisiones. En este último sentido, explora con amplitud lo que podemos denominar la cárcel permanente, donde se entra y se sale al ritmo de la indisciplina social, más que del delito, sin que se resuelvan las situaciones, algo que al final parece no convenir a nadie.

Fotograma de Tiempos modernos

Estas crisis, que incluyen fenómenos asociados no tratados en el filme, como el de la abundante inmigración ilegal, el desplazamiento o el de la falta de motivación de los jóvenes para trabajar empresarialmente, las hacinaciones en las cárceles, la drogadicción, el crimen galopante o la inseguridad y deterioro de los centros urbanos, están abundantemente manifestadas en las ciudades, o al menos en grandes sectores de las mismas. Al final, pueden causar desencanto y pesimismo sobre la raza humana.

Afortunadamente, en ambas películas, se trata de mostrar el papel protagonista de las personas, que, con aportes de amor, creatividad, amistad, solidaridad, franqueza, conversaciones y libertad de expresión y de opiniones, encuentran posibilidades para no caer en las rutinas asfixiantes, en la desesperación y la derrota social.

 

Trailers y enlaces para ver las películas:

Metrópolis

Tiempos modernos

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