Críticas
Por si no nos vemos luego... ¡buenos días, buenas tardes y buenas noches!
El show de Truman
The Truman Show. Peter Weir. EUA, 1998.
En el momento en que se estrenó El show de Truman, había fronteras que la televisión no se había atrevido a cruzar, límites que no se había atrevido a transgredir. Me refiero, claro está, a la presencia en nuestras pantallas de programas como Gran Hermano, formato que, ya desde su propio título, homenajeaba sin ningún pudor a la excelente distopía de Orwell, 1984. El show de Truman, en realidad, es una película sobre el programa de televisión homónimo. De hecho, su metraje no comienza con los títulos de crédito habituales (que aparecerán al final), sino con la cabecera del programa, en la que comprobamos que todos los habitantes de Seaheaven, excepto Truman Burbank (Jim Carrey), son actores que se mueven en un plató gigante, una especie de ciudad ideal, utópica. Como afirma Christof (Ed Harris), el gurú de la televisión que ha creado el programa, todo es mentira salvo Truman: él es auténtico, él es “de verdad”.
Más allá de los referentes televisivos a los que pueda aludir la cinta, El show de Truman admite una lectura en clave moral y ética, ya que nos sitúa frente a un individuo que trata, en primer lugar, de conocerse a sí mismo, de descubrir cuál es el lugar que ocupa en el mundo. En segundo lugar, plantea una cuestión escalofriante: ¿somos en realidad tan distintos a Truman?; ¿no están nuestras vidas tan programadas como la suya?; ¿no estamos cada vez más controlados, más vigilados?
En El show de Truman confluyen dos talentos creativos de primer orden. Por un lado, Peter Weir, que es, sin duda, uno de los grandes directores australianos, aunque ya hace bastante tiempo que está perfectamente integrado en el sistema de producción de Hollywood. Comenzó su carrera con un buen número de cortometrajes y algunos largometrajes de corte innovador y experimental, como Los coches que devoraron París (The Cars That Ate Paris, 1974), Picnic en Hanging Rock (Picnic at Hanging Rock, 1975), La última ola (The Last Wave, 1977) y El visitante (The Plumber, 1979), pero empieza a ser conocido en los años ochenta, con títulos como Gallipoli (1981), El año que vivimos peligrosamente (The Year of Living Dangerously, 1982), Único testigo (Witness, 1985), La costa de los mosquitos (The Mosquito Coast, 1986) y El club de los poetas muertos (Dead Poets Society, 1989). En los noventa, dirige tres películas, Matrimonio de conveniencia (Green Card, 1990), Sin miedo a la vida (Fearless, 1993) y El show de Truman (1998), mientras que en la última década solo ha dirigido dos, Master and Commander: The Far Side of the World (2003) y la reciente Camino a la libertad (The Way Back, 2010). Por otro lado, Andrew Niccol, el guionista, que ha participado también en el guion de La terminal (The Terminal, Steven Spielberg, 2004) y ha escrito y dirigido títulos como Gattaca (1997), S1M0NE (2002), El señor de la guerra (Lord of War, 2005) y la más reciente In Time (2011). Lo cierto es que el guion de Niccol en manos de Weir se ha convertido en un clásico de los años noventa, una película que no solo no ha envejecido, sino que adquiere más vigencia en un mundo en el que cada vez nos sentimos más observados.
En cuanto al reparto, los dos actores que llevan el peso de la cinta son Jim Carrey, en su primer papel dramático, y Ed Harris. Ambos resultaron galardonados con el Globo de Oro por sus actuaciones, el primero como actor dramático y el segundo como mejor actor de reparto. Carrey aparece prácticamente a lo largo de todo el metraje, mientras que Harris tiene unas intervenciones muy breves pero intensas. Aunque Christof es quien ha creado a Truman para el mundo televisivo, nunca llegarán realmente a encontrarse, aunque sí hablan al final de la película. Completan el reparto Laura Linney y Noah Emmerich, como los actores que encarnan a la esposa y al mejor amigo de Truman, respectivamente, y Natascha McElhone, que encarna a una ex actriz del programa convertida en una activista que quiere que Truman descubra la verdad.
Lo más curioso de esta película, que es una versión cinematográfica del mito de la caverna de Platón, es que nos advertía sobre los peligros de la televisión (y de las telecomunicaciones en general) justo en un momento en el que todavía no se había generalizado el uso de internet. Más allá de la crítica al mundo de la televisión, algo que ya habíamos podido ver en títulos tan emblemáticos como Network (Sidney Lumet, 1976) y Al filo de la noticia (Broadcast News, James L. Brooks, 1987), lo que plantea El show de Truman es la necesidad que tiene el individuo de buscar la verdad y poder elegir. Christof ha creado un paraíso para Truman, pero ese paraíso se ha convertido en una jaula de oro y le ha robado lo más valioso para un ser humano: una vida propia en la que pueda tomar sus decisiones. Por eso Truman tiene ese aspecto permanente de niño grande, porque todavía no ha podido madurar al no poder elegir.
La música, en El show de Truman, ayuda a subrayar en todo momento las emociones del protagonista: dudas, sospechas, ilusiones, esperanzas, miedos, liberación… En la banda sonora confluyen cortes de tres procedencias distintas: en primer lugar, la música clásica sirve para retratar el idílico mundo de Seaheaven; en segundo lugar, los temas de Philip Glass se emplean en los momentos clave; y, por último, Burkhard Dallwitz es quien se ha encargado de armonizar todo lo anterior y enlazarlo con las partituras compuestas ad hoc. La escena en que Christof orquesta el encuentro de Truman con su padre (Brian Delate) es realmente magnífica y despierta en nosotros una emoción engañosa, ya que somos conscientes de que todo es una mentira y que se trata de un ser humano jugando a ser Dios.
La pérdida de libertad del individuo en una sociedad cada vez más globalizada es algo que se encuentra a la orden del día. No hay tanta diferencia entre Truman y nosotros. Algún día, puede que nosotros, como Truman, tengamos la oportunidad de cruzar esa puerta en mitad del cielo que nos va a llevar a nuestra propia vida. Y, por si no nos vemos luego… ¡buenos días, buenas tardes y buenas noches!
Premios: Ganadora de tres Globos de Oro al Mejor Actor Dramático (Jim Carrey), Mejor Actor Secundario (Ed Harris) y Mejor Banda Sonora (Burkhard Dallwitz y Philip Glass); ganadora de tres Premios BAFTA al Mejor Director (Peter Weir), Mejor Guion (Andrew Niccol) y Mejor Diseño de Producción (Dennis Gassner); nominada al Oscar al Mejor Director (Peter Weir), Mejor Guion (Andrew Niccol) y Mejor Actor Secundario (Ed Harris).
Trailer:
Ficha técnica:
El show de Truman (The Truman Show), EUA, 1998.Dirección: Peter Weir
Guion: Andrew Niccol
Producción: Edward S. Feldman, Andrew Niccol, Lynn Pleshette, Richard Luke Rothschild, Scott Rudin, Adam Schroeder
Fotografía: Peter Biziou
Música: Burkhard Dallwitz y Philip Glass
Reparto: Jim Carrey, Ed Harris, Laura Linney, Noah Emmerich, Natascha McElhone, Holland Taylor, Brian Delate, Paul Giamatti, Harry Shearer, Philip Baker Hall.
me encantó. muy bueno
Los despiertos entendiendo el mensaje 👁️
Me encantó la síntesis de El show de Truman, nunca había pensado en las similitudes con la vida real que describe la serie. Me sorprendió cómo los autores lograron hacer que un show de televisión fuera un metáfora para reflexionar sobre la paranoia y la alienación moderna.